jueves, 30 de abril de 2009

Una nueva alianza entre la Biología y la Filosofía es necesaria para el estudio de la vida


Biofilosofía (I): complejidad holística y teleonomía, en busca del Lógos para Bíos


La Biología, como ciencia, no trata de la vida en sí misma, sino que estudia las manifestaciones o fenómenos de aquellos seres que llamamos organismos vivos por contraposición al mundo inorgánico. Pero el conocimiento en profundidad de las causas que producen en la evolución la complejidad ontológica de la vida obligan a la ciencia a ir más allá de la limitación impuesta por sus propios métodos para abordar los grandes temas de la Biofilosofía. Cuestiones de fondo que siguen hoy planteadas en la actualidad epistemológica de la biología. Entre los grandes temas básicos de la Biofilosofía destacan la ontología de la complejidad holística y de la teleonomía. Por Ignacio Núñez de Castro.



Desde Aristóteles hasta nuestros días los problemas para la comprensión de los seres vivos son recurrentes. Así, una nueva alianza entre la Biología y la Filosofía es necesaria en la búsqueda de las bases epistemológicas y ontológicas del estudio de la vida. Se perfila una racionalidad diferente del mecanicismo lineal post-cartesiano, cuyas matrices conceptuales serían: totalidad, sistema, proceso, teleología, jerarquización, complejidad, emergencia de novedad y la evolución que da sentido. La explicación del hecho histórico de la evolución ha pasado por diferentes paradigmas: darwinismo, neodarwinismo y últimamente la síntesis entre la evolución y el desarrollo epigenético, con el soporte experimental de la genómica y proteómica, ha alumbrado el programa de investigación interdisciplinar (conocido como EVO-DEVO), al que dedicamos un segundo artículo.




Biología

Recuerdo que no hace mucho leí un artículo de Gustavo Caponi en Ludus vitalis sobre Biofilosofía y el futuro de la biología del desarrollo; el autor llama la atención sobre el énfasis que, en los últimos años, la Biofilosofía ha puesto en los problemas relativos a la filosofía de la evolución legitimando el paradigma neodarwinista imperante, citando a autores como Ernst Mayr, Elliott Sober, Michael Ruse, David Hull, etcétera. Para confirmar esta afirmación, basta dar un vistazo a los índices de la revista Biology and Philosophy y caer en la cuenta del sesgo y desequilibrio de los estudios publicados desde la fundación de la revista cuyo primer volumen es de 1986; los estudios relativos a los problemas evolutivos sobrepasan en mucho a los referentes a la epistemología de la Biología y al estatuto ontológico de lo seres vivos.

Sin embargo, la pregunta pertinente que podemos hacernos, es si siempre la reflexión filosófica sobre la vida ha llegado en el claroscuro del atardecer o si, por el contrario, ha sido tan temprana como la Biología misma. La Biología, como ciencia, no trata de la vida en sí misma, sino que con ayuda del método hipotético-deductivo, estudia las manifestaciones o fenómenos de aquellos seres que llamamos organismos vivos por contraposición al mundo inorgánico.

Así lo entendieron Treviranus y Lamarck, quienes al comienzo del siglo XIX utilizaron el término Biología para describir: «todo lo que es común a vegetales y animales, como todas las facultades que son propias a estos seres sin excepción, debe constituir el único y vasto objeto de una ciencia particular, todavía sin fundar, que, incluso, no tiene nombre y a la que daré el nombre de Biología». Frase sacada de una monografía de Lamarck publicada en 1801.

Lamarck creyó haber formulado un nuevo término y haber creado una nueva ciencia. Sin embargo, parece ser que no fueron ni Treviranus ni Lamarck los que acuñaron el término Biología y habría que acudir a Michael Christoph Hanoi, discípulo de C. Wolff, quien ya en 1766 había utilizado el término Biología en el subtítulo del tercer tomo de su obra Philosophia Naturalis sive Physica dogmatica: Geology, Biology, General Phytology and Dendrology. La Biología nace con la pretensión de formar parte de una de las ciencias de la naturaleza (Naturwissenschaft) como oposición a la Filosofía natural (Naturphilosophie) que tanto había impresionado a Schelling y a los filósofos del romanticismo.

En una obra reciente, Rafael Amo Usanos, citando a F. T. Gottwald, ha propuesto que en la historia del pensamiento biológico se dan tres grandes periodos que se corresponden con otras tantas cosmovisiones (vitalista, materialista y organicista): la del Timeo platónico, donde el universo es imaginado como un inmenso viviente, la dominada por la cosmología mecanicista y la tercera sería la del paradigma de la complejidad.


Biología y Filosofía

Ahora bien, desde el momento en que la Biología se constituye como ciencia que estudia lo que es común a todos los organismos vivos, se plantea para todas las ciencias la relación entre Biología y Filosofía.

En la era de la Biotecnología, la Biofilosofía vuelve a plantearnos los mismos problemas recurrentes, como podemos ver en el título de la obra de Étienne Wilson: De Aristóteles a Darwin (y vuelta). Ensayo sobre algunas constantes de Biofilosofía. Podríamos parafrasear el título y decir: desde Aristóteles a la revolución biotecnológica (y vuelta). Puesto que tratar de definir la esencia de la vida ha sido una cuestión ardua desde Aristóteles hasta nuestros días. El camino más obvio y sencillo es la descripción de los fenómenos que manifiestan los seres que llamamos vivos, por eso la mayoría de las definiciones clásicas de la vida son puramente fenomenológicas o descriptivas, empezando por la definición aristotélica.

Convencidos de que la pregunta que se hizo Schrödinger: «¿Qué es la vida?» escapa a la Biología como ciencia experimental, intentaremos introducirnos en el planteamiento del estado de la cuestión de la Biofilosofía actual en la búsqueda de las bases epistemológicas y ontológicas de la Biología que puedan conducirnos a un discurso coherente; conjuntamente estudiaremos algunos problemas que el desarrollo de la Biología experimental plantea a la fundamentación del discurso coherente al que hemos hecho alusión.

Epistemología del discurso biológico. Una nueva racionalidad

Si consideramos a la epistemología como la reflexión filosófica sobre la ciencia en general y, una vez adjetivada, sobre una ciencia particular, podríamos delimitar la epistemología de la Biología, como aquella parte de la Filosofía que estudia los contenidos de verdad que las ciencias biológicas poseen y formula los cauces de significación; para ello será necesario reflexionar primeramente sobre la propia racionalidad de la Biología. El conjunto de los puntos de partida de esta racionalidad podríamos formularlos así:

• Todo fenómeno puede reducirse a unas cuantas leyes físicas.
• Todos los fenómenos son deterministas.
• El estudio de los sistemas complejos se reduce al resultado de la conducta de sus elementos.
• Afirmación del postulado de la objetividad que supone: «el rechazo sistemático de considerar como conducente a un conocimiento verdadero, toda interpretación de los fenómenos en términos de causas finales».

Frente a este tipo de racionalidad aceptada por algunos como la única racionalidad científica posible, podemos considerar otro tipo de racionalidad que podríamos llamar: «racionalidad teleológica evolutiva», propia de las ciencias biológicas, cuyas características serían:

• No todo el conocimiento es reducible al conocimiento derivado de la física; es decir, la negativa sistemática al reduccionismo epistemológico.
• La afirmación de que la propia metodología física es incapaz de abarcar el estudio de los fenómenos de alto nivel de complejidad, como son el sistema nerviosos central y los comportamientos psicosociales.
• La evidencia de que los organismos vivos se comportan como totalidades, donde los elementos estructurales y funcionales están interconectados entre sí, formando una unidad que al mismo tiempo es un sistema reactivo abierto al medio.
• La afirmación de que la finalidad, la emergencia y el progreso son categorías epistémicas necesarias para la construcción de todas las ramas de la Biología.

La no distinción de estas dos racionalidades y querer avanzar por la arista del diedro mental sin ningún balancín crítico sumió a Jacques Monod en lo que él llamó «flagrante contradicción epistemológica». Así pues, si queremos tener un discurso racional y coherente, que nos permita reflexionar sobre las ciencias biológicas, necesitamos delimitar una serie de categorías que conformen un nuevo paradigma de comprensión.

La formulación de esas nuevas categorías constituyen, a mi juicio, uno de los debates actuales en Biofilosofía, y tiene razón É. Gilson, pues los problemas son constantes y recurrentes. Las categorías o matrices conceptuales fundamentales de este discurso para la comprensión completa de los fenómenos que presentan los organismos vivos serían: comprensión holística (o totalidad), sistema, proceso, teleología, jerarquización, emergencia de novedad, evolución, desarrollo epigenético. En este artículo de Tendencias de las Religiones me referiré a los primeros fenómenos, dejando la, emergencia de novedad, evolución y desarrollo epigenético para otro artículo complementario.

La comprensión holística

Afirmamos que un organismo está vivo cuando percibimos su reactividad como una unidad con individualidad. Los organismos vivos se comportan como unidades interdependientes de estructuras y funciones integradas. «Hay un pequeño agregado de átomos y moléculas que no se encuentra en parte alguna del mundo que llamamos sin vida. Es exclusivo de los seres vivientes; muchos de ellos están constituidos por él, el cual forma parte de ellos como una unidad. Es una unidad con individualidad». Palabras de Sherrington, citadas por Waddington, que afirman la teoría celular y connotan el carácter de totalidad e independencia de todo organismo vivo; independencia del medio del cual paradójicamente no puede prescindir, pues el medio es parte de su misma vida.

A esta unidad con individualidad, Robert Hooke en 1665, en su obra Micrographia, dio, por vez primera, el nombre de célula. Es interesante notar que este concepto primario de unidad lo sacamos de nuestra propia experiencia; nos contradistinguimos de nuestro entorno con la afirmación del «yo», como una unidad en el espacio y en el tiempo. El organismo vivo es un todo aunque no clausurado en sí mismo. La unidad de análisis es la célula. Existe un modelo estructural único.

Teilhard de Chardin llamaría a la célula: «grano elemental de vida, como el átomo es el grano natural de la materia inorgánica». La vida comenzó en el planeta Tierra cuando comenzó la primera estructura individual, frágil e independiente, que llamamos célula. El paso de organismos unicelulares procariontes a unicelulares eucariontes y el paso de organismos unicelulares a organismos pluricelulares, así como la estructuración de ecosistemas, no son sino manifestaciones simbióticas de organizaciones jerárquicas. Dicho en otras palabras, según vayamos cambiando de escala de observación, o niveles de organización, iremos percibiendo unidades integradoras de los fenómenos observados.

Esta experiencia le hizo decir a Teilhard de Chardin: «considerada en su totalidad, la sustancia viviente extendida sobre la Tierra dibuja, desde los primeros estadios de su evolución, las alineaciones de un único y gigantesco organismo».

Así pues, para percibir la vida, no hay que perder de vista esa unidad total de la biosfera que la Bioquímica actual confirma, puesto que son los mismos para todo viviente: los veinte aminoácidos proteinogenéticos, las cuatro bases de los ácidos nucleicos, el código genético y los principales ciclos metabólicos. El que la vida sea una posibilita que se le pueda aplicar calificativos aparentemente antinómicos y decir: que es una en una multidiversidad; caduca para cada individuo y sin embargo perenne; que cada célula es independiente y dependiente del medio; indivisa y, sin embargo, está en continua división en una fase determinada del ciclo celular; y que es invariante, cuando observamos poblaciones a pequeña escala temporal y, sin embargo, es lícito afirmar también que la vida está en continua evolución. La hipótesis sobre el origen simbiótico de los organismos eucariontes, ardorosamente defendida, por Lynn Margulis, tiene cada día más comprobación experimental.

El ser vivo como sistema jerarquizado

Somos herederos de una cultura mecanicista en la que se ha dado un predominio analista, que tiene la pretensión de que el conocimiento exhaustivo de las partes nos llevaría a la comprensión del todo. La Física clásica concibió un universo determinista, en un espacio y tiempo concebidos como absolutos en el que se postulaba la ausencia de toda finalidad. En esta concepción no cabía una visión organicista del ser vivo. Por contraposición la racionalidad sistémica interpreta el universo mediante un discurso no lineal, sino complejo en el que se entrelazan diferentes niveles que se relacionan entre sí a partir de bucles interactivos. Así, la racionalidad sistémica actúa por aproximaciones, utilizando conceptos preñados de significación, con gran apertura semántica y complementariedad comprensiva.

La misma etimología de la palabra sistema (del griego: syn-ístemi, «lo colocado conjuntamente») indica un conjunto de elementos y acontecimientos, que relacionados jerárquicamente entre sí contribuyen a un determinado fin. Cualquier elemento estructural o funcional de un sistema no puede entenderse sino en relación con todos los otros elementos estructurales y funcionales del mismo. Todo sistema es una unidad, aunque no clausurada en sí misma, puesto que el sistema puede estar en continua interacción con otros sistemas jerárquicamente relacionados, formando un nuevo sistema de nivel superior, así «una función no viene determinada nunca por una estructura particular, sino por el contexto de la organización y del medio en que dicha estructura se encuentra sumergida».

El control jerárquico es una de las características esenciales y diferenciales de los sistemas vivos. Los niveles de organización y de complejidad creciente pueden observarse tanto en el orden estructural, como en el orden funcional. Afirma Fritjot Capra: «en el marco mecanicista de la ciencia cartesiana hay fuerzas y mecanismos a través de los cuales estas interactúan dando lugar a procesos. En la ciencia sistémica cada estructura es vista como la manifestación de procesos subyacentes. El pensamiento sistémico es siempre pensamiento procesual».

No tendría sentido fijarse únicamente en la organización jerarquizada para la atribución a un sistema la cualidad de vivo. Todos los artefactos construidos por el hombre, desde el más sencillo como sería una rueda, un instrumento musical, al más complejo aeroplano supersónico, son sistemas jerarquizados en todos sus elementos estructurales, pero todos ellos responden a una finalidad externa que les impuso el inventor de la rueda, el luthier o el equipo de ingenieros aeronáuticos, pues ninguno de estos aparatos por sí mismos son capaces de funcionar. El violín junto con la fricción del arco y los ágiles dedos comandados por el cerebro del violinista forman parte de una unidad jerárquica superior compuesta por el violinista y su instrumento.

La Biología, desde Aristóteles hasta nuestros días, se sigue preguntando, una vez superado todo tipo de animismo, por esa cualidad que tiene un ser vivo, un pajarillo, que le hace poder cantar y volar proclamando el territorio en el bosque en un día soleado.

La imprescindible finalidad

Una gran parte del Corpus Aristotelicum que ha llegado hasta nosotros trata de estudios sobre Biología. Para Aristóteles el principio de animación de todo organismo viviente es el alma definida como entelequia. La misma etimología del término, formado a partir de dos palabras griegas: entelés y échein, es decir, lo que tiene el fin en sí mismo, nos refiere a la entelequia como causa final. Así pues, desde su definición de ser vivo, Aristóteles introduce las explicaciones teleológicas en Biología.

