viernes, 3 de julio de 2009

Es peligroso que las compañías de seguros manejen datos genéticos


Lluís Quintana-Murci en su laboratorio del Instituto Pasteur. Foto: Instituto Pasteur

TOMÁS ANDÚJAR. PALMA. Este genetista mallorquín dirige en Francia uno de los laboratorios de más prestigio en su campo, un centro de vanguardia que lidera en Europa el proyecto Genographic, destinado a dibujar el mapa de la evolución humana, y busca marcadores genéticos para prevenir y combatir las enfermedades infecciosas que más muertes causan en el mundo.

–Al margen de consideraciones sociales e históricas, ¿existen las razas humanas?
–No. Desde un punto de vista genético puede haber más diferencias entre un individuo de Palma y uno de Sóller que entre los españoles y la gente de Senegal. Las grandes diferencias genéticas que se observan en nuestra especie son entre dos individuos, no entre poblaciones, o lo que antes se llamaba razas. Las diferencias genéticas ligadas a poblaciones son de entre el 5 y el 15 por ciento, y el resto se explican entre dos individuos, lo que desde el punto de vista científico elimina el concepto de raza.

–Por lo tanto es un concepto cultural.
–La genética, que es una ciencia neutra, muestra que las razas no existen, pero el racismo desafortunadamente existe.

–¿Qué grado de diferencia hay entre el genoma de un mallorquín como usted y, por ejemplo, un aborigen australiano?
–Nunca hay más de un 0,1 por ciento de diferencia entre los dos individuos más alejados posibles. Aun diciendo todo esto, estoy muy en contra de utilizar la genética para fines políticos. No hay que tratar al público como idiota y decir que no hay diferencias, porque si escondes una realidad estás tratando dando importancia a algo que no debe tenerla. Aunque las diferencias fueran mucho mayores, de ninguna manera se justificaría el racismo.

–¿Venimos todos los sapiens de un mismo macho y una misma hembra, una especie de Adán y Eva de hace unos 150.00 años?
–Esto es una caricatura. Hay dos compartimentos del genoma que se heredan por vía materna y por vía paterna. El ADN mitocondrial es una parte del genoma que, a diferencia de todos los cromosomas que son una mezcla de los del padre y la madre, lo heredamos sólo de nuestra madre; y el cromosoma Y, que sólo lo tenemos los hombres, lo hemos heredado sólo de nuestro padre. Por tanto, el estudio de estos dos marcadores es muy útil para rastrear los ancestros maternos y paternos. Todos nuestros ADN mitocondriales los podemos reconducir a uno que vivió en África hace aproximadamente 150.000 años. Todos los cromosomas Y los podemos retrotraer a un Y único que vivió en África hace 50.000 ó 100.000 años. Pero eso no significa que haya un sólo individuo macho y una mujer de la que procedemos todos. Para ser preciso hay que decir que todos los humanos venimos de muchos adanes iguales y muchas evas iguales que vivían en África.

–Usted dirige el equipo responsable del proyecto Genographic en Europa, un macroestudio promovido por National Geographic para establecer el mapamundi de la evolución humana. ¿En qué punto está?
–Estamos prácticamente a la mitad. El proyecto se lanzó en 2005, pero empezó a finales del 2006. Se trata de que diez laboratorios mundiales recolectan 10.000 muestras de ADN para obtener 100.000 de todos los continentes. En Europa es un poco aburrido porque desde el punto de vista genético somos todos muy parecidos. No hay la riqueza que podemos encontrar en África y en el Sudeste de Asia, donde aún hay pueblos cazadores-recolectores.

–Ciento cincuenta años después de ´El origen de las especies´, ¿cómo pueden existir todavía creacionistas?
–Es una cuestión de poder. Es obvio que ha habido una evolución y es casi ridículo que lo recordemos a los lectores. Quienes lo niegan lo hacen para dominar mejor al pueblo. Mira lo que pasa en Irán. Si asustas a la gente con la religión, no la dejas pensar y la dominas

–¿Su equipo en el Instituto Pasteur también trabaja en la prevalencia genética de determinadas enfermedades.
–El 80 por ciento del trabajo de mi laboratorio es el estudio de cómo nos hemos adaptado a los agentes patógenos que causan enfermedades infecciosas. Trabajamos sobre genes que cuando estamos infectado por un virus lo reconocen y hacen saltar la alarma para poder neutralizarlo. Estudiamos estos llamados genes de la inmunidad innata y cómo en distintas poblaciones humanas éstos se han adaptado a las enfermedades infecciosas. Queremos encontrar los que pueden servir para desarrollar terapias y medios de prevención de las enfermedades. Hay recordar que VIH, tuberculosis y malaria son las enfermedades infecciosas que causan más muertes en el mundo.

–¿Están cerca del desarrollo de terapias?
–Estamos aún un poco lejos, pero hace dos años encontramos un gen cuya variabilidad explica una mayor protección contra la tuberculosis y hay laboratorios investigando cómo desarrollar terapias a partir de este descubrimiento.

–En paralelo a la explosión de la investigación genética ha crecido el miedo a la manipulación descontrolada. ¿Hay un riesgo real? ¿Hay garantías éticas?
–Es un tema delicado, y tiene que haber un marco legal y ético extremadamente rígido para evitar derivas. Además hay muchas cosas en esta cuestión. Hay cosas buenas, como la medicina personalizada, la farmacogenética, es decir cómo tu patrimonio genético determina que reacciones mejor o peor a determinados medicamentos. Esto empieza a usarse, pero hablamos de algo carísimo, sólo aplicable en los países desarrollados y que la sanidad pública no se puede permitir.

–¿Y lo negativo?
–En la manipulación de embriones y en el uso de células madre no tengo una respuesta clara. Para fines exclusivamente terapéuticos no estoy en contra. Ahora, la posibilidad de un niño a la carta es una desviación que no me gustaría ver. Lo que también me parece muy peligroso es la utilización de datos genéticos y de salud por parte de las compañías de seguros. Me parece un insulto que te pidan datos de salud para hacerte un seguro para darte un crédito.

–¿Que usted trabaje en Francia es una prueba de que en España todavía persiste aquello de "que inventen ellos"? ¿Cómo ve la ciencia española?
–Algunas veces que he criticado ciertas cosas del sistema de investigación español ha suscitado la crítica de que soy arrogante o que quiero dar lecciones. En España la investigación funciona bien, en general, y hay buenísimos investigadores. Pero creo que hay una falta de apuesta del Estado en el mundo científico. Hay poca fluidez en la interacción entre la investigación básica académica y estatal con la investigación privada. Fuera de España es más fácil encontrar dinero para la investigación y se facilita más la vida científica. En España, en general, aún hay un poco de endogamia. Aún así, está mucho mejor que cuando yo me fui, basta con ver los artículos científicos publicados. Hay laboratorios españoles de reputación mundial.

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