Por otro lado el estar en contacto con la muerte indirectamente me ha enseñado indudablemente que no son ni la enfermedad ni la muerte las que dan sentido a la vida, sino la vida misma, la mía con sus aciertos y fracasos, con su forma particular de ver el mundo, con sus amores y desamores, sus metas y proyectos. Sin embargo la proximidad con tanta gente muerta me hace volver a mi propia existencia, a comprender y buscar lo que realmente me importa, lo que da sentido a mi vida, lo que me hace seguir adelante, lo que me impulsa a no rechazar la vida..Ya decía Malraux (15), que “la muerte transforma la vida en destino”. Por eso luego de meditar he redescubierto y me he reencontrado conmigo mismo y compruebo que estoy en mi sitio, en mi lugar, en mi momento, en mi tiempo, en el presente el cual he aprendido a vivirlo intensamente. Y compruebo libre y gozosamente la necesidad: que lo que es aquí y ahora es justo lo que debe ser, y no debería ser diferente. (Heidegger).
Muchas personas, me admiran por mi trabajo, porque en el fondo de sus corazones saben lo difícil que es enfrentarse día a día con la muerte y es que la muerte y yo somos amigos inseparables desde el principio de los días, la muerte y yo caminamos cogidas de la mano. Me visita en sueños, me invita a sentarme con ella incluso en la vigilia, en la acción cotidiana de mis días. Y me muestra el rostro de miles de personas que de manera violenta o natural dejan este mundo terrenal.
Durante mi practica no solo siento su presencia sino toda la estela de sentimientos y emociones que ella es capaz de despertar en los familiares y amigos más allegados de las victimas. Ella es capaz de hacer enloquecer, brincar, llorar, arrastrar y hasta golpear a los que en vida lamentan el adiós de un pariente o conocido. Y es que ella envuelve la atmósfera de dolor, tristeza, desolación y hace que ese sentido ese futuro de vida, pierda razón de ser.
No hay consuelo para ese dolor, lo he vivido de cerca, lo he sentido y en ocasiones hasta he llorado con ellos. Y es que como ser humano me estremezco y pienso en mi y mi familia y sin duda concluyo que es un momento muy triste y duro en la vida de los seres humanos. Y es que la muerte forma parte de la vida misma de su esencia, es una etapa más que hemos de recorrer para poder optar a una transformación o purificación en el mundo paralelo que nos espera luego de la muerte. La muerte con su aroma envuelve todo a su alrededor desde el fallecido, como su entorno. Y transmite nostalgia y vacío.
Muchos familiares vienen con una carga emocional y negativa muy grande y ¿Cómo enfrentar desde el punto de vista bioético esta situación? ¿Cuál debe ser la postura o conducta ideal ante sus interrogantes?. Sin duda no es nada fácil afrontar esta situación, ya que los familiares angustiados y con su dolor encima arremeten en contra del patólogo y no escuchan explicación alguna que alivie su dolor. Algunos de ellos baten las puertas, golpean objetos como paredes o escritorios, o simplemente enmudecen ante este drama. Otros lucen serenos externamente pero en su interior sin duda albergan los sentimientos y lamentos más ocultos. He visto con sorpresa como otros familiares no derraman ni una gota de lágrima y se muestran fríos y secos ante tal situación. Por otro lado hay quienes sólo están pendientes de la ropa o algún objeto material que su familiar portaba para el momento de la muerte.
El mundo humano, es un mundo de significados, más allá de la apariencia, y, por lo tanto, de valores. Algunos de estos, los que se orientan a la búsqueda del bien proporcionará la felicidad, son valores éticos. Al aplicar la libertad o la igual dignidad de todas las personas, me pongo a meditar sobre ello, y definitivamente en el momento del duelo, trato de tratar por igual a todos los familiares de los difuntos, dándole valor y apoyo moral en estos momentos tan difíciles, no es nada sencillo, porque muchas veces vienen con perjuicios y mucho dolor. Y cosa difícil de calmar es el dolor de un familiar. La libertad de merecer un trato digno y justo sin discriminación de raza, sexo, condición socio-económica nos acerca a una igualdad y equidad que minimiza las circunstancias del mal momento vivido por los familiares. (15)
La Libertad, es vista como una aliada, en estos momentos difíciles, ya que ella me permite liberarme de muchos tabús, y me hace reconocer lo humano, indelebles y frágiles que somos los seres humanos, cuando nos exponemos al fenómeno de la muerte de un familiar. Y es que familiares de muertos importantes siempre llegan a la morgue mostrando sus credenciales, o diciendo yo soy fulanito de tal…quizás para mover sus influencias y tratar de ser atendidos muy bien, ello me molestaba al principio, porque yo en mis adentros, en mi interior me preguntaba ¿Por qué hacen eso?, ¿Por qué quieren hacerme ver que son más importantes que los familiares de los demás difuntos?, luego de meditar y respirar profundo veo simplemente la desesperación mezclada con el dolor. Pienso particularmente que un muerto, es todos los muertos del mundo…y que el solo hecho de haber muerto y compartido ese misterio divino, es suficiente para ser tratado con dignidad e igualdad.