Étienne Gilson comienza el estudio de Aristóteles a Darwin, arriba comentado, diciendo: «La noción de finalidad no ha tenido éxito». Una de las causas de la hostilidad es sin duda el temor a ser contaminada con cualquier tipo de connotación teológica. El debate sigue abierto por el estricto darwinismo ortodoxo de nuestros días, aunque sostenemos que Darwin en este punto como en otros Darwin no fue darvinista.

Por otra parte, no es infrecuente que los biólogos actuales en su discurso usen, más o menos veladamente, categorías finalistas. Es muy interesante a este respecto la correspondencia entre Theodosius Dobzhansky y John C. Greene en la que el abanderado del neodarwinismo reclama para los biólogos el poder hablar en términos que tienen un cierto regusto finalista como: finalidad (purpose), creatividad (creativity), crecimiento (improvement) y tanteo (trials and errors), cuando se observa que esto es lo que ocurre de hecho en la naturaleza.

Arguye que el mismo Ernest Naguel acepta que los biólogos utilicen este lenguaje, puesto que algunos procesos evolutivos suponen: a) aparición de algo nuevo, b) hacen avanzar la vida y c) pueden resultar en éxito o fracaso.

El mismo Greene confiesa que la teoría moderna de explicación del hecho histórico de la evolución está cargada de términos valorativos (higher, lower, success, failure, progress) y concluye: o los biólogos eliminan estos términos de su discurso o tienen que reconocer que la Biología requiere conceptos que solamente pueden interpretarse en una Filosofía de la Naturaleza, en cuyo lenguaje las expresiones valorativas tienen sentido.

Según Greene, el mismo Darwin se encontró a sí mismo prisionero entre los hechos biológicos y la implacable (pitless) lógica de una Filosofía natural mecanicista. De la correspondencia de estos dos biólogos se desprende que el debate sobre la finalidad, una vez más, está planteado en los diferentes presupuestos por la que consciente o espontáneamente se ha optado.

Jacques Monod en su lección inaugural de la Cátedra de Biología Molecular del Collége de France, que viene a ser como el preludio de su obra El azar y la Necesidad, al hablar de las características de los organismos vivos no quiso utilizar la palabra teleología: «la teleonomía es la palabra que puede utilizarse, si por cierto recato se quiere evitar hablar de finalidad». Según Ernst Mayr fue Colin S. Pittendrigh el primer autor en usar el término teleonomía: «parece desafortunado utilizar el término “teleología” y creo que se ha abusado de él. La confusión en que han permanecido los biólogos durante largo tiempo se eliminaría más completamente si todos los sistemas dirigidos a un fin fueran descritos mediante algún que otro término como “teleonómico”».

Teleología (teleonomía) enla explicación biológica

Jacques Monod planteó certeramente el problema epistemológico. La ciencia moderna, en cuyo discurso quiere entrar con pleno derecho la Biología, debe aparecer como ciencia explicativa por sus causas y por tanto objetiva y no proyectiva. Sin embargo, en virtud de la misma objetividad, muchos autores admiten las explicaciones teleológicas en Biología. La aceptación de una racionalidad diferente y de una autonomía epistemológica para la Biología puede ser el camino de solución del problema.

Quizá el genetista y biofilósofo español Francisco José Ayala haya sido entre los biólogos actuales el que mejor ha enfocado el debate sobre la finalidad, puesto que Ayala además de su reconocida labor en el campo de la biología experimental evolutiva, posee una sólida formación filosófica. Ayala reconoce el valor heurístico de las explicaciones teleológicas en los siguientes casos:

• Cuando el estado final o meta es anticipado por una agente.
• En los mecanismos autorreguladores. En general todas las reacciones homeostáticas pertenecen a este tipo de fenómenos teleológicos.
• Las estructuras anatómicas y fisiológicas diseñadas para cumplir una misión.

Al menos estas explicaciones teleológicas, correspondientes a la autorregulación y finalidad, son admitidas espontáneamente por la mayoría de los biólogos. Michael Ruse, en su obra la Filosofía de la Biología, nos dice: «Afirmaré finalmente en este capítulo, que, aunque el pensamiento biológico no presupone una “sólida” teleología (esto es una teleología que postule causas futuras), la Biología tiene, en un sentido más amplio, un elemento teleológico intraducible (aunque quizá eliminable). De manera muy real, los biólogos alcanzan una intelección explicativa refiriéndose al futuro».

Desde el punto de vista heurístico, las explicaciones teleológicas han sido una fuente de progreso del conocimiento. Es obvia la afirmación de que toda la Fisiología está construida bajo la pregunta del para qué de una determinada función. En Bioquímica la estructura de una proteína guarda una relación con la función a realizar catalítica, transportadora, de andamiaje celular, etcétera; igualmente acontece con los ciclos metabólicos.

A este tipo de explicación teleológica Ayala la denominará teleología natural (interna). El concepto de selección natural de Darwin posibilita una explicación natural. Según Ayala: «uno de los mayores logros (de Darwin) fue llevar los aspectos teleológicos al terreno de la ciencia». La teleología natural desde ahora se podría explicar como resultado de leyes naturales.

Este pensamiento de Ayala coincide con la afirmación de Elliott Sober: «Darwin está adecuadamente considerado como un innovador que impulsó la causa del materialismo científico. Pero su efecto sobre las ideas teleológicas fue bastante diferente del de Newton. Mas que desterrarlas de la Biología, Darwin fue capaz de mostrar cómo podían hacerse inteligibles desde un marco naturalista». Es interesante caer en la cuenta que el mismo Darwin aceptó plenamente esta visión teleológica de su pensamiento como consta en su correspondencia con el botánico de Harvard Asa Gray.

En la revista Nature de 4 de Junio de 1874 Asa Gray publicó un artículo titulado sencillamente: «Charles Darwin» y afirmaba: «reconocemos el gran servicio prestado por Darwin a la ciencia natural devolviéndole la teleología, de modo que en lugar de enfrentar morfología y teleología, tendremos a la morfología unida la teleología». Darwin respondió a Gray con una carta en la que le decía: «lo que ha dicho Vd. de la teleología me es especialmente grato y creo que nadie se había fijado en ello. Siempre he dicho que era Vd. el hombre más indicado para darse cuenta», (literalmente: to hit the nail on the head) .

La novedad de la vida en el universo

La filosofía de la biología, la biofilosofía, muestra que la vida, en efecto, no es simplemente puro mundo físico. Lo viviente tiene sus raíces en lo físico. Pero representa una sorprendente novedad emergente que exige una nueva racionalidad explicativa. El holismo biológico supone un nivel de complejidad no visto en el mundo físico. El ser vivo como sistema y proceso jerarquizado teleológicamente dibuja una compleja organización que emerge novedosamente y que exige a la ciencia pasar a rigurosas preguntas filosóficas. A esta novedad emergente nos referiremos en otro artículo.



Ignacio Nuñéz de Castro, Catedrático de Bioquímica y Biología Molecular, Universidad de Málaga

30-4-2009

http://www.tendencias21.net

Especialista en bioética pide que se regule la muerte asistida


El presidente de la Sociedad Internacional de Bioética (SIBI), Marcelo Palacios, ha urgido hoy una reforma del Código Penal que permita la despenalización de la eutanasia y el suicidio asistido y ha advertido de la escasa utilidad del testamento vital.



El especialista en bioética ha presentado hoy en Gijón 'Soy mi dignidad: Eutanasia y Suicidio Asistido', obra en la que aboga por la regularización de la muerte asistida al amparo de los derechos individuales del ser humano y de la libertad para disponer de una vida digna.

Palacios ha asegurado que quien ayuda a una persona a morir no le quita la vida, puesto que éste se la entrega al solicitarle la ayuda, y únicamente 'cogestiona' un acto sin 'arbitrariedad ni intenciones torpes'.

Bajo esta premisa, se ha mostrado partidario de la elaboración de una norma que elimine el 'furtivismo' en la aplicación de los derechos individuales.

La norma debería reunir unos requisitos mínimos y establecer una serie de garantías, entre ellas un órgano de control compuesto por un comité de bioética.

Palacios aboga por que contenga la dignidad y libertad de la persona como fundamentos y defina correctamente qué es eutanasia, qué suicidio asistido y quiénes son los enfermos que pueden solicitarla.

Además, debería regular la actuación de los médicos como cooperadores -siempre bajo la posibilidad de la objeción de conciencia-, la determinación del lugar más adecuado para llevarla a cabo, la disponibilidad de medios sanitarios y cuidados paliativos y la asistencia espiritual y religiosa del enfermo.

Por último, la norma obligaría a dar información al paciente y a sus familiares y a valorar si el enfermo se encuentran en una situación idónea para tomar la decisión o es fruto de una depresión o situación momentánea.

El presidente de la SIBI ha restado importancia a los testamentos vitales puesto que todos los existentes en el país expresan la imposibilidad de actuar en contra del ordenamiento jurídico.

Por tanto, ha advertido de que mientras no se produzca una modificación del Código Penal seguirá en suspenso la voluntad de las personas.

En este sentido, ha exigido un cambio del Artículo 11 de la Ley 41/2002 que regula la autonomía del paciente.

Respecto a la negativa del paciente a recibir un tratamiento, ha explicado que éste está en su derecho a exigir que se abandone, tal y como mantiene la citada Ley de autonomía del paciente.

'La declaración Universal de los Derechos Humanos establece que nadie será sometido a torturas ni a penas o tratos crueles, inhumanos o degradantes. ¿Mantener a un enfermo en ciertas condiciones, incapaz de valerse por sí mismo, y en contra de su voluntad no es inhumano y degradante?', se ha preguntado.

Asimismo, ha defendido la libertad de un médico para abandonar un tratamiento y permitir así la muerte del paciente para evitar el 'ensañamiento clínico'.

'Morir es íntimo y personal', ha mantenido Palacios, que ha insistido en que los seres humanos tienen derecho a la vida, pero también a gestionarla y decidir qué hacer con ella.

Por ello, ha asegurado que nadie, ni siquiera el Estado, tiene potestad para administrar la existencia siempre y cuando los actos no afecten a los derechos y libertades ajenos, satisfagan la justas exigencias de la moral, el orden público y el bienestar general
http://noticias.terra.es/genteycultura/2009/0429

"Asesoramos sobre cómo actuar, por ejemplo, ante la petición de un certificado de virginidad"


Rosa Sáinz, presidenta del Comité de Ética Asistencial del Hospital de Galdakao-Usansolo, nos habla de la labor de estos organismos. "El que algo sea posible técnicamente no quiere decir que sea éticamente correcto".

eitb.com: ¿Por qué surgen los comités de bioética o ética asistencial?
Rosa Sáinz: Las primeras comisiones promotoras de los comités de bioética surgen en la CAV en torno a 1992. La actitud paternalista estaba muy arraigada dentro de las profesiones sanitarias y las cuestiones como la autonomía de las personas y el derecho a decidir habían avanzado mucho en la sociedad, pero en la sanidad se habían quedado ancladas. Grandes pensadores de nuestro ámbito, influidos por las corrientes de pensamiento que llegaban del mundo anglosajón, plantearon la necesidad de crear una disciplina para avanzar con la sociedad en este ámbito y modificar la relación con el paciente. Ya en el año 1995 se crea una ley de formación de los comités de bioética porque se reconoce la necesidad de esta nueva figura en el ámbito sanitario.

eitb.com: ¿Cuál es la labor de un comité de bioética?
R.S.: Los comités son asesores, consultivos, las decisiones no son vinculantes. Se nos consultan decisiones difíciles y son los propios profesionales responsables de cada caso los que tienen que decidir, pero tratamos de asesorarles en casos complejos a nivel ético. En el Hospital de Cruces hay un comité importante que lleva incluso casos de donantes vivos, en los que, por ley, el comité tiene que autorizar las donaciones, es decir, tiene funciones más que consultivas, su autorización es necesaria.

Al margen de estos casos puntuales, promovemos guías de actuación para situaciones generales. Por ejemplo, se acaba de elaborar un documento sobre la petición del certificado de virginidad. Quieren hacer lo mismo con el certificado de circuncisión. Son asuntos que se presentan en las consultas de atención primaria y que el profesional sanitario no sabe cómo abordar. Nosotros hacemos una recomendación a través de una guía que viene a decir, por ejemplo, que la virginidad no es un problema de salud y que esto no está contemplado en la cartera de servicios de Osakidetza, pero no es sólo decir que no, sino cómo decirlo, la manera de explicárselo a la persona que lo demanda. Por último, hacemos actividades de divulgación y sensibilización.

eitb.com: ¿Qué tipo de personas lo componen? ¿Existe una formación específica?
R.S.: Médicos, enfermeras, psicólogos, auxiliares de clínica y al menos un miembro externo al hospital. Todos hemos recibido formación en bioética, pero tiene que haber siempre como mínimo una persona con formación superior en bioética sanitaria. Nosotros somos trece personas, dos ajenas al hospital y una de ellas es ajena al ámbito sanitario, una persona con una sensibilidad especial para estas cuestiones y que mostró su interés y nos aporta una visión como usuario y como ciudadano muy interesante. De todas formas, todos estamos en esto de forma voluntaria, porque nos gusta, al fin y al cabo acabas dedicándole parte de tu tiempo libre.

eitb.com: ¿Cuáles son los casos más comunes que se les plantean?
R.S.: Son conflictos éticos que suponen decisiones difíciles para el profesional como cuando se encuentra con un paciente que se opone a un tratamiento que él sanitario cree indicado o que no quiere operarse o realizarse una transfusión por motivos religiosos o porque su proyecto de vida no lo contempla. El juramento hipocrático, el no hacer daño, ya no es suficiente, porque probablemente ahora hacer daño signifique seguir con el tratamiento cuando el paciente ha decidido que quiere tirar la toalla. Después de curar, queda cuidar y cuidar del paciente en sus últimos momentos es una de nuestras misiones más bellas, pero cuándo pasar del tratamiento a cuidados paliativos es una decisión muy difícil de tomar.

Los entornos al final de la vida suponen problemas difíciles de gestionar como la limitación del esfuerzo terapéutico, es decir, decidir si se continúa con un tratamiento o no. Hay veces en las que el paciente no se puede comunicar y el profesional sanitario tiene que actuar en el mejor interés del paciente, pero su opinión puede no coincidir con la de la familia o la propia familia está dividida…También se plantean conflictos ante rechazos a tratamientos, sobre todo de Testigos de Jehová, o dudas sobre situaciones con discapacitados. Pero hay guías elaboradas y los profesionales siguen esas guías y sólo acuden a nosotros con los conflictos más difíciles. Generalmente nos llegan casos de profesionales del hospital, de equipos sobre todo, pero también pueden consultarnos los pacientes a través del Servicio de Atención al Paciente.

eitb.com: ¿Qué son el principio de autonomía y el consentimiento informado?
R.S.: El consentimiento informado es la expresión del derecho a decidir del paciente. Es más que el papel que se firma, es todo un proceso de información que finalmente se ve reflejado en ese documento. En operaciones quirúrgicas y similares el consentimiento debe ser firmado por imperativo legal, pero toda actuación médica tiene que realizarse con consentimiento del paciente: éste siempre tiene derecho a decidir sobre su salud. Para poder decidir adecuadamente hay que informarle. No es cuestión de dar mucha información al paciente sino de darle la información fundamental para él. Además, no a todas las personas se les puede dar la misma información, hay que adecuarla a cada caso. Nos encontramos con casos de pacientes que, incluso después de firmar el consentimiento, llegan a la puerta del quirófano dudando y eso no debería ocurrir. Eso significa que antes alguien no lo ha detectado y eso es un problema nuestro y tenemos que solucionarlo.

