La Biología nos hace vislumbrar el sendero evolutivo que conduce al hombre
¿Hasta dónde nos permite llegar el conocimiento de la vida en la ciencia biológica? ¿Nos permite la Biología moderna llegar a la verdad? Un interesante coloquio entre un profesor universitario y un investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas nos hace entrar en la ponderación de la imagen de la vida que nos ofrece la ciencia actual. La vida es una organización de la materia, pero una materia dinámica y procesual en cambio ascendente hacia forma de organización superior. Sin embargo, la ciencia tiene sus propios límites y nos deja a las puertas del misterio de la realidad. La gran ayuda de la ciencia a la religión ha sido su contribución a la purificación de la idea de Dios. Documentación preparada por Miguel Lorente.
El día 30 de enero de 2008 tuvo lugar en el Centro Pignatelli de Zaragoza un coloquio entre Ignacio Nuñez de Castro, catedrático de bioquímica en la Universidad de Málaga, y Guillermo Giménez Gallego, profesor de investigación en el Consejo Superior, en torno a las preguntas que hoy plantea la filosofía de la Biología. Giménez Gallego nos presenta un mundo en que la vida es materia, pero no una materia “materialista”, sino una materia “vitalista”: una materia en proceso abierto que crea, por emergencia desde ella misma, la organización de la vida y la dinámica evolutiva que conduce al hombre.
El enigma de la materia no ha sido resuelto por la ciencia, pero ésta nos ha descrito con enorme precisión cómo es la vida, cómo se organiza y cómo funcionan los sistemas vivientes. Debemos suponer que el hombre nace de este proceso evolutivo, pero no sabemos cómo en todos sus detalles. Sabemos que el hombre que creó el arte estaba ya en un estado de conciencia que le situaba ante la transcendencia y lo absoluto. Esto es un hecho confirmado por la historia posterior. La ciencia, al hacernos entender que el hombre espiritual es un resultado de la vitalidad interna de la materia, nos permite purificar nuestra idea del universo, pero al mismo tiempo, nuestra idea de Dios… El interés del coloquio nos induce a reproducirlo aquí, excluyendo por su extensión la última parte con participación del público.
Presentación del Coloquio
Juan José Bastero, profesor de biología en Zaragoza, tuvo a su cargo la presentación del entrevistador (Ignacio Nuñez de Castro, IN) y del entrevistado (Guillermo Giménez-Gallego. GG). Entre otras cosas, Bastero se refirió a los rasgos sobresalientes de su curriculum.
“Con nosotros, dos jesuitas y buenos amigos, ambos científicos biólogos: Ignacio Núñez de Castro y Guillermo Giménez-Gallego. Como buenos biólogos tienen unos rasgos comunes: ambos son jesuitas, ambos nacidos en el sur de España, ambos doctores en Ciencias. Después viene la diferenciación biográfica, profesional, investigadora. Cada uno ha publicado más de un centenar de artículos de investigación en revistas científicas de difusión internacional. Los dos han tenido estancias de docencia y de investigación en el extranjero, tanto en Europa como en América”.
“Ignacio Núñez de Castro se ha centrado en la cátedra de Bioquímica y Biología Molecular de la Universidad de Málaga, donde ha ejercido docencia e investigación, concretamente en el metabolismo del nitrógeno en células tumorales. Pertenece a la Sociedad Española de Bioquímica y también a la Academia de Ciencias de Málaga. Otra dedicación especial suya ha sido el pensamiento sobre la ciencia, la búsqueda de una reflexión sobre la biología, de lugares de diálogo y encuentro entre ciencia y religión, fe y razón; a todo lo cual ha podido dedicar más tiempo a raíz de su jubilación reciente. Ello le ha llevado a ser docente de Filosofía de la Naturaleza y también de Bioética en el Seminario de Málaga y en la Facultad de Teología de Granada”.
“En cuanto a Guillermo Giménez-Gallego, se ha dedicado preferentemente a la investigación en proteínas Es miembro de la Real Academia de Farmacia, donde en este momento preside la sección IV (Bioética), y ha sido dos veces director del Centro de Investigaciones Biológicas del CSIC. El pasado 14 de noviembre se hizo público un importante descubrimiento del equipo al que pertenece: una proteína denominada SEVI que se encuentra en el semen humano y que facilita la penetración de partículas virales del SIDA en el paciente. Y todo ello en el marco de una vida de búsqueda de sentido, de humanismo científico y de diálogo permanente con la fe cristiana”.
“Ambos han venido varias veces a este Centro Pignatelli de Zaragoza y van a tomar la palabra no como dos ponencias, sino en diálogo mutuo, planteando distintos interrogantes y dando pie a que el público también manifieste al final sus inquietudes. Bienvenidos, pues”.