En cuanto a no hacer daño Principio de No Maleficiencia, procuro siempre estar en calma conmigo mismo, eso lo he logrado luego de mucha meditación y reflexión interna, no es sencillo lograr un pleno equilibrio, entre el cuerpo la psiquis y el alma. Por ello en cada encuentro, me fortalezco y he logrado dar respuestas certeras a los familiares, con la calma del agua más mansa y con la sabiduría que dan los años y al experiencia. Eso me tranquiliza bastante, porque tengo la certeza del deber cumplido. Deber cumplido a cambio de soportar a veces maltratos, insultos y recibir quejas de múltiples situaciones. Pero a la final vale la pena.
Antes de abrir la boca y dar algunas explicaciones a los familiares de los difuntos, lo pienso, analizo y luego lo convierto en verbo. La experiencia me ha enseñado a ser cauto y sensato a la hora de hablar, de explicar, de expresarme. Porque una palabra mal dicha, puede hacer mucho daño a alguien a pesar que uno no lo vea de esa manera. Y es que la óptica te cambia dependiendo de en qué lado de la película te encuentras tú. Uno con su comportamiento y actitud puede hacer cambiar los vientos que envuelven la atmósfera de la morgue, en uno esta convertir ese momento en un momento digno, de paz, tranquilidad y quietud o convertirlo en un gran torbellino de tormentas.
El más moderno de los principios de la bioética es el de autonomía, ya que surge como consecuencia de un concepto de ser humano que implica la idea de libertad personal. Boecio (siglo V) define, por primera vez, a la persona como sujeto independiente del grupo social. Hasta ese momento no se concebía la posibilidad de que una persona actuara según expectativas diferentes a las de la familia y/o el estrato social al que pertenecía. El principio de autonomía exige el respeto a la capacidad de decisión de las personas, y el derecho a que se respete su voluntad
Al tratar con los familiares procuro en mis posibilidades de guardar ese respeto por las decisiones que ellos tomen en un momento tan crítico y doloroso como lo es la muerte de un ser querido. Decisiones en cuanto al velorio, en cuanto a quien se va a hacer responsable del entierro, y otras situaciones que se manejan en estos momentos. Y trato en lo posible de orientarlos y despejar sus dudas e interrogantes. El respeto a aceptar sus reacciones y actitudes, no fue fácil para mí, ya que al principio mellaban mi ser, y me hacían daño. Pero poco a poco me fui endureciendo, me fui cubriendo con una coraza de la comprensión, del saber y del entender, que sólo te ayuda a construir el tiempo.
Al aplicar el principio de Beneficencia, veo con mucho agrado cuando los familiares del difunto, quedan agradecidos por la orientación dada y por el trabajo cumplido, sin corrupción, sin estafa, sin discriminación con amor y cariño se logra el éxito y la tranquilidad del alma y espíritu en la quietud de la noche, reflexiono y me siento orgulloso de lo logrado. Hacer el bien a alguien en un momento tan crítico como este es una gloria. Uno se siente importante, se siente útil, se siente que eres la persona indicada para tal fin y que por algo estás allí, en el aquí y ahora. En el instante necesario y óptimo para calmar un dolor, para dar una mano amiga que los aliente o simplemente para observarlos.
Comentarios finales
En nuestra cultura hablar de la muerte está considerado un tabú. Es algo que uno debe evitar en casi cualquier diálogo, para no quedar “fuera de lugar”. Una prohibición silenciosa rige sobre el tema, es una de esas cosas sobre las que “no se habla”. (16)
Como si por evitar el tema en las conversaciones se pudiera huir de la realidad de la muerte, de la finitud, tanto propia como de los otros.
Muerte y duelo despiertan un temor irracional en la mayoría de las personas. No hay capacidad de enfrentar y mucho menos de aceptar estos hechos de la vida. La actitud que domina es la de un rechazo inmediato en forma de huida y de una negación.
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