El principio de autonomía es ese derecho a decidir sobre la propia salud, el derecho a rechazar un tratamiento, a pedir una segunda opinión, a conocer la historia clínica…Todo eso está recogido en la Ley de Autonomía del Paciente 41/2002.

eitb.com: ¿En qué se basan a la hora de elaborar informes o recomendaciones?
R.S.: Cada caso es único y se hacen necesarias valoraciones concretas. Los comités tienen una metodología que consiste en estudiar el caso con todo detalle para ver cómo se ha llegado al momento en que nos encontramos, identificar el problema ético y relacionarlo con uno de los principios fundamentales de la bioética: el de no maleficencia, el de beneficencia, el de autonomía o el de justicia. En cada caso cada principio tiene un peso diferente, pero casi todas las situaciones que se nos plantean están más relacionadas con el principio de autonomía. A partir de ahí, elaboramos un informe asesorando al profesional.

eitb.com: ¿Reciben los estudiantes de Enfermería y Medicina formación en este ámbito?
R.S.: Sí, esto ha cambiado y ahora todos tienen una formación básica, como mínimo. En el Hospital del Galdakao-Usansolo, además damos una formación a los residentes y a quienes realizan las prácticas de enfermería. Un miembro del comité organiza cada año para las promociones de los residentes que entran, un curso de introducción a la bioética de 12 horas que forma parte del programa de formación independientemente del área a la que entren. En ese curso siempre hay 4 plazas para otros profesionales.

eitb.com: ¿Los cada vez más rápidos avances médicos hacen imprescindible la labor de los comités de bioética?
R.S.: Las cosas cambian tan rápido que nos obliga a estar al día. Ahora es factible elegir el sexo de los bebés en las reproducciones asistidas, o que las personas seropositivas se hagan inseminaciones artificiales con lavados de semen, etc. A medida que surgen situaciones nuevas, tenemos que ir dando respuesta porque el que algo sea posible técnicamente no quiere decir que sea éticamente correcto. El paciente tiene derecho a decidir, pero creemos que no tiene derecho a solicitar un tratamiento no indicado, la indicación es del profesional. El paciente actualmente está mucho mejor informado y existe Internet, de manera que en ocasiones te solicita tratamientos que ha leído que se hacen en EE.UU., pero que aquí no se ofertan. Hay que estar preparado para todo.

eitb.com: ¿Cree que, al margen de la labor en el ámbito sanitario, es necesario un debate social en torno a la bioética?
R.S.: Sí, de hecho nosotros realizamos sesiones internas del comité, pero también hacemos sesiones para todos los profesionales del hospital y otras actividades para la población en general. El año pasado organizamos unas jornadas de cine y bioética y este otoño las repetiremos. La primera jornada estará dedicada al Alzheimer, la segunda a la multiculturalidad y la tercera a la seguridad, con la proyección de una película y un debate posterior con ponencias de expertos de cada materia.


http://www.eitb.com

30-4-2009

miércoles, 29 de abril de 2009

Living longer thanks to the 'longevity gene'

A variation in the gene FOXO3A has a positive effect on the life expectancy of humans, and is found much more often in people living to 100 and beyond moreover, this appears to be true worldwide. A research group in the Faculty of Medicine at the Christian-Albrechts-University in Kiel (CAU) has now confirmed this assumption by comparing DNA samples taken from 388 German centenarians with those from 731 younger people. The results of the study appear this week in the prestigious American scientific journal Proceedings of the National Academy of Sciences ("PNAS").

Previously, in September 2008, an American research team led by Bradley J. Willcox had published in PNAS a study that indicated a higher frequency of this genetic variation in long-lived Americans of Japanese origin (ages 95 and above). Professor Almut Nebel, the scientific leader of the "Research Group for Healthy Ageing" at Kiel, comments: "That published result is only of scientific value if it can be confirmed in a study with an independently chosen sample population. Without that there must still remain a tinge of doubt. We have now eliminated that uncertainty about the connection between FOXO3A and longevity, both by our results from the German sample study and by the support from our French partners in Paris, whose research on French centenarians showed the same trend. This discovery is of particular importance as there are genetic differences between Japanese and European people. We can now conclude that this gene is probably important as a factor in longevity throughout the world."

FOXO3A is of great interest for genetic research on ageing, since it was reported in the 1990s that the gene was connected with ageing processes in worms and flies. It is because of those observations that the Kiel research group at the Institute of

http://www.bio-medicine.org

Date:2/3/2009

New Insights Into The Enigma Of Lengthening Longevity

Contrary to accepted wisdom, which assumes an exponential increase in mortality with age, death rates decelerate with age, not just for humans but also for insects, worms, yeastand automobiles.

In an article appearing in Science (Vaupel et. al., Biodemographic trajectories of longevity, Science, vol. 280, 8 May 1998) senior author Prof. James W. Vaupel from the Max Planck Institute for Demographic Research in Rostock, Germany, presents the findings of research on longevity conducted over the last several years by members of an international team of demographers, biologists and statisticians. This study is one of the first to come out of the newly emerging field of biodemography.

Since 1950 there have been substantial, largely unexplained reductions in human mortality at older ages. And the rate of reduction has accelerated in most developed countries, especially since 1970. In 1990 there were about four to five times as many centenarians in these countries than there would have been if mortality after age 80 had stayed at 1960 levels. Death rates increase at a slowing rate after age 80. Mathematical analysis of the data indicates that death rates may level off at around 105 and even decline after age 110.

The decline in old-age mortality is not restricted to Homo sapiens. Vaupel et al. estimated age trajectories of death rates for very large cohorts of four species of fruit flies, a parasitoid wasp, a nematode worm, and bakers yeast. Despite substantial differences in the trajectories, they share a key characteristic: mortality decelerates and, for the largest populations studied, it even declines at older ages. The same seems to be true for old automobiles as well, which
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7-May-1998

«Los genes no son tan decisivos en la longevidad»


ADOLFO DÍEZ PÉREZ , JEFE DE SERVICIO DE MEDICINA INTERNA DEL HOSPITAL DEL MAR


Tras estudiar al hombre más viejo del mundo y su familia, este internista opina que los hábitos saludables son tan importantes o más que la genética para tener una larga vida

El equipo del doctor Adolfo Díez Pérez analiza los genes implicados en la osteoporosis, una patología ligada al envejecimiento. Y dentro de esta línea de investigación surgió la posibilidad de estudiar al que en ese momento era el hombre más anciano del mundo, un menorquín de 113 años, y a otros miembros de su familia, entre ellos un hermano de 101. El estudio se ha publicado recientemente en el 'Journal of Gerontology'. Sus conclusiones: aunque no se posean los genes más eficaces para la longevidad, un estilo de vida saludable parece tener una influencia decisiva a la hora de cumplir muchos años.

-¿Qué genes estudiaron?

-Pensamos que era una buena oportunidad de hacer un estudio genético muy focalizado en dos genes concretos: Klotho y LRP5, buenos predictores de la longevidad y la masa ósea, respectivamente. Buscábamos las variantes de ambos asociadas a una vida más larga y a una alta masa ósea. Pero esta familia menorquina no las tenía. Eso quiere decir que hay más genes que forman parte de la combinación adecuada para vivir mucho y en buenas condiciones. Pero también que los factores ambientales -y ahí entra el estilo de vida mediterráneo- juegan un papel decisivo en la longevidad.

-¿Cómo vivía este mallorquín centenario?

-Seguía una dieta mediterránea, no fumaba y estaba en una forma física ejemplar. Hasta los 110 años fue a trabajar cada día a su huerto en bicicleta. Su estado de salud era envidiable. El índice de masa ósea era muy bueno, no tenía ninguna curvatura anómala, ni tampoco fracturas.

-¿Esto significa que la genética no es tan determinante?

-Efectivamente, la dotación genética nos da ventajas constitucionales. Si tienes una carga genética favorable, fantástico. Pero nosotros la potenciamos o contrarrestamos con nuestro estilo de vida.

-¿Cómo influye el estado de los huesos en la longevidad?

-Hay una relación bidireccional entre masa ósea y estado de salud general. Una enfermedad crónica importante tiene repercusión en los huesos. Y viceversa, nuestro esqueleto, cuando se deteriora, acaba teniendo fracturas, una complicación grave en personas de edad avanzada.

Sol y calcio

-¿Las mujeres lo tienen más difícil para envejecer con un buen capital óseo?

-En la familia que estudiamos, tenían una densidad ósea muy buena. Pero, en general, las mujeres son más propensas a la osteoporosis en una proporción dos o tres veces mayor que los hombres. Hay dos razones para ello. Una es la pérdida de masa ósea ligada a la menopausia. La otra, que las mujeres viven más y hay más años por delante para desarrollar patologías asociadas al envejecimiento como la osteoporosis.

-¿Cuáles son las claves para tener una masa ósea en condiciones?

-Una bien conocida es el calcio de la dieta, que se obtiene de la leche y los productos lácteos, pero que necesita de la actividad física para fijarse en los huesos. Y otro factor muy importante es la vitamina D, que se activa con la luz solar. En España, aunque estamos en el país del sol, hay una gran carencia de esta vitamina, en especial en personas mayores. La razón es que toman poco el sol y no la fabrican adecuadamente. En los países nórdicos, hay alimentos suplementados con vitamina D.

-¿Habría que hacerlo aquí?

-Sería una medida barata, saludable y muy eficiente suplementar los alimentos con vitamina D.

-Algunos estudios sugieren que la vitamina D juega un papel importante para prevenir el cáncer.

-Sí. Y también como protector contra las infecciones. Esta vitamina regula la inmunidad innata, que es la primera línea de defensa frente a infecciones y otros agentes externos. Y en las personas mayores, además, condiciona la fuerza muscular y disminuye la propensión a sufrir caídas y, por tanto, fracturas.

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¿Te gustaría llegar a vivir hasta los 120 años?


JOSÉ MANUEL NIEVES | MADRID
¿Le gustaría que sus hijos y nietos vivieran hasta los ciento veinte años? ¿Y que lo hicieran, además, en buenas condiciones físicas, retrasando hasta entonces los achaques propios de la edad? Si la respuesta es un sí, entonces está usted de enhorabuena, porque un equipo de investigadores españoles del CNIO (Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas) acaba de dar el primer paso para conseguir ese objetivo. Bajo la dirección de María Blasco, los científicos han conseguido crear en laboratorio ratones que tardan más tiempo que sus congéneres en envejecer. Y que, además, viven hasta un 40 por ciento más de tiempo que ellos.
El trabajo, en el que han participado varios miembros del equipo de María Blasco y en el que han colaborado el Departamento de Fisiología de la Universidad de Valencia y el Grupo de Supresión Tumoral del CNIO, se publica hoy en la prestigiosa revista Cell. El método empleado para obtener este «superratón» se basa en aumentar los niveles de una enzima, la telomerasa, que incrementa la capacidad reproductora de las células gracias a su habilidad para alargar los telómeros, los extremos finales de los cromosomas (que son 40 en el ratón y 46 en el ser humano).
Telómeros y envejecimiento
Se sabe desde principios de los noventa que existe una estrecha relación entre los telómeros y el envejecimiento. Su longitud, en efecto, se va reduciendo con cada nueva replicación celular. Cuando los telómeros finalmente desaparecen, las células pierden la capacidad de reproducirse y el organismo envejece sin remedio.
Los científicos aumentaron en los ratones el nivel de telomerasa y de genes supresores de tumores
«Se sabía que la telomerasa alargaba la vida de las células en cultivos de laboratorio -explica a ABC María Blasco- pero no se sabía si el proceso funcionaría también en un organismo complejo. Esta es la primera vez que se demuestra que sí que funciona».
Para realizar su experimento, el equipo del CNIO no se conformó con probar con moscas o gusanos, sino que se atrevió a hacerlo directamente con un ratón, un mamífero cuyo ADN tiene grandes similitudes con el humano. «Esto -afirma la investigadora- es lo más parecido a un humano que se puede modificar genéticamente».
Evitar el cáncer
Sin embargo la telomerasa también tiene la propiedad, unida a la acción de determinados genes, de facilitar el desarrollo del cáncer. «Eso es debido a su función potenciadora del crecimiento celular -asegura Blasco- La telomerasa, de por sí, es neutra, aunque también es permisiva, y el cáncer se aprovecha de las ventajas que le da para crecer». Por eso, los investigadores también aumentaron en los ratones el número de genes resistentes al cáncer. El resultado fue un ratón sano y que vivió un 40 por ciento más que los demás, todo un récord en la longevidad de estos roedores.
«Hasta ahora -explica a ABC María Blasco- se sabía que ingerir menos calorías puede alargar la vida, pero nuestros ratones comen de forma norma, sin privarse de nada. Y también se sabía que se alargaba la vida reduciendo los niveles de la hormona del crecimiento. Con ese método se obtuvieron ratones longevos, pero enanos. Los nuestros son normales en todo, pero se conservan más jóvenes en edades avanzadas, y además viven más».
Para estar seguros de los resultados, María Blasco y su equipo han tenido que esperar cuatro largos años, «que es el ciclo de vida de un ratón. Ha habido que esperar a que el ratón viva toda su vida para saber si habíamos tenido éxito». Para la investigadora del CNIO, «es muy probable que los resultados con ratones sean extrapolables a humanos. Eso significaría aumentar la vida media de los humanos hasta los 115 ó 120 años. No que sólo unos pocos llegaran excepcionalmente a esa edad, sino que fuera la media. Ese tiempo extra de vida sería, además, saludable. No se trata de alargar la vida por alargarla, sino de retrasar el proceso de envejecimiento».
El equipo de María Blasco trabaja ahora con otras proteínas capaces de aumentar los telómeros. «Lo que hemos conseguido -afirma- aún se puede mejorar. Y en eso estamos».

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"El reto es hacer saludable el envejecimiento, no frenarlo"

David Sinclair, uno de los especialistas más destacados en envejecimiento, ha explicado a diario médico, con motivo de su visita al CNIO de Madrid, que la clave no es frenar este proceso, sino hacerlo más saludable. Sus hallazgos sobre el SIRT1 y al resveratrol han sido claves.
José A. Plaza 28/10/2008
El estudio del proceso de envejecimiento permitió a David Sinclair, casi por casualidad, hacer del gen SIRT1 y el resveratrol sus compañeros de trabajo en la Universidad de Harvard (Estados Unidos). En los últimos años, las aplicaciones de este polifenol no han dejado de crecer: problemas cardiovasculares, cáncer, diabetes, osteoporosis... Multitud de patologías parecen poder beneficiarse de un compuesto que, lejos de frenar el envejecimiento (algo que parece imposible), pretende hacer de este proceso algo más saludable. Sinclair ha compartido con Diario Médico sus impresiones acerca de las posibilidades de derivados del resveratrol antes de impartir una charla en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO), en Madrid.