Texto del coloquio
(IN) Buenas tardes. Ante todo quiero agradecer la invitación del Centro Pignatelli, adonde vengo siempre con mucho gusto; ahora se llega más fácilmente desde el sur de España.
Profesor Guillermo Giménez-Gallego: La Biología es una Ciencia relativamente joven. Incluso el término Biología se acuña en 1810 simultáneamente por Treviranus y Lamarck. ¿Crees que la Biología, la Biología actual que conocemos como Biología Molecular, puede darnos verdaderamente una luz, una verdad en nuestra búsqueda de lo que es el mundo, la realidad que nos rodea, el ser humano con sus preguntas recurrentes y por último abrirnos a la transcendencia?
(GG) Primero quiero decir dos cosas. Una, que quien debía contestar eres tú, que has tenido mucho más tiempo que yo para hacer esa reflexión; yo todavía estoy envuelto al cien por cien en los trabajos experimentales, aunque de una manera consciente, reflexiva, y como jesuita por algo más que por el hecho del triunfo personal. La otra cosa que quería decir sobre esa proteína que has comentado antes, es que su importancia se refiere al virus del SIDA (me parece que no ha quedado claro). El problema que hay con el virus del SIDA es que actualmente su trasmisión es sobre todo por vía sexual (no por la drogadicción, donde ya está muy controlado). Nadie se explicaba hasta ahora cómo se puede trasmitir, puesto que el gran trasmisor es el hombre, en la eyaculación hay muy pocos virus y además se trata de un virus tremendamente lábil. Igualmente nadie se podía explicar cómo era tan eficaz. Y lo es por esta proteína SEVI que hace que el virus encuentre su blanco (es como una verdadera casamentera).
Con respecto a la verdad en la Biología: En ciencias nosotros hablamos más bien de coherencia, más que de verdad. Empleamos sistemas coherentes para describir el mundo. Nuestra moral últimamente parte de un conocimiento de la realidad y la ciencia trata de describir esa realidad con más detalle, ayuda a valorar más esos detalles, ofrece una orientación, una prolongación fina de las perspectivas para conocer mejor cómo está el mundo y tomar las decisiones éticas. Pensar que la ciencia nos va a llevar a la verdad fue una ilusión de la Ilustración; después de Kant ya nadie apuesta por ello. La verdad absoluta no se alcanza por la ciencia. La ciencia describe el mundo accesible a los sentidos de una forma muy fina y lógicamente nuestras acciones morales hay que hacerlas en ese mundo; en la medida en que la ciencia describa mejor ese mundo, podremos tomar unas decisiones morales más racionales.
(IN) Te decía antes que la Biología como tal es una ciencia relativamente joven. Sin embargo, Aristóteles fue el primero que intentó hacer una Metabiología como parte de su Filosofía Natural de tal manera que un tercio del “Corpus Aristotelicum”, es decir, de lo que nos ha llegado a nosotros de Aristóteles, se refiere a los organismos vivos: tratados como: “Sobre el alma”, “De la generación y corrupción”, “De las partes de los animales” y “La historia de los animales” han influido fuertemente en la concepción de los seres vivos, de tal manera que la Biología hilemórfica ha sido la conductora hermenéutica en la interpretación de lo que es un ser vivo desde Aristóteles hasta nuestros días, pasando por toda la Escolástica y todo el pensamiento de la Filosofía occidental. Por otra parte en el s.XIX aparece una Biología muy reduccionista, que considera desde Descartes a los animales como puras máquinas porque no tienen res cogitans, carecen de pensamiento. ¿Crees que es posible un nuevo acercamiento a la comprensión de los organismos vivientes que no sea la Biología puramente dualista, la vía hilemórfica, es decir la que nos habla de un principio vital, ni la vía reduccionista, que reduce los vivientes a puras máquinas? ¿Qué pensamiento se va imponiendo a los biólogos en nuestros días de una manera espontánea?
