jueves, 14 de mayo de 2009



Recreación de un planeta joven similar a la Tierra en condiciones prebióticas. - NASA/JPL-Caltech JAVIER YANES - MADRID - 14/05/2009

Hace al menos 3.500 millones de años, los primeros seres vivos comenzaban a cubrir la Tierra. Eran simples células aisladas y rudimentarias, similares a las actuales bacterias, pero el paso fundamental ya estaba salvado; a partir de aquellos primeros seres, la aparición posterior de organismos más complejos se explica cómodamente aplicando los mecanismos evolutivos que Darwin y Wallace detallaron hace siglo y medio. En cambio, a la ciencia aún se le resiste la comprensión de cómo las biomoléculas pudieron organizarse en un primer momento para formar células primigenias dotadas de una revolucionaria innovación: la capacidad de perpetuarse.

La información genética en la mayoría de los organismos se almacena en cadenas de ADN. Para traducir este código a la producción de las proteínas, los ladrillos y engranajes de los seres vivos, los datos del ADN se copian en forma de ARN, un análogo más sencillo que sirve como copia desechable. A esto se une que algunos de los organismos más simples, como ciertos virus, utilizan sólo ARN en su genoma, por lo que los científicos creen que esta molécula precedió al ADN en la cronología de la vida terrestre.

La incógnita bioquímica
Hasta ahora, los intentos de explicar cómo surgieron los primeros ARN han sido infructuosos. Cada eslabón del ARN, llamado ribonucleótido, se compone de tres elementos: una base nitrogenada, un azúcar llamado ribosa y un grupo fosfato. Nadie ha logrado simular la formación espontánea del complejo triple en condiciones de laboratorio equivalentes a las de la Tierra previa a la vida o prebiótica.

Por fin, tres químicos de la Universidad de Manchester (Reino Unido) lo han logrado. Según publican hoy en Nature, el secreto de su éxito consiste en dar un rodeo bioquímico; en lugar de forzar la unión de los tres componentes ya prefabricados, el equipo dirigido por John Sutherland planteó la posibilidad de una ruta alternativa que partiendo de los mismos ingredientes iniciales no forme los ladrillos básicos separados, sino un bloque completo sin terminar que se transforma en la estructura final, todo de una pieza. El estudio destaca que "las condiciones de la síntesis son consistentes con modelos geoquímicos de la Tierra temprana".

En el mismo número de Nature, el experto en vida artificial Jack Szostak, de la Universidad de Harvard, califica el trabajo como "una solución muy eficiente" y "uno de los grandes avances en química prebiótica".

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