¿Cómo empezó sus líneas de trabajo?
-Investigando en torno al envejecimiento, di por casualidad con el resveratrol. La evolución ha sido tremenda; gracias al trabajo de estos años hemos desarrollado moléculas 10.000 veces más potentes que este polifenol, que ahora se encuentran en estudios clínicos en fase II.

¿Qué resultados han obtenido en modelo animal?
-Bastante positivos. Hemos hallado datos esperanzadores especialmente en diabetes y artritis, con activadores de SIRT1 (STAC) que, además, se han mostrado seguros, con pocos efectos secundarios. Es impresionante la poca cantidad de resveratrol que necesita un ratón para mejorar su estado de salud.

¿Buscan la curación de estas patologías?
-Por el momento queremos tratarlas, aunque la meta que perseguimos es la curación. Hallar tratamiento es, además, dar un paso al frente en una labor preventiva frente al desarrollo de problemas cardiovasculares, osteoporosis, cáncer y demás enfermedades ligadas al envejecimiento.

Lucha contra un proceso que no parece poder revertirse.
-La clave no es frenar el envejecimiento; eso es un imposible. Pero sí podemos hacer de este proceso algo mucho más saludable, que la gente viva mejor.

Cáncer, diabetes, osteoporosis, problemas cardiovasculares... ¿Vale para todo el resveratrol?
-La verdad es que no hacemos más que descubrir nuevos efectos positivos. Su acción se basa en contactos moleculares con la actividad del ADN ligado al envejecimiento, así que se podría pensar que es posible actuar sobre todas las patologías relacionadas con este proceso. Pero hay que investigar más y, concretamente, observar la actividad de los STAC en humanos.

Por el momento, los ratones son un buen espejo en el que mirarse.
-Los resultados son buenos, especialmente cuando acompañamos el resveratrol en los ensayos con una restricción calórica. Sus derivados nos han permitido conseguir en ratones obesos un estado similar al que se ocasiona con una dieta baja en grasas, y que animales con una salud propia de una dieta baja en grasas muestren datos propios de dietas hipocalóricas.

¿Recomiendaría el consumo moderado de vino tinto?
-No puedo decir que esta bebida nos va a permitir vivir más, desde luego. Pero los efectos positivos del resveratrol están probados, y se trata de un compuesto presente en el vino tinto.

Hipótesis heterocromática
Sinclair y su equipo han hallado que el gen SIRT1 es la sirtuin-desacetilasa que más se parece al gen SIR2 del modelo de levadura. El resveratrol actúa sobre este gen humano, que se asocia con la función hepática, a las acciones músculo-esqueléticas, al tejido adiposo blanco y a las células beta-pancreáticas. Estas cuatro opciones están a su vez ligadas a múltiples funciones biológicas, muchas de ellas relacionadas con el envejecimiento. Entre otros resultados positivos, las últimas investigaciones de David Sinclair han demostrado que sobreactivar el SIRT1, con el objetivo de imitar los resultados de una restricción calórica, es positivo en la lucha contra el cáncer de pulmón.

Sinclair es partidario de la hipótesis conocida como heterochromatin islands, desarrollada por Imai y Kitano, en la que se plantea el papel de las telomerasas en el envejecimiento celular y se apunta hacia diferentes estructuras transcripcionales represivas como clave en la regulación de este proceso. De hecho, el especialista cree que el SIRT1 se une al ADN dañado y es necesario para el reclutamiento de proteínas ligadas a la reparación del material genético.

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GENES Y ENVEJECIMIENTO

Al estimularse las sirtuinas se obtienen beneficios celulares.
Al parecer, el proceso de envejecimiento podría producirse debido a una excesiva desregularización. Así lo postulan científicos de la Universidad de Harvard quienes descubrieron que al dañarse el ADN, decae la habilidad de las células de regular qué genes se activan o desactivan en determinados entornos. Este mecanismo sería el culpable de los signos visibles que dejan los años.

Los investigadores han identificado a las sirtuinas, que conforman un grupo de genes implicados en el proceso de envejecimiento. Éstos, al ser estimulados por el resveratrol presentes en el vino tinto o en la restricción calórica, aparentemente tienen un efecto positivo tanto en la salud como en su capacidad de revertir el declive celular. Luego de un tiempo, descubrieron que el rol primario de la sirtuina en los mamíferos era supervisar que genes se activaban y cuáles no.

Esto cobra importancia, ya que sólo algunos necesitan tener actividad en determinado momento de lo contrario, pueden generar daño a determinados órganos.

Como una medida de protección, las sirtuinas vigilan a los genes que deben permanecer inactivos. Para ello, ayudan a preservar el empaque molecular, conocido como cromatin.

De esta forma, regulan qué genes deben permanecer activos para proporcionar el buen funcionamiento y cuáles se deben mantener al margen para evitar el proceso de envejecimiento.

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La fórmula de la juventud

Nadie sabe muy bien lo que podría pasar si la población empezara de pronto a vivir 100 años, y en unas buenas condiciones físicas y mentales. Pero ese elixir de la juventud es lo que persigue, en último término, una línea de investigación muy seria, que abarca 800 millones de años de evolución biológica y ha atraído 1.000 millones de dólares de la gran industria farmacéutica.

La verdera edad de los centenarios
La principal sirtuina extiende la vida de hongos, gusanos, moscas y ratones hasta un 50%

"Sabemos por estudios en animales que la restricción de calorías aumenta tanto la vida media como la vida máxima"

El componente beneficioso del vino tinto -el resveratrol- es un activador natural de las sirtuinas

Un elixir de la juventud promueve más escepticismo aún que un crecepelo. Aparte de resultar demasiado complejo para reducirlo a una fórmula, el envejecimiento parece estar imbricado en la naturaleza más elemental de las cosas: estamos hechos de materiales, y todos los materiales se estropean con el tiempo. Parece obvio.

Pero no lo es tanto. Los materiales de los que estamos hechos las personas -proteínas, ADN, grasas, azúcares- son los mismos en un búho, que puede vivir hasta 65 años, en un mono (50 años), un león (40), un delfín (30), un caracol (15), un ratón (4) o una mosca, que se muere de vieja a las seis semanas de nacer. También son los mismos en una ostra de 100 años y en una tortuga de 200. La longevidad es un producto de la evolución, no de la fatalidad.

La investigación del envejecimiento ha seguido en la última década varias pistas inconexas. Una es el potente efecto de la restricción calórica en la longevidad de todas las especies en que se ha probado; otra es el rastreo de los genes que más pesan en la esperanza de vida de los individuos. Y otra es que las grandes causas de mortalidad en la edad avanzada -diabetes, corazón y cáncer- parecen cada vez más inseparables de la biología de la senescencia en su lógica más profunda.

Pero los científicos se han dado cuenta ahora de que las tres pistas convergen en el mismo lugar. El nexo tiene relación con unas proteínas llamadas sirtuinas. El componente beneficioso del vino tinto -el resveratrol- es un activador natural de las sirtuinas y ha inspirado una nueva generación de moléculas hasta mil veces más potentes que el compuesto original, algunas ya en ensayos clínicos de fase 2. Se llaman "activadores de las sirtuinas". ¿Pueden ser el primer elixir de la juventud?

"Glaxo Smith Kline ha invertido cerca de mil millones de dólares en activadores de las sirtuinas", explica a EL PAÍS el codirector del laboratorio de biología molecular del envejecimiento de la Universidad de Harvard, David Sinclair. "Su intención es desarrollarlos como fármacos contra enfermedades asociadas al envejecimiento, como la diabetes y otros desórdenes metabólicos, lo que a su vez prevendrá a los pacientes contra muchas otras enfermedades: trastornos cardiovasculares, cáncer, Alzheimer e incluso las cataratas y la osteoporosis".

"Pero esta tecnología no mejora la salud sin extender la longevidad", prosigue Sinclair. "Lo uno se basa en lo otro; si estas moléculas funcionan en los ensayos clínicos, la gente vivirá unas vidas más largas y saludables". Sinclair, que ha publicado varios trabajos esenciales sobre las sirtuinas en Nature, Science y Cell, es asesor científico de Sirtris Pharmaceuticals, fundada en 2004, dedicada por entero a estos compuestos y adquirida el año pasado por Glaxo.

La esperanza media de vida en los países desarrollados se ha duplicado en los últimos 100 años -rondaba los 45 años al empezar el siglo XX- debido a las vacunas, a los antibióticos y al saneamiento de las aguas. El fenómeno refleja la victoria de la medicina occidental sobre la enfermedad infecciosa, un avance que todavía está por llegar a los países en desarrollo. Y también muestra que lo característico de la especie humana no es la vida media, sino otro parámetro.

Siempre ha habido unas pocas personas muy longevas. Demócrito, el más influyente filósofo presocrático y autor de la primera teoría atómica, murió en el año 370 antes de Cristo -casi en tiempos de Aristóteles- habiendo cumplido los 109 años. Así lo hizo constar, maravillado, el astrónomo Hiparco de Nicea, una fuente científica al fin y al cabo. Sin abandonar el bien documentado territorio de los pensadores antiguos, también consta que Jenófanes, Pirrón y Eratóstenes frisaron la centena.

En 1990, centenario de la muerte de Vincent van Gogh, los periodistas empezaron a llegar en tromba a Arles, la tranquila ciudad de la Costa Azul donde el genio pelirrojo encontró su estilo pictórico. La prensa se enteró pronto de que aún quedaba viva una mujer que había conocido al pintor. Se llamaba Jeanne Calment. Había nacido en 1875 y tenía, por tanto, 13 años cuando Van Gogh pintó la terraza del café de Arles y su famoso cuadro del dormitorio.

La mujer contó a los periodistas que su hija había muerto de forma algo prematura en 1936. El marido hizo lo propio en 1942, cuatro años antes de que pudieran celebrar las bodas de oro, y su único nieto falleció en 1963. Ella todavía fumaba en el centenario del pintor, y lo seguiría haciendo unos cuantos años más.

Se supo después que, en 1965, la señora Calment le había cedido su apartamento a un abogado a cambio de una pensión vitalicia. Ella tenía entonces 90 años, así que el hombre pensó que hacía un buen negocio. Pero el abogado llevaba dos años muerto y había pagado el piso tres veces cuando Jeanne Calment expiró en 1997, a la edad de 122 años, 5 meses y 14 días. Es la marca absoluta de nuestra especie: la vida máxima del ser humano.

A diferencia de la vida media, que se ha duplicado en Occidente en cuestión de un siglo, la vida máxima sí que parece una constante biológica. Las personas que superan los 110 años son tan objeto de admiración en nuestros días como lo eran en tiempos de Hiparco de Nicea. El Instituto Nacional del Envejecimiento de Estados Unidos estima que, de los 6.800 millones de habitantes del planeta, "quizá no más de 25 personas superen ahora mismo los 110 años".

Los genes importan. Algunos ancestros de Jeanne Calment eran recordados en Arles por su longevidad. No hay duda de que vivir muchos años es un rasgo que tiende a agruparse en familias. Según el New England Centenarian Study de la Universidad de Boston, el mayor en su género, los hermanos de un centenario tienen el cuádruple de probabilidades de superar los 90 años que la media de la población.

El efecto de los genes en el envejecimiento es una vieja predicción de la teoría evolutiva. El genetista británico John Haldane lo propuso en los años cuarenta para explicar que enfermedades neurodegenerativas como el Huntington, que es estrictamente hereditaria, se hubieran mantenido en la población humana pese a su letalidad.

Como el Huntington se manifiesta después de los 40 años, razonó Haldane, y en la antigüedad poca gente llegaba a esa edad, la mutación letal del gen había pasado inadvertida para la selección natural. El argumento de Haldane se puede generalizar a otros genes menos deterministas, como los que favorecen el cáncer, la diabetes o el infarto: las enfermedades de la edad.

Uno de los genes del envejecimiento mejor conocidos en todo el reino animal se llama FOXO, y también es el principal determinante genético de la longevidad humana. Varios trabajos recientes han revelado una fuerte correlación entre las variantes del gen FOXO y la edad que alcanza una persona. Y también con su riesgo de cáncer, diabetes y enfermedades cardiovasculares. Según se ha comprobado en estudios entre alemanes, franceses y japoneses, cierta variante concreta del gen es bastante común en los nonagenarios, y aún más común en los centenarios. Nadie sabe qué variante llevaba la señora Calment.

Sin embargo, hay una forma bien conocida de violar el techo biológico de las especies. Su descubrimiento se remonta a los años treinta y se debe a un profesor de ganadería: Clive McCay, de la Universidad de Cornell. McCay sometió a sus ratas a una dieta baja en calorías, como habían hecho otros, pero fue el primero en añadir vitaminas y minerales al escaso pienso para evitar la desnutrición. Vio que los animales vivían cuatro años en vez de los tres normales, y publicó sus datos en 1935.

Pero las pruebas de la generalidad de esta técnica sólo se han ido acumulando en los últimos años. Reducir la ingesta de comida en un 30% o 40% prolonga la vida de las levaduras, los gusanos, las moscas, las ratas, los ratones y los perros. Y también previene de las dolencias propias de la edad avanzada en todas las especies, como las enfermedades neurodegenerativas, el cáncer y la diabetes, que a su vez es la principal causa del daño vascular y el infarto.

El efecto beneficioso de la restricción calórica se ha atribuido por lo general a que "vivir mata". Por ejemplo, comer acelera el metabolismo (la cocina de la célula), y esa mayor actividad genera "radicales libres", o especies químicas muy reactivas que van dañando las maquinarias fisiológicas. Menos comida implicaría menos metabolismo, menos radicales libres y menos envejecimiento. Pero esa idea ha resultado demasiado simple.

El antiguo jefe de Sinclair, el biólogo del Massachusetts Institute of Technology (MIT) Leonard Guarente, descubrió hace 10 años que la activación de la principal sirtuina, SIRT1, bastaba para prolongar la vida de la levadura de la cerveza, un hongo capaz de envejecer pese a su naturaleza unicelular. Otros laboratorios han visto después que las copias extra del gen SIRT1 tienen el mismo efecto en gusanos, moscas y ratones, extendiendo su vida hasta un 50%. Que un solo gen aumente la longevidad en organismos tan separados es la clase de evidencia que apunta a un regulador clave del proceso.

Guarente y Sinclair vieron que SIRT1 es una proteína capaz de modificar a muchas otras proteínas, y que lo hace en respuesta al indicador universal del estado energético de toda célula: un derivado de la vitamina B3 llamado NAD. Eso les indicó que SIRT1 podía ser el buscado nexo entre los genes de la longevidad y los, hasta entonces, misteriosos efectos de la restricción calórica.

