miércoles, 29 de julio de 2009

El debate social del aborto y la eutanasia

Ángel Pelayo, profesor de Filosofía del Derecho de la Universidad de Cantabria, ha participado en Laredo en el curso ‘Los retos de los derechos humanos en el siglo XXI’


Ángel Pelayo, profesor de Filosofía del Derecho de una Universidad de Cantabria, ha sido uno de los encargados de clausurar el curso ‘los retos de los derechos humanos en el siglo XXI’ que durante la semana pasada se ha impartido en Laredo bajo la dirección de Gregorio Peces Barba. En su ponencia Pelayo ha explicado el concepto de bioética y ha argumentado que los temas bioéticos “son los que mayor debate social generan”.
La bioética es la rama de la ética que aspira a proveer los principios de conducta humana de la vida, la ética aplicada a la vida humana y no humana. En un sentido más amplio la bioética no se limita sólo al ámbito médico, sino que incluye todos los problemas morales que tienen que ver con la vida en general, extendiendo de esta manera su campo a cuestiones relacionadas con el medio ambiente y al trato debido a los animales.
La cuestión fundamental con respecto a la bioética en el mundo médico tiene que ver con que el mundo de las relaciones médico-enfermo se ha convertido en un mundo en el que se ha introducido toda la teoría de los derechos “porque el paciente que tradicionalmente era visto simplemente como una persona que estaba a cargo del médico para mejorar su salud, ahora, en el nuevo modelo de relación médico-enfermo, se ha convertido en un sujeto de derechos”, ha explicado Pelayo.

El paciente ahora no es sólo un enfermo sino que es también es un sujeto de derechos. La teoría de los derechos a lo largo de la historia ha experimentado un proceso de generalización de los derechos pero también de especificación de los derechos, ahora se habla de los derechos de los ancianos, de la mujer, de las minorías religiosas…

Según Pelayo, el derecho más importante de los pacientes es el derecho a la autonomía personal, el consentimiento informado, el derecho del paciente a recibir toda la información relativa a su enfermedad: diagnóstico, pronóstico, posibilidades de tratamiento… “Esto se convierte en un derecho fundamental en la manera moderna de entender la relación entre médico y paciente”.

La bioética a debate

Los temas de mayor debate contemporáneo y social son temas bioéticos. Como por ejemplo el aborto, la eutanasia, la investigación con células madre, la clonación, el cambio de sexo…todos son temas bioéticos, y “en las cuestiones bioéticas se manifiesta mucho la tensión social e ideológica, lo que provoca que los derechos en el mundo de la bioética tengan especial importancia”, ha argumentado.

El aborto actualmente está en un proceso de discusión donde precisamente parte del fondo del asunto es si el aborto va a ser a partir de ahora un derecho o no. “Hasta ahora la interrupción voluntaria del embarazo no era propiamente un derecho sino que los supuestos que estaban permitidos por la ley eran supuestos en los que se excepcionaba el principio general de la prohibición de la interrupción del embarazo. Pero ahora se está hablando de un proyecto de ley en el que habría un sistema de plazos que viene a establecer la posibilidad legal de abortar dentro de un plazo sin alegar ninguna causa. Pasaría a convertirse un derecho”.

Para el profesor de Filosofía del Derecho, el caso de la eutanasia es muy complicado. Existe la posibilidad mediante el denominado testamento vital por parte de una persona de decir que no se le apliquen los medios tendentes a alargar su vida si se encuentra en una situación en la que padece una enfermedad irreversible en la que está sufriendo y que no tiene posibilidades de curación. “Esto es lo que existe ahora, que no se le apliquen los medios, pero esto es un tema y otro es resolver el problema de la eutanasia activa, es decir, de provocar la muerte”.

Ha explicado que no es lo mismo no aplicar los medios que provocar una muerte. “Esto es lo que sigue siendo un tabú social y especialmente para la clase médica”, ha dicho. “No es tanto el hecho de que uno no pueda disponer de su propia vida, que es algo que todo el mundo entiende, sino desde el punto de vista de la operatividad si es una eutanasia activa quién lo hace”. Esto es lo que se planteó con el caso de Ramón Sampedro, alguien tenía que matarle porque él no podía quitarse la vida a sí mismo, pero quien lo hiciese se arriesgaba a incurrir en un delito. Alguien le ayudó y el derecho no acabó de resolver el caso. “Se podía haber indagado más, pero aunque se hubiera encontrado al culpable y jurídicamente estuviera penado, socialmente quizá no se hubiese aceptado esa pena”.

Por un lado está el tabú que impide que se admita la eutanasia activa pero por otro lado está la sensación social de que una persona tiene derecho a disponer de su propia vida. “Esta tensión todavía no está resuelta”, ha argumentado.