(GG) Primero hay que decir que la Filosofía Natural de Aristóteles es tremendamente importante, porque es ahí donde nace la Ciencia moderna. Los grandes científicos, Galileo mismo, hablaban de Filosofía Natural, y el gran libro de Newton se llama “Philosophiae Naturalis Principia Mathematica” (Principios Matemáticos de la Filosofía Natural). Es ahí de donde la nace la Ciencia. Con gran desprecio al principio los escolásticos les llamaban los “novatores”, los que venían con novedades: si ya se comprendía toda la metafísica, a qué venían estas innovaciones. Aristóteles, con el mundo que tiene en sus manos y la experiencia de Platón, describe un mundo que es dual. Aunque haya prestado grandes servicios a la filosofía y a la teología, supone una concepción de la materia como algo absolutamente inerte. El ejemplo típico de materia sería la piedra, que lo único que puede hacer es ser piedra. Tiene que haber algo que lo anime, porque la materia de suyo es inerte. Pero la experiencia que tenemos hoy día de la materia no es ésa, sino que cuando conseguimos un cierto nivel de complejidad en la materia, esa materia empieza a valerse por sí misma, empieza a producir más cosas por sí misma. Habrán visto en los periódicos de estos días que el científico norteamericano Craig Venter ha sintetizado un cromosoma bacteriano in vitro. El experimento ha sido crear una molécula por síntesis química y, cuando este experimento esté acabado, esa molécula empezará a hacer muchas moléculas más por sí misma. Esto quiere decir que la materia no es una piedra, que la materia, puesta en las condiciones adecuadas, es capaz de hacer cosas y dar mucho más de sí misma, últimamente, un organismo vivo. Esto no implica ningún materialismo. No hay que recurrir a ningún impulso vital que venga de fuera, sino reconocer que esa misma materia que nosotros considerábamos que no tiene impulso vital, resulta que lo tiene. Que si se pone en determinadas condiciones, se pone a hacer. Esto es lo que ha dado lugar a la vida en la tierra, cuando hay esas condiciones la materia empieza a reproducirse a sí misma, a copiarse, y a seleccionar de sus propiedades las más prácticas. Esto no es materialismo. Materialismo sería decir que no existe nada más que la materia. Hoy en día hay que decir que eso que llamamos materia es una caracterización muy primitiva, muy primitiva, del mundo que nos rodea. Porque, puesto en condiciones, es capaz de dar lugar a nuevas cosas.
(IN) Parece ser por tu respuesta que la propia Biología, hoy día, no quiere ser reduccionista. Ya algunos biólogos han dicho que no se puede sacrificar la vida en el altar de la Física y que son necesarias nuevas matrices conceptuales para la comprensión de un organismo vivo. Estas matrices conceptuales serían: considerar a los organismos vivos como una totalidad, como una unidad de reacción, como un sistema organizado, que tienen una finalidad interna. Aristóteles apuntaba a esto cuando afirmaba lo que él llamaba el “alma”; lo que animaba a los seres vivos, lo llamaba él “entelecheia” (entelequia, decimos nosotros en castellano), es decir, tener la finalidad dentro de sí, poseer una finalidad interna. Los organismos vivos se comportan como un proceso y están en continuo cambio, es decir, en continua evolución (aunque Aristóteles no usó esta palabra, sí decía que los seres vivos nacían, vivían, se reproducían y morían) . ¿Estarías de acuerdo como biólogo experimental en atribuir a los organismos vivos para intentar describirlos estas categorías fundamentales: unidad, totalidad, sistema, finalidad, proceso, evolución…?
(GG) Pienso que no se pueden concebir como categorías extrínsecas. Lo que uno percibe, como he dicho antes, mirando el mundo desde la ciencia de hoy, es que la materia, puesta en determinadas condiciones, se pone en marcha y da lugar a la vida. Todo eso de la finalidad: por supuesto, pero desde dentro. Diríamos que la materia tiene esa tendencia a dar, en cuanto puede, esas formas complejas que son capaces de reproducirse y claramente de producir formas cada vez más complejas y cada vez más perfectas a la hora de reproducirse, y de dar diferentes formas de vida. La última forma más cualificada sería el hombre y hay que reconocer que todo lo que tiene el hombre de trascendencia y de espíritu tiene un gran valor biológico. No hay más que ver cómo ha sido capaz de colonizar la tierra entera y, como siga así, va a ser capaz de acabar con todos los animales. Eso es un verdadero éxito biológico. Y la razón de ese éxito es haber alcanzado lo que nosotros llamamos espíritu, o el convencimiento de que existen valores absolutos, algo de lo que el hombre no puede prescindir y que desde luego es un éxito de la evolución humana. Yo estoy de acuerdo con lo de Aristóteles, pero hay que verlo desde la perspectiva de hoy, como cualidades absolutamente intrínsecas del sustrato que llamamos materia.
(IN) Lo que más nos acerca a la comprensión de los organismos vivos, desde una bacteria hasta los seres humanos, es que son organismos procesuales. Tenemos ahora una filosofía procesual, que nos puede servir como instrumento intelectual para estudiar los organismos vivos. Si esto es así, ¿por qué se ha tardado tanto tiempo es descubrir esta cualidad fundamental de los organismos vivos? Vayamos por partes: tú eres especialista en estructura de proteínas. Ya dijeron los primeros bioquímicos en el siglo XIX que las proteínas eran lo más fundamental, lo primero, de lo que están compuestos los organismos vivos, de ahí su nombre “proteína”, de proteion (lo primero, en griego). ¿Qué diferencia encuentras tú, que te dedicas entre otras cosas a estudiar estructuras de proteínas, con lo complejas que son, entre una proteína cristalizada en un frasco en el laboratorio y una proteína en el interior de un ser vivo?