La hipótesis recibió un respaldo decisivo cuando Pere Puigserver, del instituto del cáncer Dana-Farber, en la Universidad de Harvard, demostró que la restricción calórica eleva los niveles de NAD en el hígado de los mamíferos, lo que a su vez estimula la actividad de SIRT1. Pero ¿a qué se debe esta íntima conexión entre la longevidad y la escasez de comida?

"La única causa que puede explicar ese conservado proceso evolutivo del envejecimiento es que esté controlado por un programa genético", responde Puigserver a EL PAÍS. "La misma explicación se puede dar a los efectos universales de la restricción calórica sobre la longevidad, porque la escasez de nutrientes controla la actividad de esos mismos genes conservados".

"Los nutrientes son una señal muy primitiva", prosigue el investigador español, "que en los animales se ha conectado con las hormonas que controlan el metabolismo, como la insulina. Ahora bien, la pregunta clave es cuántos genes están implicados, cómo funcionan y qué proceso celular es el determinante".

"Las sirtuinas son genes de la supervivencia", añade por su parte Sinclair. "Evolucionaron para mantener vivos a los organismos en los tiempos adversos. Cuando la comida escasea, SIRT1 se enciende, y creemos que esto es lo que permite a los animales sometidos a una dieta estricta vivir más de lo normal y con una salud mejor de lo normal. Ya sabemos por estudios con ratones que los activadores de SIRT1, o stacs, confieren los mismos beneficios que una dieta hipocalórica".

En noviembre, un equipo dirigido por Johan Auwerx, de la Ecole Polytechnique Fédérale de Lausana, mostró que uno de esos activadores, SRT1720, imitaba en pruebas con ratones todos los efectos beneficiosos de una dieta baja en calorías. El fármaco experimental previno por completo el engorde de los ratones tras 10 semanas de dieta rica en grasas, además de evitar que desarrollaran resistencia a la insulina: el umbral de la diabetes y el daño cardiovascular.

Uno de los autores del trabajo es Carles Canto, del laboratorio de Auwerx en Lausana. "SIRT1 constituye una diana tremendamente atractiva para la industria farmacológica", dice el científico. "La activación de SIRT1 parece promover acciones antiinflamatorias y una mejora metabólica global en situaciones de obesidad e intolerancia a la glucosa. Pero sus efectos sobre la longevidad no están tan claros en mamíferos".

Puigserver coincide con esa apreciación: "Aunque en organismos inferiores se ha demostrado que los activadores de SIRT1 extienden la vida, sus efectos en mamíferos parecen estar más ligados a la protección contra las enfermedades relacionadas con el envejecimiento, como la diabetes, el cáncer y la neurodegeneración; de modo que afectan al tiempo de vida, pero de una manera más indirecta".

Si las nuevas moléculas están basadas en el resveratrol del vino tinto, ¿qué se puede decir sobre el compuesto original? "Los estudios con resveratrol son prometedores en cuanto a su posible uso terapéutico", responde Canto. "Pero las concentraciones de resveratrol en el estudio de nuestro laboratorio equivalen a unos 300 vasos de vino diarios, lo que estaría muy lejos de resultar beneficioso para la salud".

Mientras llegan los avances farmacológicos, siempre queda la opción con mejores credenciales entre todos los expertos. "Lógicamente, no existe la vida eterna", dice Canto, "pero sabemos por los estudios en animales que la restricción calórica permite aumentar tanto la vida media como la vida máxima, el techo biológico máximo de cada especie".

"La restricción calórica está comprobada en muchas especies, y hay ciertos indicios en humanos", añade Puigserver. "Hay otros regímenes que -al menos en ratones- parecen tener una eficacia parecida, como las dietas deficientes en metionina o el ayuno intermitente".

Comer un día sí y otro no: eso sí que es una larga vida.

La verdera edad de los centenarios
Según el mito fundacional, Juan Ponce de León descubrió Florida mientras estaba buscando "la fuente de la juventud", un manantial de aguas curativas que, al parecer, el conquistador castellano esperaba descubrir en el Nuevo Mundo. Las fuentes rejuvenecedoras ya habían sido mencionadas incluso en el Romance de Alexandre, donde se glosaban las hazañas de Alejandro Magno, y hasta Herodoto atribuía la excepcional longevidad de los etíopes a unas aguas que bebían a escondidas.

"No hay materia tan cubierta de engaño, falsedad y fraude deliberado como los extremos de la longevidad humana", solían advertir las ediciones antiguas del Libro Guinness de los récords. Los editores estaban hartos de publicar falsos récords de edad. Pero siempre ha sido así. El adivino griego Tiresias alcanzó los 600 años, aunque esto es fácil siendo un personaje mitológico. Adán, con sólo 930 años, se vio humillado por los 969 de Matusalén. Aún antes, un rey sumerio dijo haber cumplido los 72.000 años.

Con el envejecimiento de la población y el aumento de los estudios gerontológicos, los registros documentales se han puesto mucho más serios. Y la realidad es que sólo hay 70 casos demostrados en la historia de personas que hayan alcanzado los 114 años. De ellos, sólo 25 alcanzaron los 115 años, y sólo 10 llegaron a los 116. La única persona que, demostradamente, ha pasado la barrera de los 120 es Jeanne Calment.

La esperanza media de vida sigue aumentando actualmente en los países occidentales a un ritmo de unos dos años por década. La principal razón son los avances en el tratamiento del infarto. Estas técnicas son muy costosas, y también imperfectas, porque no suelen devolver al paciente la calidad de vida que tenía antes del ataque. Para los especialistas se trata de una situación poco sostenible. Todos coinciden en que el futuro necesita un fuerte componente de medicina preventiva: evitar los infartos, por ejemplo, sería mucho más eficaz que curarlos.

La investigación de la longevidad está en esa línea. Lo estaría incluso si no alargara la vida y se limitara a mejorarla mientras dure. El centro lógico del envejecimiento lo es también del desorden metabólico, del sobrepeso, de la diabetes y, a través de ella, de los daños cardiovasculares y otros jinetes del apocalipsis. Abrir un nuevo flanco en estas servidumbres de la edad no es como descubrir Florida, pero no deja de ser una conquista.


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Prolongar la vida

Por: El País
20-Marzo-2009

Nadie sabe muy bien lo que podría pasar si la población empezara de pronto a vivir 100 años, en buenas condiciones físicas y mentales. Pero eso es lo que busca una nueva línea investigación científica que ya ha interesado a la poderosa industria farmacéutica.

Los estudiosos del fenómeno han comenzado a entender que los materiales de los que están hechas las personas —proteínas, ADN, grasas y azúcares— son los mismos de los que están hechos los búhos, que suelen vivir hasta 65 años, las ostras, que viven 100 años, y las tortuga que suelen llegar a los 200.

La investigación del envejecimiento ha seguido en la última década tres hipótesis bien definidas…

1. La restricción calórica aumenta la longevidad de todas las especies (esta hipótesis plantea que el exceso de calorías reduce la esperanza de vida).

2. Las principales causas de mortalidad en la edad avanzada —diabetes, corazón y cáncer— son inseparables de la biología de la senescencia.

3. Los genes también contribuyen a extender la esperanza de vida en los humanos.

Pero los científicos se han dado cuenta de que las tres líneas antes mencionadas convergen en un mismo lugar: en un grupo de proteínas llamadas sirtuinas.
Y han encontrado que un componente natural del vino tinto, llamado resveratrol, es uno de los activadores de este tipo de proteínas.

De ahí que varias compañías farmacéuticas, entre ellas GlaxoSmithKline, hayan decidido invertir cerca de mil millones de dólares para desarrollar activadores de las sirtuinas, que podrían ser vendidos como fármacos para prevenir las enfermedades asociadas al envejecimiento, entre ellas la diabetes, los trastornos cardiovasculares, el cáncer, el Alzheimer, las cataratas y la osteoporosis.

"Si las sirtuinas funcionan, la gente no sólo vivirá una vida má larga, sino más saludable", asegura David Sinclair, codirector del Laboratorio de Biología del Envejecimiento, de la Universidad de Harvard.

Lo que ha ocurrido

La esperanza media de vida en los países desarrollados, que rondaba los 45 años a principios del siglo 20, se ha duplicado en los últimos 100 años, debido a las vacunas, a los antibióticos, al saneamiento de las aguas y a la higiene en todos los ámbitos.

El fenómeno refleja la victoria de la Medicina moderna contra las enfermedades infecciosas, y también demuestra que lo característico de la especie humana no es vivir 70 u 80 años, sino mucho más que eso.

En todos las épocas y lugares siempre ha habido personas muy longevas. Por ejemplo, Demócrito, el más influyente filósofo presocrático, murió en el año 370 antes de Cristo —casi en tiempos de Aristóteles— habiendo cumplido los 109 años de edad. Así lo hizo constar, maravillado, el astrónomo Hiparco de Nicea.
Pero otros famosos de la antigüedad también vivieron muchos años, entre ellos Jenófanes, Pirrón y Eratóstenes, cada uno de los cuales acumuló cerca de una centena de años.

Pero el caso más conocido de la historia reciente fue el de Jeanne Calment, que llamó la atención durante la celebración del centenario de la muerte el famoso pintor Vincent van Gogh.

En esa ocasión los periodistas empezaron a llegar en tromba al poblado de Arlés, una tranquila comunidad de la Costa Azul (de Francia) donde Van Gogh había desarrollado su peculiar estilo pictórico.

Jeanne había nacido en 1875 y tenía, por tanto, 13 años cuando Van Gogh pintó la terraza del café de Arles y el famoso cuadro de su dormitorio.

Jeanne Calment expiró en 1997, a la edad de 122 años, 5 meses y 14 días. Es la marca absoluta de longevidad de nuestra especie: la vida máxima alcanzada por un ser humano registrado en la era moderna.

Los genes importan

Hace 10 años el biólogo del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT), Leonard Guarente, descubrió que las sirtuinas (las proteínas de la longevidad), eran estimuladas por el gen SIRT1.

Los investigadores creen que las sirtuinas, promovidas por el gen SIRT1, podrían ser el nexo buscado entre los genes de la longevidad y los hasta ahora misteriosos efectos de la restricción calórica (la restricción calórica eleva los niveles de sirtuinas).

Todavía no se sabe a qué se debe esa íntima conexión entre la longevidad, las sirtuinas y el control de la comida, pero los investigadores ya están empeñados en averiguarlo —si lo logran la vida daría un giro total.
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A envejecer sin envejecer

Es posible prolongar la juventud si se tienen constumbres saludables.

Aunque es imposible evitar que el organismo se deteriore, sí se puede prolongar la juventud y llegar saludablemente a la tercera edad.


La medicina antienvejecimiento, que se especializa en el tema, ofrece alternativas.

Se ha postulado que el envejecimiento celular se debe a la acción de los radicales libres, moléculas que promueven la actividad eléctrica exagerada de las células, acelerando su deterioro.

Desde que la juventud y la vitalidad fueron elevadas por la sociedad a la categoría de valores, a nadie le gusta envejecer, y mucho menos enfrentarse a la idea de los achaques y los problemas de salud que se creen inevitables en la tercera edad.

El envejecimiento, fruto de la interacción entre genética y medio ambiente, es un proceso por el que pasa todo ser vivo. Es difícil determinar cuándo empieza este deterioro, pero algunos científicos creen que ocurre cuando se alcanza la máxima vitalidad del organismo, que es alrededor de los 30 años; otros más dogmáticos consideran que eso sucede desde el momento mismo del nacimiento.

Contrario a lo que ocurre con el crecimiento, el envejecimiento no está absolutamente definido por la genética, pues existen factores externos y ambientales que lo determinan.

Allí interviene la llamada medicina antiedad, que también se conoce como medicina funcional preventiva, que promueve la intervención de los factores que determinan este proceso.

Carlos Cano, director del Centro de atención al adulto mayor de la Fundación Santa Fe, de Bogotá, explica que si bien hay aspectos genéticos que no pueden modificarse, toda persona puede adoptar medidas para prolongar la juventud y la calidad de vida. Estas son las pautas que propone:

1. Coma bien: siga una dieta baja en grasas saturadas (animales, industriales y procesadas), harinas y azúcares refinados, pero rica en verduras, frutas y pescado fresco; es necesario utilizar aceites mono y poliinsaturados (oliva, canola, ajonjolí y maíz, entre otros) e hidratarse bien.

2. Ejercítese: se recomienda hacer por lo menos dos horas y media de actividad física en condiciones aeróbicas (trotar, correr, montar en bicicleta, nadar, patinar, bailar), a lo largo de la semana.

3. Diga no: al cigarrillo, al alcohol y a otras drogas que causan efectos nocivos en el organismo y se cuentan entre los principales factores de riesgo de males crónicos como los cardiovasculares y el cáncer.

4. Relájese: el estrés causa una sobrecarga a todos los órganos y tejidos del cuerpo, condicionada por factores hormonales que ponen al organismo en un estado de alerta que, de mantenerse, puede lesionar las células. Técnicas orientales como el tai chi se recomiendan.

5. Gimnasia mental: distintos estudios han concluido que en las personas más cultas y educadas, el deterioro de las funciones mentales y la progresión de enfermedades como el Alzheimer es mucho más lento. Fíjele retos al cerebro: trate de recordar nombres, direcciones y teléfonos sin anotar; llene crucigramas y haga cálculos mentales.

6. Medicina preventiva: consulte con el médico periódicamente y sométase a análisis y chequeos que permitan establecer cuál es su estado de salud e incluso detectar enfermedades en forma temprana.

Es posible prolongar la juventud si se tienen costumbres saludables.

¿Y si ya hay deterioro?

Andrés Lucena, médico y especialista certificado por la Academia Americana de Antienvejecimiento, asegura que es cada vez mayor el número de personas que se interesan por saber qué tan deteriorado está su organismo y buscan asesoría para mejorar sus condiciones, hacer más lento ese desgaste y prevenir. "La medicina antienvejecimiento recurre a los últimos avances médicos y tecnológicos para hacer prevención -dice; el propósito es mantener la vitalidad, prolongar los años de vida productivos y mejorar la calidad de vida".

Aunque a su consulta llegan muchas personas buscando alivio para sus síntomas, no se concentra en tratarlos específicamente, "en lugar de eso -asegura- asumimos cada caso de manera integral y tratamos de llegar al fondo de los problemas".

Para establecer cómo el entorno y el medio ambiente afectan a una persona se vale de análisis especializados (algunos en saliva y cabello) que pueden medir deficiencias nutricionales, grado de toxicidad, niveles hormonales (a partir de los 30 años estos empiezan a bajar), estrés y sobrepeso; también analiza marcadores bioquímicos de envejecimiento (sustancias que aparecen con el desgaste celular).

A partir de lo que encuentra diseña un tratamiento individualizado para impactar todas las áreas afectadas. El especialista explica, por ejemplo, que todas las células del cuerpo tienen una frecuencia normal de vibración que puede alterarse por factores ambientales, el estrés, las enfermedades y el propio envejecimiento. A través de un equipo detecta dichas variaciones y mediante energía vibracional trata de llevar a las células a su estado normal de vibración. Es, en otras palabras, un proceso de resonancia celular, que recurre al uso de energía cuántica.

