viernes, 15 de mayo de 2009

Etica medica ante la humanidad del paciente en tiempos de crisis.4

Reflexiones conclusivas



Nuestro tiempo actual se proyecta como un tiempo de crisis. Sin embargo, esta crisis significa un tiempo de discernimiento y de crítica de lo que somos y hacia donde queremos ir, el humanismo es quizás el único norte que no se reduce a una doctrina cerrada ni a una respuesta única. Abre el camino hacia la tolerancia, prudencia, honestidad y a la posibilidad de llevar a cabo una ética de la responsabilidad. Esta puede significar el esfuerzo permanente de reconocimiento del otro de reconstruir las implicancias existenciales de “sentido” siempre abierto ante la dignidad humana. En un sistema donde la salud parece más un privilegio que un derecho.



Con base en lo antes descrito planteo mi inquietud e interrogantes con respecto a este tópico. ¿Dónde está la ética médica de un profesional de la Medicina que atiende a una gran cantidad de pacientes en una consulta de 3 ó 4 horas diarias? ¿Qué calidad de atención se le brinda a ese paciente que viene en busca de nuestra ayuda? ¿Será posible que el médico pueda realizar una evaluación integral solo en 15 ó 20 minutos durante su consulta? ¿Ese sujeto que padece y viene en busca de nuestra ayuda no tiene derecho a encontrar respuestas y soluciones a sus interrogantes? ¿Dónde queda esa relación de afectividad y armonía entre el médico y el paciente? ¿Dónde está el respeto a ese individuo que confía en nuestros conocimientos y actuación?



Quien padece y conoce su enfermedad y disfunción momentánea es el paciente a quien debemos el respeto y la tolerancia de escucharle con sabiduría para poder interpretar y orientar un diagnóstico asertivo. ¿Por qué cantidad y no calidad? ¿Por qué deben prevalecer los intereses económicos y rentables en una profesión netamente humanitaria? ¿Es acaso esto una actuación honesta del profesional de la salud?



Las instituciones públicas de salud permanecen abarrotadas a nivel de los servicios de emergencias pediátricas, obstétricas, quirúrgicas, entre otras, y se debe cumplir con las exigencias de la institución, donde prevalecen las estadísticas de la cantidad de pacientes atendidos, sin importar como y en que condiciones se brinda la atención médica. ¿Es eso ético? ¿Dónde se ubica el derecho a una asistencia médica digna? ¿Cuál es la calidad de la asistencia médica? ¿Constituye esto una buena política de atención a la salud en las virtudes del médico? ¿Se resuelve de este modo el problema de salud existente en estas instituciones? ¿Qué tipo de educación preventiva se le puede brindar a un paciente en estas circunstancias? ¿Qué tipo de relación se establece entre el médico y el paciente en los servicios de emergencia y/o consulta externa de nuestros hospitales públicos o privados? ¿Dónde está la conciencia política organizacional de la institución y la del profesional médico ante estas realidades? ¿Cuál es la ética, dignidad y derechos humanos que se respetan?



Muchas interrogantes se me han planteado a lo largo de mi ejercicio profesional en mis noches de guardia las cuales disfruté cuando podía ayudar a ese ser que se entregaba de lleno, buscando en mí ayuda. Debido a esto, sentía que no podía fallarle por conciencia, respeto y responsabilidad. Reprochándome en muchas oportunidades en mi fuero interno la política hospitalaria de productividad en base a la cantidad y no a la calidad de la asistencia. Así mismo la falta de humanidad observada ante ese ser que sufre confía y se entrega por completo a nuestra sabiduría, en busca del alivio, mejoría o curación de sus necesidades, quien tiene el derecho a una mejor calidad de vida, a través de la orientación humana que nosotros podamos brindar con honestidad, sin mezquindad, ni egoísmos simplemente con concientizar y analizar el hecho de la entrega confiada y ciegas de ese ser que solicita de nuestros servicios, lo que representa una responsabilidad ética y humana ineludible, significativa, dignificante e irrelevante en este quehacer.



Una conclusión categórica de los beneficios contra los prejuicios de la globalización no puede establecerse, nos conformamos con tener un acceso aproximado a lo que pretende ser ésta; una globalización disfrazada. Lo que sí es cierto es que debe crearse una nueva ética acorde con estos tiempos sobre todo en el contexto de la salud. El enfrentarnos con una diversidad de planteamientos exige de un nuevo código moral globalizado.



Una alternativa podría ser construir una nueva ética, una conciencia organizacional y profesional que pueda respetar el pluralismo con el diálogo, encontrando valores compartidos, buscando justicia, respeto, equidad, humanidad y solidaridad para entender a la salud como un proceso dialéctico históricamente determinado y así construir una nueva ética médica en el marco de la globalización.



En el campo de la Medicina es saludable que existan sujetos que dediquen parte de su tiempo al análisis de las situaciones éticas que surgen en el ejercicio profesional, reflexiones que divulgadas pueden contribuir para que otros realicen sus propias reflexiones y a su vez enriquecer discusiones en diferentes ámbitos. Lo ético debe tener primacía en todos los planos de la vida, es menester que el hombre sea el creador de su ética y el normador de su conducta.



Filosofar no es pretender ser sabio; filosofar es apenas una actitud intelectual frente a la vida y a todo lo que nos rodea.





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