(GG) Sí, ahí hay una diferencia fundamental para la Biología y para la Ciencia en general. Es a finales del siglo XX cuando se toma conciencia de que la Ciencia no es más que una descripción de una realidad que se nos escapa. Para la Ilustración era la quintaesencia de la realidad. Tanto que cuando Descartes descubre la Geometría Analítica y por tanto la descripción de las formas de la realidad, a un amigo suyo que está muy enfermo le dice que a ver si los galenos le mantienen todavía unos cuantos meses para que él acabe la Geometría Diferencial y con eso le pueda curar. ¿Por qué? Porque se pensaba que la Ciencia describía la esencia de la realidad, tal como Dios la veía. Newton se consideraba un teólogo y lo que él pensaba hacer era Teología. Y al formular las leyes del movimiento de los planetas, pensaba acceder al pensamiento de Dios. Luego viene la crisis de la Ilustración, viene Kant y nos acaba convenciendo de que la realidad se nos escapa y lo único que hacemos con la Ciencia es hacer unos modelos que nos sirven para manejar la realidad. Por eso he distinguido antes entre coherencia y verdad. Sabemos que esto es un brazo y esto un hombro, pero no sabemos qué hay detrás. Este es el gran problema de las ciencias, que nos dan modelos, aproximaciones. La Ciencia funciona a base de fotos fijas. Si uno calcula la anchura del Ebro, es una foto fija, porque el Ebro no tiene la misma anchura ni siquiera durante dos segundos, como un pintor que pintase el Ebro con sus orillas y todo, sería una foto fija, porque el Ebro no tiene las mismas orillas nunca. Cuando uno quiere hacer esas fotos fijas y llega a la Física Cuántica y ve que la realidad últimamente son partículas, pero llega un momento en que no podemos ya seguir haciendo fotos fijas. Tenemos que ser conscientes de la pobreza de nuestra descripción de la realidad, porque si nos creemos que las fotos fijas son la realidad, vamos a sacar una serie de conclusiones tremendamente absurdas. Nos podemos creer que las etapas en que nosotros dividimos un proceso, son la verdadera realidad, y no es verdad. El ser vivo es como el Ebro, que está continuamente fluyendo. Tenemos la habilidad de, si están bien hechas esas fotos fijas, poder hacer cálculos sobre ellas y hacer puentes y edificios y medicinas y muchas cosas. Y hacer Ciencia es hacer fotos fijas buenas, coherentes. Cuando nosotros dibujamos una proteína con esas formas tan bonitas, eso es una foto fija, que nos sirve para determinadas cosas; pero si nos empeñamos en que una proteína es eso, podemos llegar a los mayores disparates.
(IN) ¿No nos estará traicionando aquí un poco nuestro pensamiento griego, enfocado a la “sub-stancia” (lo que está debajo), que siempre permanece, la realidad “sub-stante”? Sería más interesante cambiar de manera de pensar, (cambiar de “chip”, como decimos ahora) y, en lugar de realidades “sub-stantes”, hablar, como decías tú, de realidades “supra-stantes”: la ciencia va viendo siempre los resultados de todo eso que de alguna manera “está”. Siguiendo el ejemplo de la proteína, que es lo que tú dominas, es interesante observar que hasta una molécula no es lo mismo estudiarla como una especie química (lo que describíamos antes como cristalizada en el interior de un frasco), que en el interior de una ser vivo donde se dan pequeños cambios conformacionales en la misma proteína –parece que está como “respirando”, lo que los cristalógrafos han llamado el “breathing de la proteína”–, fenómeno que va a tener una repercusión inmediata en la serie de proteínas con las cuales esta proteína se relaciona y en otras moléculas que llevan la información como son los ácidos nucleicos. Hacer una foto fija, como muy bien decías antes, nos llevaría a conocer sólo una parte; ya decía san Agustín que nosotros sólo conocemos el instante del presente, pero no podemos conocer el devenir de las cosas pasadas, ni de las cosas futuras, salvo que utilicemos la memoria y utilicemos la esperanza. El tiempo es una categoría fundamental de todo, y también esencialmente de la vida. ¿Sería correcto afirmar que no es lo mismo, que no se comporta de la misma manera, una proteína cristalizada, como la que tú llevas tantos años estudiando, que una proteína en el interior de un ser vivo?