Otros tratamientos que el especialista menciona son la quelación (aplicación de sustancias específicas para sacar tóxicos del organismo), uso de hormonas bioidénticas para reemplazar las que se desgastan, y adecuación de la dieta (a base de alimentos orgánicos) con el uso de suplementos y oligoelementos que el cuerpo ha dejado de asimilar o que ya no produce.

"Vale recordar -agrega Lucena- que nada es más importante que prevenir el deterioro desde edades tempranas. Nunca es demasiado temprano para empezar".

La adaptación a la vida moderna también cuenta. Se dice que algunas enfermedades o cambios en el cuerpo se dan por falta de adaptación a factores como la alimentación moderna, que puede causar daños en las arterias o en las articulaciones; según dicen, el hombre no se adaptó a estar de pie.

50 veces es la capacidad que tienen las células de dividirse antes de morir, según descubrió el profesor estadounidanse de anatomía Leonard Hayflick a mediados de los 60. Hace cerca de diez años científicos de Estados Unidos concluyeron que eso ocurría por el desgaste progresivo de una parte de sus cromosomas (que guardan el material genético).



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Patentan una terapia de modificación genética para las inflamaciones crónicas

Las enfermedades inflamatorias crónicas se podrán tratar con un nuevo método de modificación genética de células sanguíneas, patentado hoy mediante la firma de un acuerdo de cotitularidad entre varias organizaciones de salud.

El acuerdo ha sido firmado hoy por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB), el Instituto de Investigación de Ciencias de la Salud del hospital Germans Tries i Pujol (IGTP), la Institución Catalana de Investigación y Estudios Avanzados (ICREA) y la empresa farmacéutica Grífols, según ha informado la UAB en un comunicado.

El método permite modificar genéticamente un tipo específico de células sanguíneas implicadas en el proceso inflamatorio y suministrar el medicamento de forma selectiva en las zonas afectadas.

Concretamente, el método se lleva a cabo a través de la aplicación de genes terapéuticos en las células sanguíneas del propio paciente con un nanotransportador, que modifica sensiblemente su función.

Por lo tanto, el nanotransportador permite modificar las células extraídas del paciente y convertirlas en células medicamento, que pueden ser almacenadas y readministradas, tanto para combatir brotes de la enfermedad como tratamiento preventivo de recaídas.

El objetivo de este tratamiento es que las propias células del enfermo sean las productoras de moléculas terapéuticas y lo hagan de manera específica, local y regulada, un nuevo tratamiento que, según los investigadores, avanza hacia el desarrollo de la terapia personalizada.

Hasta ahora, el tratamiento que se aplica para las enfermedades inflamaciones crónicas es a través de medicamentos paliativos, pero no curativos.

EFE , Barcelona

http://www.adn.es/local/lleida/20090429

Una variación genética común influye en el desarrollo del autismo


Agencia EFE Martes, 28 de abril 2009

Un grupo de científicos ha encontrado la primera evidencia clara de que una variación genética común influye en el desarrollo del autismo, según una investigación cuyos resultados publica la edición semanal online de la revista "Nature".

La investigación se centra en los polimorfismos de un solo nucleótido o SNP (por sus siglas en inglés), que son una variación muy frecuente en la secuencia de ADN que afecta a una sola base -adenina, timina, citosina o guanina- de una secuencia del genoma.

Los SNP forman hasta el 90% de todas las variaciones genómicas humanas en la secuencia del ADN y determinan la respuesta de los individuos a enfermedades, bacterias, virus y fármacos.

Hasta ahora se creía que no guardaban relación con los trastornos del espectro autista (TEA), el grupo de discapacidades del desarrollo provocadas por una anomalía en el cerebro, pero los profesores Hakon Hakonarson, del Hospital Infantil de Filadelfia (EEUU), y Gerard Schellenberg, de la Facultad de Medicina de la Universidad de Pensilvania, rebaten esta creencia.

La asociación genética con los TEA era hasta ahora difícil de encontrar por la complejidad de los síntomas clínicos y por la propia arquitectura genética, pero los trabajos realizados por Hakonarson y Schellenberg han superado este problema.

En una de las investigaciones se identificaron seis SNPs junto a dos genes codificadores de proteínas, lo que implica que las moléculas que adhieren las células neuronales juegan un papel en el desarrollo de los distintos tipos de autismo.

En la segunda investigación se identificaron dos trayectorias o recorridos genéticos en el sistema nervioso que contribuyen de manera significativa a la susceptibilidad genética a sufrir TEA.

Los genes encontrados en una de las trayectorias eran los responsables de una degradación proteínica -un proceso que tiene que ver con numerosos trastornos genéticos- y los encontrados en zonas asociadas con la adherencia neuronal guardaban una estrecha relación con el desarrollo del autismo.

Schellenberg manifestó en una conferencia de prensa telefónica que la investigación abre el camino para encontrar eventuales tratamientos farmacológicos del autismo.

"Ahora sabemos que tenemos que identificar las proteínas que son responsables de este proceso. Es un gran salto hacia delante saber cuál es el objetivo en el que nos tenemos que centrar", declaró.

Hakonarson añadió que estos trabajos han permitido "ir más alla de la puerta principal de este trastorno" y constatar que "hay muchos genes que interactúan e influyen en el desarrollo del autismo

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martes, 28 de abril de 2009

Un estudio explica por qué padecen epilepsia personas sin predisposición genética a esta enfermedad

Madrid, 27 abril 2009 (mpg/AZprensa.com)

En un estudio publicado este mes en el 'Journal of Neuroscience', un equipo dirigido por Dwayne W. Godwin, profesor de Neurobiología y Anatomía, explica el hallazgo de un gen, ya conocido por predisponer a personas que heredan una forma activa del mismo a sufrir distintas formas de epilepsia, puede realmente ser 'encendido' en animales en los que no aparece esa forma activa heredada.

El gen codifica un canal de calcio en el cerebro subyacente a los ataques, de forma que el hallazgo puede revelar un mecanismo por el cual la epilepsia se desarrolla en aquellos que no tienen una predisposición genética de sufrirlo.

Los canales de calcio se presentan en una variedad de formas en el cuerpo y son responsables de varias funciones clave, dependiendo de su ubicación y cantidad. Los canales de calcio en el cerebro están alojados en la membrana de las células cerebrales, donde se ocupan del tránsito de iones de calcio a la célula y son responsables de la actividad eléctrica del cerebro. El paso de iones de calcio a las células determina cómo de excitable son las células, y de qué manera una actividad anormal puede extenderse por el cerebro.

En el estudio, los investigadores usaron un modelo de ratón para observar cambios en el tejido de las regiones del cerebro involucradas en los ataques, el hipcampo y el tálamo. Midieron esos cambios en diferentes intervalos de tiempo a medida que los ratones desarrollaban epilepsia. Los investigadores encontraron que tras un ataque inicial, mayor número de este tipo específico de canales de calcio comenzó a expresarse donde antes no lo hacia., y la presencia del canal causaba una actividad cerebral que se hacía crecientemente anormal y epiléptica.

"Los canales de calcio realizan una función de valor", declaró Godwin., "pero en el lugar y el momento equivocado, su presencia puede ser nociva. En el contexto de los circuitos cerebrales, las células del cerebro que tienen demasiadas copias del canal pueden volverse sobreexcitadas y con una respuesta anormal". El gen concreto que activa esos canales mal ubicados ha sido denominado 'gen de la susceptibilidad' porque se manifiesta en los perfiles genéticos de algunos pacientes epilépticos.

En otros pacientes no hay indicación genética de que sean capaces de hacer copias extra del canal. "Lo que hemos hallado es que este gen puede ser encendido en pacientes donde esa susceptibilidad no aparece heredada", dijo Godwin.





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lunes, 27 de abril de 2009

La vida conduce a la emergencia humana

Autor: Miguel Lorente

Fecha de publicación: Enero 26, 2009



La Biología nos hace vislumbrar el sendero evolutivo que conduce al hombre

¿Hasta dónde nos permite llegar el conocimiento de la vida en la ciencia biológica? ¿Nos permite la Biología moderna llegar a la verdad? Un interesante coloquio entre un profesor universitario y un investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas nos hace entrar en la ponderación de la imagen de la vida que nos ofrece la ciencia actual. La vida es una organización de la materia, pero una materia dinámica y procesual en cambio ascendente hacia forma de organización superior. Sin embargo, la ciencia tiene sus propios límites y nos deja a las puertas del misterio de la realidad. La gran ayuda de la ciencia a la religión ha sido su contribución a la purificación de la idea de Dios.

El día 30 de enero de 2008 tuvo lugar en el Centro Pignatelli de Zaragoza un coloquio entre Ignacio Nuñez de Castro, catedrático de bioquímica en la Universidad de Málaga, y Guillermo Giménez Gallego, profesor de investigación en el Consejo Superior, en torno a las preguntas que hoy plantea la filosofía de la Biología. Giménez Gallego nos presenta un mundo en que la vida es materia, pero no una materia “materialista”, sino una materia “vitalista”: una materia en proceso abierto que crea, por emergencia desde ella misma, la organización de la vida y la dinámica evolutiva que conduce al hombre.

El enigma de la materia no ha sido resuelto por la ciencia, pero ésta nos ha descrito con enorme precisión cómo es la vida, cómo se organiza y cómo funcionan los sistemas vivientes. Debemos suponer que el hombre nace de este proceso evolutivo, pero no sabemos cómo en todos sus detalles. Sabemos que el hombre que creó el arte estaba ya en un estado de conciencia que le situaba ante la transcendencia y lo absoluto. Esto es un hecho confirmado por la historia posterior. La ciencia, al hacernos entender que el hombre espiritual es un resultado de la vitalidad interna de la materia, nos permite purificar nuestra idea del universo, pero al mismo tiempo, nuestra idea de Dios… El interés del coloquio nos induce a reproducirlo aquí, excluyendo por su extensión la última parte con participación del público.

Presentación del Coloquio

Juan José Bastero, profesor de biología en Zaragoza, tuvo a su cargo la presentación del entrevistador (Ignacio Nuñez de Castro, IN) y del entrevistado (Guillermo Giménez-Gallego. GG). Entre otras cosas, Bastero se refirió a los rasgos sobresalientes de su curriculum.

“Con nosotros, dos jesuitas y buenos amigos, ambos científicos biólogos: Ignacio Núñez de Castro y Guillermo Giménez-Gallego. Como buenos biólogos tienen unos rasgos comunes: ambos son jesuitas, ambos nacidos en el sur de España, ambos doctores en Ciencias. Después viene la diferenciación biográfica, profesional, investigadora. Cada uno ha publicado más de un centenar de artículos de investigación en revistas científicas de difusión internacional. Los dos han tenido estancias de docencia y de investigación en el extranjero, tanto en Europa como en América”.

“Ignacio Núñez de Castro se ha centrado en la cátedra de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Málaga, donde ha ejercido docencia e investigación, concretamente en el metabolismo del nitrógeno en células tumorales. Pertenece a la Sociedad Española de Bioquímica y también a la Academia de Ciencias de Málaga. Otra dedicación especial suya ha sido el pensamiento sobre la ciencia, la búsqueda de una reflexión sobre la biología, de lugares de diálogo y encuentro entre ciencia y religión, fe y razón; a todo lo cual ha podido dedicar más tiempo a raíz de su jubilación reciente. Ello le ha llevado a ser docente de Filosofía de la Naturaleza y también de Bioética en el Seminario de Málaga y en la Facultad de Teología de Granada”.

“En cuanto a Guillermo Giménez-Gallego, se ha dedicado preferentemente a la investigación en proteínas Es miembro de la Real Academia de Farmacia, donde en este momento preside la sección IV (Bioética), y ha sido dos veces director del Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC. El pasado 14 de noviembre se hizo público un importante descubrimiento del equipo al que pertenece: una proteína denominada SEVI que se encuentra en el semen humano y que facilita la penetración de partículas virales del SIDA en el paciente. Y todo ello en el marco de una vida de búsqueda de sentido, de humanismo científico y de diálogo permanente con la fe cristiana”.

“Ambos han venido varias veces a este Centro Pignatelli de Zaragoza y van a tomar la palabra no como dos ponencias, sino en diálogo mutuo, planteando distintos interrogantes y dando pie a que el público también manifieste al final sus inquietudes. Bienvenidos, pues”.

Texto del coloquio

(IN) Buenas tardes. Ante todo quiero agradecer la invitación del Centro Pignatelli, adonde vengo siempre con mucho gusto; ahora se llega más fácilmente desde el sur de España.

Profesor Guillermo Giménez-Gallego: La Biología es una Ciencia relativamente joven. Incluso el término Biología se acuña en 1810 simultáneamente por Treviranus y Lamarck. ¿Crees que la Biología, la Biología actual que conocemos como Biología Molecular, puede darnos verdaderamente una luz, una verdad en nuestra búsqueda de lo que es el mundo, la realidad que nos rodea, el ser humano con sus preguntas recurrentes y por último abrirnos a la transcendencia?

(GG) Primero quiero decir dos cosas. Una, que quien debía contestar eres tú, que has tenido mucho más tiempo que yo para hacer esa reflexión; yo todavía estoy envuelto al cien por cien en los trabajos experimentales, aunque de una manera consciente, reflexiva, y como jesuita por algo más que por el hecho del triunfo personal. La otra cosa que quería decir sobre esa proteína que has comentado antes, es que su importancia se refiere al virus del SIDA (me parece que no ha quedado claro). El problema que hay con el virus del SIDA es que actualmente su trasmisión es sobre todo por vía sexual (no por la drogadicción, donde ya está muy controlado). Nadie se explicaba hasta ahora cómo se puede trasmitir, puesto que el gran trasmisor es el hombre, en la eyaculación hay muy pocos virus y además se trata de un virus tremendamente lábil. Igualmente nadie se podía explicar cómo era tan eficaz. Y lo es por esta proteína SEVI que hace que el virus encuentre su blanco (es como una verdadera casamentera).

Con respecto a la verdad en la Biología: En ciencias nosotros hablamos más bien de coherencia, más que de verdad. Empleamos sistemas coherentes para describir el mundo. Nuestra moral últimamente parte de un conocimiento de la realidad y la ciencia trata de describir esa realidad con más detalle, ayuda a valorar más esos detalles, ofrece una orientación, una prolongación fina de las perspectivas para conocer mejor cómo está el mundo y tomar las decisiones éticas. Pensar que la ciencia nos va a llevar a la verdad fue una ilusión de la Ilustración; después de Kant ya nadie apuesta por ello. La verdad absoluta no se alcanza por la ciencia. La ciencia describe el mundo accesible a los sentidos de una forma muy fina y lógicamente nuestras acciones morales hay que hacerlas en ese mundo; en la medida en que la ciencia describa mejor ese mundo, podremos tomar unas decisiones morales más racionales.

