viernes, 1 de mayo de 2009

La plasticidad de las células madre de adultos (transdiferenciación)


En los últimos años se están acumulando informes que parecen confirmar una idea hasta ahora sorprendente: el que células madre o precursoras de un linaje, cuando se trasplantan en individuos receptores, puedan dar origen a células de otros linajes. Esto pone en cuestión la imagen hasta ahora asentada de que el potencial de desarrollo de las células madre de un tejido estaba restringido a las células diferenciadas del tejido en el que residen.


Células cerebrales que dan línea sanguínea:


ratones irradiados subletalmente (para destruir su línea hematopoyética) fueron inyectados sistémicamente con células madre neurales marcadas genéticamente (gen lacZ). A partir de estos trasplantes, los ratones produjeron células sanguíneas de los dos sublinajes: mieloide y linfoide, así como células hematopoyéticas inmaduras.


Células de la médula ósea contribuyeron a nuevas células de microglía y astroglía en varias zonas del cerebro, cuando se inyectaron en circulación de ratones adultos irradiados.


Células madre neurales de ratones y de humanos pueden convertirse en células musculares esqueléticas.


Células de médula ósea como origen de células hepáticas:


El grupo de Petersen (usando ratones) hizo transplantes de médula ósea de machos a hembras singénicas (para seguir la “pista” usando el gen sry del cromosoma Y como marcador), y dañó los hígados de los receptores para estimular su regeneración. Aparecieron células ovales hepáticas procedentes del donante, lo que sugería que en la médula ósea existen células madre con potencialidad de generar células epiteliales del hígado. Dando un paso más, el grupo de Theise hizo trasplantes parecidos, pero sin dañar el hígado, y se detectaron hepatocitos derivados del donante, lo que significa que en la médula ósea existe alguna célula madre que en circunstancias normales puede contribuir a la renovación de los hepatocitos (siendo quizá las células los intermediarios).


Células madre mesenquimáticas (MSC) del estroma de la médula ósea pueden originar células de linajes no mesenquimatos

cuando se inyectan en ventrículos laterales de ratones neonatos, se diferencian en astrocitos.


Catherine Verfaillie está estudiando esta versatilidad de diferenciación. En niños, pero incluso en adultos (45-50 años) pueden originar células cerebrales, precursores de hepatocitos y las tres clases de músculo (esquelético, cardíaco y liso). Aunque aún no han encontrado un marcador molecular, se sabe que presentan rasgos intermedios entre las ES embrionarias y otras células madre de adulto:

A semejanza de las ES, se dividen repetidamente en cultivo, aparentemente sin hacerse senescentes. Exhiben marcadores moleculares similares a las ES.

A diferencia de las ES no se diferencian espontáneamente, ni inducen teratomas (mayor seguridad). Hay que aplicarles moléculas para que se diferencien. Y esto está muy bien de cara a posibles terapias.


Células satélite de músculo esquelético de ratón pueden repoblar la sangre y rescatar a ratones irradiados.


En otra “vuelta de tuerca”, las cosas parecen funcionar también en el sentido inverso: células hematopoyéticas que generan células musculares.


La infusión de células madre de médula ósea a ratones distróficos cuya médula ósea había sido destruida conducía a células que migraban a músculo, donde producían distrofina, restaurando parte de la función muscular.

Como hemos visto, una célula madre neuronal (ectodermo) puede dar lugar a linaje sanguíneo (mesodermo); o células madre de la médula ósea (mesodermo) pueden originar células hepáticas (endodermo). Esto ha sido otra auténtica sorpresa porque pone en entredicho un “dogma” asentado de la embriología, el que dice que el destino de una célula queda sellado cuando entra a formar parte de una de esas capas embrionarias.

Hay que ser moderado a la hora de sacar conclusiones de todo estos experimentos, especialmente de su relevancia en relación a posibles terapias. Puede que el microambiente del adulto, sobre todo en los casos de experimentos con ratones dañados (irradiados, con degeneración muscular) sea especialmente apto para permitir a células madre de la médula ósea la suficiente flexibilidad fenotípica, incluida su diferenciación en linajes relacionados con capas embrionarias distintas. Pero hay que distinguir entre el microambiente en una situación fisiológica, y el derivado de una patológica, porque el primero puede que no sea adecuado para inducir los grandes cambios fenotípicos que vemos en el segundo. Por otro lado, el cultivo in vitro de células madre o de precursores “comprometidos” en determinados linajes puede que permita su desdiferenciación y eventual re-diferenciación hacia otros linajes.