(GG) No es lo mismo, por la misma razón por la que unos mismos medicamentos no nos sientan igual de bien a todos. Las “fotos fijas” a las que me refiero nos son tremendamente útiles. Pero tenemos que olvidarnos de la idea de la Ilustración de que ellas constituyen la quintaesencia de la realidad. Estamos completamente convencidos de que la realidad se nos escapa y de que éstos son medios muy limitados como para identificarlos con la realidad. Si seguimos con el pensamiento de la Ilustración podemos llegar a ideas tremendamente absurdas, y de ahí las disputas sobre el estatuto del embrión y todo eso. Etapas que son meramente descriptivas, para podernos manejar, estamos tomándolas como lo que nos describe la realidad de verdad, “el embrión tal como Dios lo ve”, por decirlo así con la mentalidad de la Ilustración. Vuelvo a decir lo mismo del Ebro, que no tiene ni un nanosegundo la misma anchura. Lo que ocurre es que la ciencia ha tenido tanto éxito: no hay más que ver cómo se ha alargado la vida, cómo vivimos confortablemente ahora, cómo puedes llegar ahora de Málaga a Zaragoza en cinco horas… La técnica ha tenido tanto éxito, que pensamos que hemos dado con las claves de la realidad y que la podemos manejar como Dios la manejaría. Los principios de funcionamiento del sistema nervioso los conocemos todos, probablemente ya no hay ningún resquicio nuevo del funcionamiento del sistema nervioso que desconozcamos. Pero de ahí a describirlo químicamente… Primero: describir químicamente una emoción: ¿la podemos describir así? Ni siquiera la versión química de una emoción. Conocemos muy bien los principios de la química cuántica, pero cómo describir por completo cuánticamente un átomo, aun el de hidrógeno, que es el más sencillo que hay… Vuelvo a decirlo: porque sepamos describir las proteínas y los canales iónicos, y las corrientes, no podemos decir que eso sea ya la quintaesencia de la realidad. Basta fijarse en el gran problema de la división celular.
(IN) Si eso es así, si tan importante son las estructuras moleculares que estudiamos como fotos fijas, como las relaciones de unas macromoléculas con otras, ¿podemos preguntarnos qué mantiene la unidad funcional que supone una célula, dada su enorme complejidad de estructuras y funciones integradas? Nosotros podemos analizarlo todo, pero por así decir dando a la moviola al revés llegamos a una unidad. Y a una unidad que en los seres humanos decimos “yo”: yo no soy ni mis manos, ni mis pies, ni mis ojos, ni siquiera mi cabeza, ni mi cerebro, ni siquiera las proteínas de que están compuestos… ¿Quién mantiene esa unidad funcional, que al final y al cabo es un ser vivo? ¿Cómo lo podríamos entender?
(GG) Esto sí que es difícil de responder. Entre otras cosas porque eso de alguna forma escapa ya a la Ciencia. ¿Quién es últimamente responsable de la unidad? Cuando uno mira la materia viva, hay que ver las cosas que es capaz de hacer la materia; si sólo la vemos como un adoquín y es capaz de hacer todo esto…. Hay que verlo intrínsecamente, en el interior de la materia, y eso desde luego escapa a la Ciencia, no se puede traducir químicamente, ni biológicamente, ni bioquímicamente, ni de ninguna manera. Pero es fundamental tener conciencia de ello; así es como no se cae en el materialismo.
(IN) Antes hemos hablado del “breathing” de una proteína, es decir, esa serie de cambios conformacionales. Si esto ocurre en una proteína que es una sola molécula, cuando en una bacteria pequeñita hay del orden de las 3000 proteínas diferentes, cuánto más podemos hablar de los cambios de las diferentes moléculas de los seres vivos y aún más de los cambios en las moléculas que tienen información, como son los ácidos desoxirribonucleicos, que parecen ser los responsables de que los seres vivos vayan cambiando, vayan evolucionando, se vayan adaptando a los medios en los cuales tienen que vivir. ¿Podríamos decir que evolucionar, cambiar, ser procesos en evolución, es la característica fundamental de los organismos vivos? En una palabra: ¿vivir es evolucionar o vivir es estarse quieto?