(IN) Te decía antes que la Biología como tal es una ciencia relativamente joven. Sin embargo, Aristóteles fue el primero que intentó hacer una Metabiología como parte de su Filosofía Natural de tal manera que un tercio del “Corpus Aristotelicum”, es decir, de lo que nos ha llegado a nosotros de Aristóteles, se refiere a los organismos vivos: tratados como: “Sobre el alma”, “De la generación y corrupción”, “De las partes de los animales” y “La historia de los animales” han influido fuertemente en la concepción de los seres vivos, de tal manera que la Biología hilemórfica ha sido la conductora hermenéutica en la interpretación de lo que es un ser vivo desde Aristóteles hasta nuestros días, pasando por toda la Escolástica y todo el pensamiento de la Filosofía occidental. Por otra parte en el s.XIX aparece una Biología muy reduccionista, que considera desde Descartes a los animales como puras máquinas porque no tienen res cogitans, carecen de pensamiento. ¿Crees que es posible un nuevo acercamiento a la comprensión de los organismos vivientes que no sea la Biología puramente dualista, la vía hilemórfica, es decir la que nos habla de un principio vital, ni la vía reduccionista, que reduce los vivientes a puras máquinas? ¿Qué pensamiento se va imponiendo a los biólogos en nuestros días de una manera espontánea?

(GG) Primero hay que decir que la Filosofía Natural de Aristóteles es tremendamente importante, porque es ahí donde nace la Ciencia moderna. Los grandes científicos, Galileo mismo, hablaban de Filosofía Natural, y el gran libro de Newton se llama “Philosophiae Naturalis Principia Mathematica” (Principios Matemáticos de la Filosofía Natural). Es ahí de donde la nace la Ciencia. Con gran desprecio al principio los escolásticos les llamaban los “novatores”, los que venían con novedades: si ya se comprendía toda la metafísica, a qué venían estas innovaciones. Aristóteles, con el mundo que tiene en sus manos y la experiencia de Platón, describe un mundo que es dual. Aunque haya prestado grandes servicios a la filosofía y a la teología, supone una concepción de la materia como algo absolutamente inerte. El ejemplo típico de materia sería la piedra, que lo único que puede hacer es ser piedra. Tiene que haber algo que lo anime, porque la materia de suyo es inerte. Pero la experiencia que tenemos hoy día de la materia no es ésa, sino que cuando conseguimos un cierto nivel de complejidad en la materia, esa materia empieza a valerse por sí misma, empieza a producir más cosas por sí misma. Habrán visto en los periódicos de estos días que el científico norteamericano Craig Venter ha sintetizado un cromosoma bacteriano in vitro. El experimento ha sido crear una molécula por síntesis química y, cuando este experimento esté acabado, esa molécula empezará a hacer muchas moléculas más por sí misma. Esto quiere decir que la materia no es una piedra, que la materia, puesta en las condiciones adecuadas, es capaz de hacer cosas y dar mucho más de sí misma, últimamente, un organismo vivo. Esto no implica ningún materialismo. No hay que recurrir a ningún impulso vital que venga de fuera, sino reconocer que esa misma materia que nosotros considerábamos que no tiene impulso vital, resulta que lo tiene. Que si se pone en determinadas condiciones, se pone a hacer. Esto es lo que ha dado lugar a la vida en la tierra, cuando hay esas condiciones la materia empieza a reproducirse a sí misma, a copiarse, y a seleccionar de sus propiedades las más prácticas. Esto no es materialismo. Materialismo sería decir que no existe nada más que la materia. Hoy en día hay que decir que eso que llamamos materia es una caracterización muy primitiva, muy primitiva, del mundo que nos rodea. Porque, puesto en condiciones, es capaz de dar lugar a nuevas cosas.

(IN) Parece ser por tu respuesta que la propia Biología, hoy día, no quiere ser reduccionista. Ya algunos biólogos han dicho que no se puede sacrificar la vida en el altar de la Física y que son necesarias nuevas matrices conceptuales para la comprensión de un organismo vivo. Estas matrices conceptuales serían: considerar a los organismos vivos como una totalidad, como una unidad de reacción, como un sistema organizado, que tienen una finalidad interna. Aristóteles apuntaba a esto cuando afirmaba lo que él llamaba el “alma”; lo que animaba a los seres vivos, lo llamaba él “entelecheia” (entelequia, decimos nosotros en castellano), es decir, tener la finalidad dentro de sí, poseer una finalidad interna. Los organismos vivos se comportan como un proceso y están en continuo cambio, es decir, en continua evolución (aunque Aristóteles no usó esta palabra, sí decía que los seres vivos nacían, vivían, se reproducían y morían) . ¿Estarías de acuerdo como biólogo experimental en atribuir a los organismos vivos para intentar describirlos estas categorías fundamentales: unidad, totalidad, sistema, finalidad, proceso, evolución…?

(GG) Pienso que no se pueden concebir como categorías extrínsecas. Lo que uno percibe, como he dicho antes, mirando el mundo desde la ciencia de hoy, es que la materia, puesta en determinadas condiciones, se pone en marcha y da lugar a la vida. Todo eso de la finalidad: por supuesto, pero desde dentro. Diríamos que la materia tiene esa tendencia a dar, en cuanto puede, esas formas complejas que son capaces de reproducirse y claramente de producir formas cada vez más complejas y cada vez más perfectas a la hora de reproducirse, y de dar diferentes formas de vida. La última forma más cualificada sería el hombre y hay que reconocer que todo lo que tiene el hombre de trascendencia y de espíritu tiene un gran valor biológico. No hay más que ver cómo ha sido capaz de colonizar la tierra entera y, como siga así, va a ser capaz de acabar con todos los animales. Eso es un verdadero éxito biológico. Y la razón de ese éxito es haber alcanzado lo que nosotros llamamos espíritu, o el convencimiento de que existen valores absolutos, algo de lo que el hombre no puede prescindir y que desde luego es un éxito de la evolución humana. Yo estoy de acuerdo con lo de Aristóteles, pero hay que verlo desde la perspectiva de hoy, como cualidades absolutamente intrínsecas del sustrato que llamamos materia.

(IN) Lo que más nos acerca a la comprensión de los organismos vivos, desde una bacteria hasta los seres humanos, es que son organismos procesuales. Tenemos ahora una filosofía procesual, que nos puede servir como instrumento intelectual para estudiar los organismos vivos. Si esto es así, ¿por qué se ha tardado tanto tiempo es descubrir esta cualidad fundamental de los organismos vivos? Vayamos por partes: tú eres especialista en estructura de proteínas. Ya dijeron los primeros bioquímicos en el siglo XIX que las proteínas eran lo más fundamental, lo primero, de lo que están compuestos los organismos vivos, de ahí su nombre “proteína”, de proteion (lo primero, en griego). ¿Qué diferencia encuentras tú, que te dedicas entre otras cosas a estudiar estructuras de proteínas, con lo complejas que son, entre una proteína cristalizada en un frasco en el laboratorio y una proteína en el interior de un ser vivo?

(GG) Sí, ahí hay una diferencia fundamental para la Biología y para la Ciencia en general. Es a finales del siglo XX cuando se toma conciencia de que la Ciencia no es más que una descripción de una realidad que se nos escapa. Para la Ilustración era la quintaesencia de la realidad. Tanto que cuando Descartes descubre la Geometría Analítica y por tanto la descripción de las formas de la realidad, a un amigo suyo que está muy enfermo le dice que a ver si los galenos le mantienen todavía unos cuantos meses para que él acabe la Geometría Diferencial y con eso le pueda curar. ¿Por qué? Porque se pensaba que la Ciencia describía la esencia de la realidad, tal como Dios la veía. Newton se consideraba un teólogo y lo que él pensaba hacer era Teología. Y al formular las leyes del movimiento de los planetas, pensaba acceder al pensamiento de Dios. Luego viene la crisis de la Ilustración, viene Kant y nos acaba convenciendo de que la realidad se nos escapa y lo único que hacemos con la Ciencia es hacer unos modelos que nos sirven para manejar la realidad. Por eso he distinguido antes entre coherencia y verdad. Sabemos que esto es un brazo y esto un hombro, pero no sabemos qué hay detrás. Este es el gran problema de las ciencias, que nos dan modelos, aproximaciones. La Ciencia funciona a base de fotos fijas. Si uno calcula la anchura del Ebro, es una foto fija, porque el Ebro no tiene la misma anchura ni siquiera durante dos segundos, como un pintor que pintase el Ebro con sus orillas y todo, sería una foto fija, porque el Ebro no tiene las mismas orillas nunca. Cuando uno quiere hacer esas fotos fijas y llega a la Física Cuántica y ve que la realidad últimamente son partículas, pero llega un momento en que no podemos ya seguir haciendo fotos fijas. Tenemos que ser conscientes de la pobreza de nuestra descripción de la realidad, porque si nos creemos que las fotos fijas son la realidad, vamos a sacar una serie de conclusiones tremendamente absurdas. Nos podemos creer que las etapas en que nosotros dividimos un proceso, son la verdadera realidad, y no es verdad. El ser vivo es como el Ebro, que está continuamente fluyendo. Tenemos la habilidad de, si están bien hechas esas fotos fijas, poder hacer cálculos sobre ellas y hacer puentes y edificios y medicinas y muchas cosas. Y hacer Ciencia es hacer fotos fijas buenas, coherentes. Cuando nosotros dibujamos una proteína con esas formas tan bonitas, eso es una foto fija, que nos sirve para determinadas cosas; pero si nos empeñamos en que una proteína es eso, podemos llegar a los mayores disparates.

(IN) ¿No nos estará traicionando aquí un poco nuestro pensamiento griego, enfocado a la “sub-stancia” (lo que está debajo), que siempre permanece, la realidad “sub-stante”? Sería más interesante cambiar de manera de pensar, (cambiar de “chip”, como decimos ahora) y, en lugar de realidades “sub-stantes”, hablar, como decías tú, de realidades “supra-stantes”: la ciencia va viendo siempre los resultados de todo eso que de alguna manera “está”. Siguiendo el ejemplo de la proteína, que es lo que tú dominas, es interesante observar que hasta una molécula no es lo mismo estudiarla como una especie química (lo que describíamos antes como cristalizada en el interior de un frasco), que en el interior de una ser vivo donde se dan pequeños cambios conformacionales en la misma proteína –parece que está como “respirando”, lo que los cristalógrafos han llamado el “breathing de la proteína”–, fenómeno que va a tener una repercusión inmediata en la serie de proteínas con las cuales esta proteína se relaciona y en otras moléculas que llevan la información como son los ácidos nucleicos. Hacer una foto fija, como muy bien decías antes, nos llevaría a conocer sólo una parte; ya decía san Agustín que nosotros sólo conocemos el instante del presente, pero no podemos conocer el devenir de las cosas pasadas, ni de las cosas futuras, salvo que utilicemos la memoria y utilicemos la esperanza. El tiempo es una categoría fundamental de todo, y también esencialmente de la vida. ¿Sería correcto afirmar que no es lo mismo, que no se comporta de la misma manera, una proteína cristalizada, como la que tú llevas tantos años estudiando, que una proteína en el interior de un ser vivo?

(GG) No es lo mismo, por la misma razón por la que unos mismos medicamentos no nos sientan igual de bien a todos. Las “fotos fijas” a las que me refiero nos son tremendamente útiles. Pero tenemos que olvidarnos de la idea de la Ilustración de que ellas constituyen la quintaesencia de la realidad. Estamos completamente convencidos de que la realidad se nos escapa y de que éstos son medios muy limitados como para identificarlos con la realidad. Si seguimos con el pensamiento de la Ilustración podemos llegar a ideas tremendamente absurdas, y de ahí las disputas sobre el estatuto del embrión y todo eso. Etapas que son meramente descriptivas, para podernos manejar, estamos tomándolas como lo que nos describe la realidad de verdad, “el embrión tal como Dios lo ve”, por decirlo así con la mentalidad de la Ilustración. Vuelvo a decir lo mismo del Ebro, que no tiene ni un nanosegundo la misma anchura. Lo que ocurre es que la ciencia ha tenido tanto éxito: no hay más que ver cómo se ha alargado la vida, cómo vivimos confortablemente ahora, cómo puedes llegar ahora de Málaga a Zaragoza en cinco horas… La técnica ha tenido tanto éxito, que pensamos que hemos dado con las claves de la realidad y que la podemos manejar como Dios la manejaría. Los principios de funcionamiento del sistema nervioso los conocemos todos, probablemente ya no hay ningún resquicio nuevo del funcionamiento del sistema nervioso que desconozcamos. Pero de ahí a describirlo químicamente… Primero: describir químicamente una emoción: ¿la podemos describir así? Ni siquiera la versión química de una emoción. Conocemos muy bien los principios de la química cuántica, pero cómo describir por completo cuánticamente un átomo, aun el de hidrógeno, que es el más sencillo que hay… Vuelvo a decirlo: porque sepamos describir las proteínas y los canales iónicos, y las corrientes, no podemos decir que eso sea ya la quintaesencia de la realidad. Basta fijarse en el gran problema de la división celular.

(IN) Si eso es así, si tan importante son las estructuras moleculares que estudiamos como fotos fijas, como las relaciones de unas macromoléculas con otras, ¿podemos preguntarnos qué mantiene la unidad funcional que supone una célula, dada su enorme complejidad de estructuras y funciones integradas? Nosotros podemos analizarlo todo, pero por así decir dando a la moviola al revés llegamos a una unidad. Y a una unidad que en los seres humanos decimos “yo”: yo no soy ni mis manos, ni mis pies, ni mis ojos, ni siquiera mi cabeza, ni mi cerebro, ni siquiera las proteínas de que están compuestos… ¿Quién mantiene esa unidad funcional, que al final y al cabo es un ser vivo? ¿Cómo lo podríamos entender?

(GG) Esto sí que es difícil de responder. Entre otras cosas porque eso de alguna forma escapa ya a la Ciencia. ¿Quién es últimamente responsable de la unidad? Cuando uno mira la materia viva, hay que ver las cosas que es capaz de hacer la materia; si sólo la vemos como un adoquín y es capaz de hacer todo esto…. Hay que verlo intrínsecamente, en el interior de la materia, y eso desde luego escapa a la Ciencia, no se puede traducir químicamente, ni biológicamente, ni bioquímicamente, ni de ninguna manera. Pero es fundamental tener conciencia de ello; así es como no se cae en el materialismo.

(IN) Antes hemos hablado del “breathing” de una proteína, es decir, esa serie de cambios conformacionales. Si esto ocurre en una proteína que es una sola molécula, cuando en una bacteria pequeñita hay del orden de las 3000 proteínas diferentes, cuánto más podemos hablar de los cambios de las diferentes moléculas de los seres vivos y aún más de los cambios en las moléculas que tienen información, como son los ácidos desoxirribonucleicos, que parecen ser los responsables de que los seres vivos vayan cambiando, vayan evolucionando, se vayan adaptando a los medios en los cuales tienen que vivir. ¿Podríamos decir que evolucionar, cambiar, ser procesos en evolución, es la característica fundamental de los organismos vivos? En una palabra: ¿vivir es evolucionar o vivir es estarse quieto?

(GG) Es obvio que hay una componente fundamental de evolución en los seres vivos. Hay un fenómeno que no conviene descuidar. Supónganse que estamos en un momento intermedio de la evolución, en la época de los dinosaurios, por poner un ejemplo. ¿Por qué a partir de ahí no se vuelve hacia atrás? Hay claramente un parámetro ascendente, hacia sistemas nerviosos cada vez más complejos, que dan cuenta de conductas más complicadas. Es una pregunta que tiene muy mala fama en general, tanto para los biólogos, como para los filósofos; cuando uno la hace, porque parece que uno está ahí asomando “la cola serpentina” (como dice san Ignacio) del diseño. Lo mismo que hay formas muy exitosas de vida muy elementales, ¿por qué de los vertebrados no han vuelto a salir invertebrados y bacterias y levaduras y hongos, sino que cada vez se ha ido a sistemas nerviosos más complejos? Si es que el único principio que gobierna es el éxito de la solución, en puro darwinismo: se buscan soluciones y las más exitosas se consolidan; el azar produce formas, la mayor parte de ellas fracasadas, pero de pronto surge una forma exitosa y tira adelante. Con esa filosofía, igual se podría ir hacia atrás, porque las formas primitivas siguen perviviendo, y con qué potencia. Yo me he encontrado una vez levaduras que habían sido capaces de sobrevivir en condiciones extremas…; una vez me trajeron unas muestras de unas lentes de los teodolitos del Sáhara, que se habían vuelto turbias. Y es que había unos hongos que bebiendo de no se sabe qué agua, porque el agua es el principio de la vida, y alimentándose de la grasa que tenían las lentes de los teodolitos, habían sido capaces de crecer y perforar el cristal. ¿No es eso una forma exitosa de vida que ha pervivido, y elemental? Lo que uno no se explica es que, si el único criterio es el éxito, la evolución no haya tenido también marcha atrás y marcha adelante. No ha tenido nada más que marcha adelante. Eso hay que tenerlo en cuenta, ahí se nos descubre una propiedad de la vida que se debe tener en cuenta. Teilhard de Chardin era un firme creyente de ese parámetro: la llamada ortogénesis.

(IN) Jacques Monod decía, después de mucho pensarlo, que había dos cualidades que distinguen a los organismos vivos de los no vivos: una era la teleonomía, la finalidad, de la que hemos hablado antes, y otra era la emergencia de novedad, la capacidad de vivir situaciones nuevas e irse adaptando a esas situaciones nuevas, lo que llamaba él la emergencia de novedad, que sería, junto con la finalidad, las dos cualidades que distinguen a los organismos vivientes. Siendo así, parece que la aparición continua de emergencias sería lo que nos ha llevado en la evolución hasta lo humano. En dos procesos que nos definen lo humano: el proceso de hominización, el proceso que nos dicen los paleóntólogos de varios millones de años atrás desde los Austrolopithecus y a los diferentes tipos de Homo, hasta el Homo sapiens. Y luego un proceso de humanización, es decir, cuando aparece lo propiamente humano, lo que nosotros definimos como humano que es nuestra conciencia reflexiva, que podemos ver cuando aparecen vestigios de acciones intencionadas encaminadas a un fin, como pueden ser los primeras huellas de una cultura. Si esto es así, ¿cómo describirías tú desde el punto de vista molecular estos dos grandes procesos? ¿O son dos caras de una misma moneda: el proceso de hominización y el proceso de humanización?

(GG) Yo creo que son completamente distintos, por lo menos tal como yo los percibo. El proceso de hominización es algo sumamente complejo y con muchas ramas. No llegamos hasta el hombre actual hasta que vemos hombres que hacen arte: ahí es cuando aparece el hombre moderno. Una vez, dando una charla a los monjes del Monasterio de La Oliva, a propósito de Atapuerca, preguntaban: Esos hombres ¿se salvarán o no? Claro, los monjes rezan para que la gente se salve. Yo dije: estamos hablando de “hombres” de forma analógica. El hombre en cuanto abierto al absoluto, eso no serían probablemente los de Atapuerca. Estamos seguros de hombres abiertos al absoluto cuando hay arte, que es una forma de representar lo inefable. El proceso de hominización es un proceso muy complejo. Lo que la biología llama hombre no es lo que la teología, la filosofía, la ética, llaman hombre. Son seres que incluso pueden hacer instrumentos, pero también los gorilas y los chimpancés hacen instrumentos. Hacen instrumentos cada vez más sofisticados, probablemente tienen relaciones cada vez más sofisticadas, pero no hay ni el más mínimo índice de sentido de la trascendencia, que sería la otra cara de la moneda. ¿Cómo lo veríamos? Por el arte. Ese sería el proceso de humanización Yo creo que el proceso de humanización comienza a partir de ahí, en ese largo proceso que dura entre cien mil y noventa mil años, en el que el hombre llega a ser capaz de formular, de sacar todo el producto de esa abertura hacia la trascendencia, hacia el absoluto, que el hombre representa con el arte.

(IN) Avanzando un poco en nuestro pensamiento en búsqueda de la verdad, que es al fin y al cabo lo que nos trae aquí esta tarde. Hoy conocemos, desde el año 2003 el genoma humano completo, y desde el 2005 el genoma del chimpancé (Pan troglodytes), el primate más cercano evolutivamente al hombre. Cuando nos ponemos a compararlos, las diferencias son casi diferencias de raza, porque resulta que la diferencia en las secuencias codificantes es de 1’06% aproximadamente. No todas las secuencias de un genoma son codificantes en los organismos superiores, sino que la gran cantidad del genoma no es codificante, otra cantidad del genoma que está implicada en distintos procesos de control de la expresión de ese genoma codificante y luego hay otra parte, sobre el 65 %, que aún no sabemos qué función tiene, pero tiene una importancia muy grande en lo que es la construcción. Pero en cuanto a la diferencia de secuencia tenemos aproximadamente un 1’06 % entre el Pan troglodytes y el hombre. ¿Dónde estaría a tu juicio ahí el proceso de humanización? Como muchas veces la gente pregunta: ¿Y qué nos hace diferentes?

(GG) Si tomamos la secuencia del genoma y decimos que el hombre y el chimpancé son lo mismo porque sólo se diferencian en el 1%, es que estamos tomando mal el instrumento de medida, porque el hombre y el chimpancé no son iguales, eso es obvio. Hemos planteado mal el problema. Estamos pensando en un modelo ideal; porque por esa misma razón un tifón o un huracán empiezan siempre con una diferencia de décimas de grado entre el aire y el agua del mar. Los genes tienen capacidad de amplificarse y pequeñas diferencias dan lugar a diferencias enormes. Está clarísimo que el hombre y el chimpancé no somos iguales. Si no pensamos que son ecuaciones lineales, en que las pequeñas diferencias se mantienen hasta el final, si no es así, si son capaces de amplificar y de multiplicarse, esas pequeñas diferencias se convierten en diferencias enormes. Como pasa con los huracanes: una diferencia de décimas de grado entre dos puntos del mar, y en uno se forma un huracán y en otro no, y es por la capacidad de concatenarse causas y apoyarse, y acaban produciendo reacciones enormes. Que es lo que ocurre entre el chimpancé y el hombre. Eso además de que esa diferencia del 1 % puede ser enorme, porque si esa diferencia está en la parte reguladora, puede ser una diferencia diría casi infinita. Se parte de la idea de que son genes, las bases dan una proteína y la proteína da un genotipo. Y resulta que esa proteína es una proteína reguladora, es como cuando uno abre un grifo, con muy poquita fuerza puede mover una turbina, como si el empleado de una central abre una compuerta. ¿Qué fuerza ha hecho? Muy poca, sólo darle al botón. Han permitido, por así decir sacar a la luz toda una potencialidad que había en los genes, que los tienen muchas veces sobre el papel, pero que no se podían poner en marcha porque faltaba el “interruptor” que los pusiera en marcha. Nosotros nos diferenciamos fundamentalmente de una forma estática en las proporciones en que estos genes están funcionando y también de una forma dinámica, donde entra un proceso de cambio de escala que hace que un pequeño gen de un embrión se ponga en marcha y de ahí depende que se forme el cerebro o no se forme el cerebro. Fíjense si eso va a tener consecuencias después. Y es la magia de una pequeñísima diferencia.

(IN) Eso nos lleva a lo que Karl Popper llamaba los tres mundos. Tanto el genoma, como ese genoma transcrito en un momento dado, que llamamos transcriptoma, o expresado en proteínas, que llamamos el proteoma, pertenecen al mundo 1 el de las realidades físicas, y como tal podemos manejarlo con la metodología de la Biología Molecular. ¿Pero podemos manejar el mundo 2, definido por Popper como «el mundo de los estados mentales, incluyendo entre ellos los estados de consciencia, las disposiciones psicológicas y los estados inconscientes», todo eso que de alguna manera nos constituye como humanos, sin olvidar como constitutivo de lo humano «el mundo de los contenidos de pensamiento, y ciertamente los productos de la mente humana», denominado mundo 3 por Popper? ¿Cómo nosotros hoy nos manejamos en medio de los tres mundos? Por hacer una pregunta sobre algo que está muy en la filosofía actual, sobre todo en la antropología, tanto de Popper como de John Eccles, que era un neurofisiólogo. Ambos publicaron conjuntamente: “El Yo y su cerebro”.

(GG) Que nosotros nos podemos manejar con los estados de ánimo, es obvio, y diríamos que gracias a Dios. ¿Cómo la gente pudo vivir cuando no existían los neurofármacos? Pero el que nosotros nos podamos manejar (volviendo al principio) es porque hemos sido capaces de hacer un modelo de funcionamiento del sistema nervioso, aun con muchas limitaciones. Pero eso no quiere decir que las emociones sean los canales por los que nosotros controlamos el funcionamiento del sistema nervioso. Las emociones son las emociones. Lo que pasa es que nosotros somos últimamente materia. ¿Qué manejo de la materia es más radical que darle a uno una puñalada? Y se acabó el pensamiento, se acabaron las depresiones, se acabó todo.

En la medida en que nosotros conocemos la formulación química y somos capaces de estimularla, podemos modificar el todo. Pero eso no significa reducir todo a esa parte. En eso hay que tener claro que la Medicina no había sido sofisticada hasta muy recientemente. La Medicina era una cosa muy tosca. Baste ir al Museo de la Farmacia y ver las cosas que la gente se ha tomado. ¡Y ha sobrevivido! Hoy día, como tenemos un conocimiento mucho más detallado de la Biología, volvemos a confundirnos, no somos conscientes y no nos damos cuenta de lo mucho que estamos simplificando la Biología. Nos creemos, eso que sale de vez en cuando en los periódicos, que vamos a vivir 200 años, que lo de los trasplantes de células madre, eso está al cabo de la calle, nos creemos infinidad de cosas como ésas. No sé si han leído en los periódicos que la semana pasada en Holanda murieron 28 en un ensayo clínico, que se hace con todas las garantías. Y hace unos meses en Inglaterra murieron 6 en un ensayo clínico, el 100 %. Eso ¿qué quiere decir? Que nos estamos topando con las limitaciones de nuestros modelos. Pensar que cuando nos metemos a nivel molecular podemos hacer de una forma indiscriminada medicina molecular, eso es una ingenuidad. Y probablemente nunca lo podremos hacer, porque son sistemas tan complejos, con tantas variables, que no los podemos manejar, como ocurre en Física cuando tenemos un número de variables demasiado alto. Y asistiremos al fracaso de muchas tentativas de éstas, simplificaciones que pensaron que son modelos que podemos llevar absolutamente hasta el extremo.

(IN) Sin querer la Biología y la reflexión sobre los procesos vitales nos han introducido en las preguntas que nos cuestionan lo propiamente humano. Pero aún quedan algunas preguntas; el ser humano tiene ansias de sobrevivirse y de pervivir. ¿Podemos desde la Biología vislumbrar alguna respuesta? ¿Estas respuestas no pertenecen más bien al campo de la Filosofía? Sin embargo ¿no nos ha llevado la Biología, por lo menos, a hacernos la pregunta? ¿Tendría sentido la pregunta que a sí mismo se hacía el P. Pierre Teilhard de Chardin: “La Biología, llevada a fondo, puede conducirnos a emerger en una perspectiva de lo transcendente al hombre”?

(GG) Yo creo que no. Lo que sí creo es que todo conocimiento del mundo, cuanto mejor y más exacto sea, más nos prepara para tener una visión más exacta de lo trascendente. Hoy en día para un creyente la visión que puede tener de Dios, es mucho más clara y exacta que cuando esto se desconocía. Fíjense que se pensaba que Dios estaba detrás de cada fenómeno de la naturaleza, manejando todo aquello que no entendíamos. La Ciencia ha llevado a un proceso de descarnamiento de la idea de Dios, que ha sido muy positivo, aunque tenga también como todo su parte negativa, su parte dura. Lo suelo comparar con el proceso que tanto describe S.Juan de la Cruz en sus “Noches” famosas. Lo que él hace últimamente es despojar la idea de Dios, y en este sentido es terriblemente moderno en el siglo XVI, porque lleva a cabo un despojamiento de Dios de todo lo que no es Dios. Cuando en la “Subida al Monte Carmelo” dice: “Nada y nada y nada…”. La Ciencia nos ha llevado en el mundo a quitar a Dios de donde no estaba Dios. Sin duda es un proceso incómodo, lo cómodo era tenerlo como lo teníamos antes, pero también está llevando la Biología y la Ciencia a un sentido de la trascendencia de Dios que purifica la religiosidad.

(IN) Sin querer la Biología misma nos ha llevado a preguntarnos por el misterio. Ante el misterio ¿qué puede hacer el ser humano? Caer en el escepticismo; abrirse al misterio; escudriñar hasta el fondo la realidad con esperanza de encontrar la verdad alguna vez. Quizá aún tengan sentido aquellas palabras de Simmias en el “Fedón” que recoge Platón: “Porque lo que se debe conseguir con respecto a dichas cuestiones (están hablando del mundo, de lo que es la realidad) es una de dos cosas: aprender a descubrir por uno mismo qué es lo que hay de ellas, o bien, si esto es imposible, tomar al menos la tradición humana mejor y más difícil de rebatir y, embarcándose en ella como en una balsa, arriesgarse a realizar la travesía de la vida, si es que no se puede hacer con mayor seguridad y menos peligro en un navío más firme, como por ejemplo, una revelación de la divinidad” (palabras de Simmias, en el “Fedón” de Platón: 85,d). Y ahí Platón se quedó. Y ahí me voy a quedar yo y no te voy a hacer más preguntas, para que los presentes te propongan sus preguntas

Miguel Lorente


Catedrático de Física, Universidad de Oviedo, y miembro de la Cátedra CTR.



Notas:
Fuente: http://www.tendencias21.net/La-vida-conduce-a-la-emergencia-humana_a2906.html

Documentación preparada por Miguel Lorente
SPAIN. Domingo 25 Enero 2009

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