(GG) Es obvio que hay una componente fundamental de evolución en los seres vivos. Hay un fenómeno que no conviene descuidar. Supónganse que estamos en un momento intermedio de la evolución, en la época de los dinosaurios, por poner un ejemplo. ¿Por qué a partir de ahí no se vuelve hacia atrás? Hay claramente un parámetro ascendente, hacia sistemas nerviosos cada vez más complejos, que dan cuenta de conductas más complicadas. Es una pregunta que tiene muy mala fama en general, tanto para los biólogos, como para los filósofos; cuando uno la hace, porque parece que uno está ahí asomando “la cola serpentina” (como dice san Ignacio) del diseño. Lo mismo que hay formas muy exitosas de vida muy elementales, ¿por qué de los vertebrados no han vuelto a salir invertebrados y bacterias y levaduras y hongos, sino que cada vez se ha ido a sistemas nerviosos más complejos? Si es que el único principio que gobierna es el éxito de la solución, en puro darwinismo: se buscan soluciones y las más exitosas se consolidan; el azar produce formas, la mayor parte de ellas fracasadas, pero de pronto surge una forma exitosa y tira adelante. Con esa filosofía, igual se podría ir hacia atrás, porque las formas primitivas siguen perviviendo, y con qué potencia. Yo me he encontrado una vez levaduras que habían sido capaces de sobrevivir en condiciones extremas…; una vez me trajeron unas muestras de unas lentes de los teodolitos del Sáhara, que se habían vuelto turbias. Y es que había unos hongos que bebiendo de no se sabe qué agua, porque el agua es el principio de la vida, y alimentándose de la grasa que tenían las lentes de los teodolitos, habían sido capaces de crecer y perforar el cristal. ¿No es eso una forma exitosa de vida que ha pervivido, y elemental? Lo que uno no se explica es que, si el único criterio es el éxito, la evolución no haya tenido también marcha atrás y marcha adelante. No ha tenido nada más que marcha adelante. Eso hay que tenerlo en cuenta, ahí se nos descubre una propiedad de la vida que se debe tener en cuenta. Teilhard de Chardin era un firme creyente de ese parámetro: la llamada ortogénesis.
(IN) Jacques Monod decía, después de mucho pensarlo, que había dos cualidades que distinguen a los organismos vivos de los no vivos: una era la teleonomía, la finalidad, de la que hemos hablado antes, y otra era la emergencia de novedad, la capacidad de vivir situaciones nuevas e irse adaptando a esas situaciones nuevas, lo que llamaba él la emergencia de novedad, que sería, junto con la finalidad, las dos cualidades que distinguen a los organismos vivientes. Siendo así, parece que la aparición continua de emergencias sería lo que nos ha llevado en la evolución hasta lo humano. En dos procesos que nos definen lo humano: el proceso de hominización, el proceso que nos dicen los paleóntólogos de varios millones de años atrás desde los Austrolopithecus y a los diferentes tipos de Homo, hasta el Homo sapiens. Y luego un proceso de humanización, es decir, cuando aparece lo propiamente humano, lo que nosotros definimos como humano que es nuestra conciencia reflexiva, que podemos ver cuando aparecen vestigios de acciones intencionadas encaminadas a un fin, como pueden ser los primeras huellas de una cultura. Si esto es así, ¿cómo describirías tú desde el punto de vista molecular estos dos grandes procesos? ¿O son dos caras de una misma moneda: el proceso de hominización y el proceso de humanización?
(GG) Yo creo que son completamente distintos, por lo menos tal como yo los percibo. El proceso de hominización es algo sumamente complejo y con muchas ramas. No llegamos hasta el hombre actual hasta que vemos hombres que hacen arte: ahí es cuando aparece el hombre moderno. Una vez, dando una charla a los monjes del Monasterio de La Oliva, a propósito de Atapuerca, preguntaban: Esos hombres ¿se salvarán o no? Claro, los monjes rezan para que la gente se salve. Yo dije: estamos hablando de “hombres” de forma analógica. El hombre en cuanto abierto al absoluto, eso no serían probablemente los de Atapuerca. Estamos seguros de hombres abiertos al absoluto cuando hay arte, que es una forma de representar lo inefable. El proceso de hominización es un proceso muy complejo. Lo que la biología llama hombre no es lo que la teología, la filosofía, la ética, llaman hombre. Son seres que incluso pueden hacer instrumentos, pero también los gorilas y los chimpancés hacen instrumentos. Hacen instrumentos cada vez más sofisticados, probablemente tienen relaciones cada vez más sofisticadas, pero no hay ni el más mínimo índice de sentido de la trascendencia, que sería la otra cara de la moneda. ¿Cómo lo veríamos? Por el arte. Ese sería el proceso de humanización Yo creo que el proceso de humanización comienza a partir de ahí, en ese largo proceso que dura entre cien mil y noventa mil años, en el que el hombre llega a ser capaz de formular, de sacar todo el producto de esa abertura hacia la trascendencia, hacia el absoluto, que el hombre representa con el arte.
(IN) Avanzando un poco en nuestro pensamiento en búsqueda de la verdad, que es al fin y al cabo lo que nos trae aquí esta tarde. Hoy conocemos, desde el año 2003 el genoma humano completo, y desde el 2005 el genoma del chimpancé (Pan troglodytes), el primate más cercano evolutivamente al hombre. Cuando nos ponemos a compararlos, las diferencias son casi diferencias de raza, porque resulta que la diferencia en las secuencias codificantes es de 1’06% aproximadamente. No todas las secuencias de un genoma son codificantes en los organismos superiores, sino que la gran cantidad del genoma no es codificante, otra cantidad del genoma que está implicada en distintos procesos de control de la expresión de ese genoma codificante y luego hay otra parte, sobre el 65 %, que aún no sabemos qué función tiene, pero tiene una importancia muy grande en lo que es la construcción. Pero en cuanto a la diferencia de secuencia tenemos aproximadamente un 1’06 % entre el Pan troglodytes y el hombre. ¿Dónde estaría a tu juicio ahí el proceso de humanización? Como muchas veces la gente pregunta: ¿Y qué nos hace diferentes?
(GG) Si tomamos la secuencia del genoma y decimos que el hombre y el chimpancé son lo mismo porque sólo se diferencian en el 1%, es que estamos tomando mal el instrumento de medida, porque el hombre y el chimpancé no son iguales, eso es obvio. Hemos planteado mal el problema. Estamos pensando en un modelo ideal; porque por esa misma razón un tifón o un huracán empiezan siempre con una diferencia de décimas de grado entre el aire y el agua del mar. Los genes tienen capacidad de amplificarse y pequeñas diferencias dan lugar a diferencias enormes. Está clarísimo que el hombre y el chimpancé no somos iguales. Si no pensamos que son ecuaciones lineales, en que las pequeñas diferencias se mantienen hasta el final, si no es así, si son capaces de amplificar y de multiplicarse, esas pequeñas diferencias se convierten en diferencias enormes. Como pasa con los huracanes: una diferencia de décimas de grado entre dos puntos del mar, y en uno se forma un huracán y en otro no, y es por la capacidad de concatenarse causas y apoyarse, y acaban produciendo reacciones enormes. Que es lo que ocurre entre el chimpancé y el hombre. Eso además de que esa diferencia del 1 % puede ser enorme, porque si esa diferencia está en la parte reguladora, puede ser una diferencia diría casi infinita. Se parte de la idea de que son genes, las bases dan una proteína y la proteína da un genotipo. Y resulta que esa proteína es una proteína reguladora, es como cuando uno abre un grifo, con muy poquita fuerza puede mover una turbina, como si el empleado de una central abre una compuerta. ¿Qué fuerza ha hecho? Muy poca, sólo darle al botón. Han permitido, por así decir sacar a la luz toda una potencialidad que había en los genes, que los tienen muchas veces sobre el papel, pero que no se podían poner en marcha porque faltaba el “interruptor” que los pusiera en marcha. Nosotros nos diferenciamos fundamentalmente de una forma estática en las proporciones en que estos genes están funcionando y también de una forma dinámica, donde entra un proceso de cambio de escala que hace que un pequeño gen de un embrión se ponga en marcha y de ahí depende que se forme el cerebro o no se forme el cerebro. Fíjense si eso va a tener consecuencias después. Y es la magia de una pequeñísima diferencia.
(IN) Eso nos lleva a lo que Karl Popper llamaba los tres mundos. Tanto el genoma, como ese genoma transcrito en un momento dado, que llamamos transcriptoma, o expresado en proteínas, que llamamos el proteoma, pertenecen al mundo 1 el de las realidades físicas, y como tal podemos manejarlo con la metodología de la Biología Molecular. ¿Pero podemos manejar el mundo 2, definido por Popper como «el mundo de los estados mentales, incluyendo entre ellos los estados de consciencia, las disposiciones psicológicas y los estados inconscientes», todo eso que de alguna manera nos constituye como humanos, sin olvidar como constitutivo de lo humano «el mundo de los contenidos de pensamiento, y ciertamente los productos de la mente humana», denominado mundo 3 por Popper? ¿Cómo nosotros hoy nos manejamos en medio de los tres mundos? Por hacer una pregunta sobre algo que está muy en la filosofía actual, sobre todo en la antropología, tanto de Popper como de John Eccles, que era un neurofisiólogo. Ambos publicaron conjuntamente: “El Yo y su cerebro”.
(GG) Que nosotros nos podemos manejar con los estados de ánimo, es obvio, y diríamos que gracias a Dios. ¿Cómo la gente pudo vivir cuando no existían los neurofármacos? Pero el que nosotros nos podamos manejar (volviendo al principio) es porque hemos sido capaces de hacer un modelo de funcionamiento del sistema nervioso, aun con muchas limitaciones. Pero eso no quiere decir que las emociones sean los canales por los que nosotros controlamos el funcionamiento del sistema nervioso. Las emociones son las emociones. Lo que pasa es que nosotros somos últimamente materia. ¿Qué manejo de la materia es más radical que darle a uno una puñalada? Y se acabó el pensamiento, se acabaron las depresiones, se acabó todo.
En la medida en que nosotros conocemos la formulación química y somos capaces de estimularla, podemos modificar el todo. Pero eso no significa reducir todo a esa parte. En eso hay que tener claro que la Medicina no había sido sofisticada hasta muy recientemente. La Medicina era una cosa muy tosca. Baste ir al Museo de la Farmacia y ver las cosas que la gente se ha tomado. ¡Y ha sobrevivido! Hoy día, como tenemos un conocimiento mucho más detallado de la Biología, volvemos a confundirnos, no somos conscientes y no nos damos cuenta de lo mucho que estamos simplificando la Biología. Nos creemos, eso que sale de vez en cuando en los periódicos, que vamos a vivir 200 años, que lo de los trasplantes de células madre, eso está al cabo de la calle, nos creemos infinidad de cosas como ésas. No sé si han leído en los periódicos que la semana pasada en Holanda murieron 28 en un ensayo clínico, que se hace con todas las garantías. Y hace unos meses en Inglaterra murieron 6 en un ensayo clínico, el 100 %. Eso ¿qué quiere decir? Que nos estamos topando con las limitaciones de nuestros modelos. Pensar que cuando nos metemos a nivel molecular podemos hacer de una forma indiscriminada medicina molecular, eso es una ingenuidad. Y probablemente nunca lo podremos hacer, porque son sistemas tan complejos, con tantas variables, que no los podemos manejar, como ocurre en Física cuando tenemos un número de variables demasiado alto. Y asistiremos al fracaso de muchas tentativas de éstas, simplificaciones que pensaron que son modelos que podemos llevar absolutamente hasta el extremo.
(IN) Sin querer la Biología y la reflexión sobre los procesos vitales nos han introducido en las preguntas que nos cuestionan lo propiamente humano. Pero aún quedan algunas preguntas; el ser humano tiene ansias de sobrevivirse y de pervivir. ¿Podemos desde la Biología vislumbrar alguna respuesta? ¿Estas respuestas no pertenecen más bien al campo de la Filosofía? Sin embargo ¿no nos ha llevado la Biología, por lo menos, a hacernos la pregunta? ¿Tendría sentido la pregunta que a sí mismo se hacía el P. Pierre Teilhard de Chardin: “La Biología, llevada a fondo, puede conducirnos a emerger en una perspectiva de lo transcendente al hombre”?
(GG) Yo creo que no. Lo que sí creo es que todo conocimiento del mundo, cuanto mejor y más exacto sea, más nos prepara para tener una visión más exacta de lo trascendente. Hoy en día para un creyente la visión que puede tener de Dios, es mucho más clara y exacta que cuando esto se desconocía. Fíjense que se pensaba que Dios estaba detrás de cada fenómeno de la naturaleza, manejando todo aquello que no entendíamos. La Ciencia ha llevado a un proceso de descarnamiento de la idea de Dios, que ha sido muy positivo, aunque tenga también como todo su parte negativa, su parte dura. Lo suelo comparar con el proceso que tanto describe S.Juan de la Cruz en sus “Noches” famosas. Lo que él hace últimamente es despojar la idea de Dios, y en este sentido es terriblemente moderno en el siglo XVI, porque lleva a cabo un despojamiento de Dios de todo lo que no es Dios. Cuando en la “Subida al Monte Carmelo” dice: “Nada y nada y nada…”. La Ciencia nos ha llevado en el mundo a quitar a Dios de donde no estaba Dios. Sin duda es un proceso incómodo, lo cómodo era tenerlo como lo teníamos antes, pero también está llevando la Biología y la Ciencia a un sentido de la trascendencia de Dios que purifica la religiosidad.
(IN) Sin querer la Biología misma nos ha llevado a preguntarnos por el misterio. Ante el misterio ¿qué puede hacer el ser humano? Caer en el escepticismo; abrirse al misterio; escudriñar hasta el fondo la realidad con esperanza de encontrar la verdad alguna vez. Quizá aún tengan sentido aquellas palabras de Simmias en el “Fedón” que recoge Platón: “Porque lo que se debe conseguir con respecto a dichas cuestiones (están hablando del mundo, de lo que es la realidad) es una de dos cosas: aprender a descubrir por uno mismo qué es lo que hay de ellas, o bien, si esto es imposible, tomar al menos la tradición humana mejor y más difícil de rebatir y, embarcándose en ella como en una balsa, arriesgarse a realizar la travesía de la vida, si es que no se puede hacer con mayor seguridad y menos peligro en un navío más firme, como por ejemplo, una revelación de la divinidad” (palabras de Simmias, en el “Fedón” de Platón: 85,d). Y ahí Platón se quedó. Y ahí me voy a quedar yo y no te voy a hacer más preguntas, para que los presentes te propongan sus preguntas
Documentación preparada por Miguel Lorente, Catedrático de Física, Universidad de Oviedo, y miembro de la Cátedra CTR.
tendencias21,Domingo 25 Enero 2009