sábado, 18 de abril de 2009

Es increíble oír que utilizar embriones humanos es asesinar vidas inocentes

María Casado, directora del Observatorio de Bioètica i Dret de la Universidad de Barcelona.


Como si de una manera programada se tratara, las noticias que tienen que ver con avances científicos en la clonación en cualquiera de sus variantes irrumpen en los medios de comunicación mundiales para reabrir un debate aún reciente y que ya parece viejo de tanta discusión que ha generado. Pero es un debate sin cerrar y seguro que por mucho tiempo abierto. Una experta en bioética nos da una visión reposada del mismo. «Es increíble oír que utilizar embriones humanos es asesinar vidas inocentes».

Dirige el Observatorio de Bioética y Derecho, centro de investigación de la Universidad Autónoma de Barcelona, ubicado en el Parc Científic. También coordina el Máster de Bioética y Derecho de esta universidad imparte en versión presencial y través de Internet. Es profesora titular de Filosofía del Derecho y Filosofía Política y ha escrito múltiples artículos y libros sobre su especialidad. Al mismo tiempo, es miembro de diversas comisiones de ética y de bioética, entre otras la de Catalunya. Desde el punto de vista ético, de lo que haya oído o leído en los últimos días, ¿qué es lo que más le ha llamado la atención tras el anuncio de la clonación por parte de científicos surcoreanos de embriones humanos y la obtención de células madre? A estas alturas, me parece increíble haber leído y oído de nuevo que utilizar embriones para investigación terapéutica es 'asesinar vidas inocentes', igual que 'matar niños para sacarles los órganos'. Sinceramente, a mí me resulta bastante descorazonador que la noticia genere un debate tan desinformado, como si cada vez fuera la primera en que se habla del asunto, sobre todo cuando hay criterios y existen consensos bastante bien establecidos en torno a esta cuestión. Lo que ocurre es que ese consenso a algunos grupos no les gusta y por ello retoman la cuestión cada vez desde sus inicios. Lo importante es que se trata de grupos con capacidad de aparecer en los medios y de presionar cerca del poder en una medida mucho mayor de lo que correspondería por el número de adeptos.



­¿Se debate o, por el contrario, asistimos a una imposición del no, de la prohibición?

Efectivamente, esa posición, minoritaria pero muy influyente, bloquea en muchos lugares la investigación y en los demás consigue dificultarla en buena medida. Así ha ocurrido con la propuesta de Naciones Unidas. También el ejemplo de estos días es ilustrativo, pues equipos internacionales, con científicos prestigiosos, han tenido que ir a trabajar donde la normativa no les prohíba la realización de estas investigaciones. Y en un contexto mundializado, hay países que han optado por potenciar este tipo de biotecnologías como el ejemplo de Corea. No sé si es una pregunta sin resolver, pero ¿dónde empieza la vida?, ¿en un embrión?, ¿hablamos de días, de una semana?, ¿quién marca el límite? Por cierto, ¿es la insalvable pregunta de este gran debate? Suele ser una de las preguntas mas frecuentes en este debate. ¡Incluso algunos han propuesto una moratoria hasta que los científicos pudieran dar la respuesta! Fíjese que la pregunta se la hacen mutuamente filósofos, científicos, juristas ¡unas disciplinas a otras! Pero en realidad es una pregunta que está mal planteada: la verdadera cuestión no es cuándo comienza la vida, sino en qué etapa de su desarrollo un embrión se vuelve 'moralmente significante' o, más fácilmente expresado, en qué etapa vamos a proteger esa vida y en qué circunstancias. Esto quiere decir que se trata de una decisión social y jurídica más que una indagación sobre el origen de la vida; dense cuenta de que vida también la hay en el óvulo y en el espermatozoide, en las células, si nos remontamos al origen de la vida ¡terminaremos por irnos al polvo cósmico! Es razonable que, dado que los cambios son graduales, se establezca un sistema gradual y creciente de protección; esto es lo que hace nuestro ordenamiento jurídico, que considera al embrión como bien jurídico protegido desde la implantación y concede la titularidad de derechos fundamentales con el nacimiento. Hay que señalar claramente que del preembrión in vitro no se deriva ningún niño si no realizamos una serie de intervenciones importantes. La fundamental, la implantación en el útero de una mujer.



Clonación de embriones humanos, sí o no: ¿Partimos de un debate viciado, corrompido por premisas erróneas o por condicionantes ajenos a la ética?

El problema es que algunos buscan respuestas absolutas tipo 'diga sí o no' y estamos en terrenos donde es necesario matizar y distinguir, en los que el 'depende' o el 'según' son ineludibles. En mi opinión, la respuesta a la pregunta de si se debe autorizar la investigación con embriones y la clonación terapéutica es sin duda positiva. Incluso creo que tenemos el deber moral de potenciar estas líneas de investigación con implicaciones tan importantes para la salud de las personas. Pero eso no quiere decir siempre, ni en toda circunstancia y ni sin requisitos. En primer lugar, hará falta contar con el consentimiento de los donantes de los gametos de que proceden o de los donantes de los embriones mismos. Además, este requisito inicial, que hace a la autonomía de las personas, es algo necesario pero no suficiente. Hará falta también contar con el visto bueno de una comisión que evalúe la idoneidad científica del protocolo y la aceptabilidad e interés social de la finalidad perseguida.



­¿Estamos jugando con la naturaleza, como dicen algunos, o sólo se trata de que la ciencia siga cruzando fronteras como lo ha hecho siempre?

A mí me parece que en general las aplicaciones biotecnológicas generan a la vez miedo y esperanza porque todas son susceptibles de mal uso, pero también nos pueden mejorar la vida enormemente. Respecto a la idea de naturaleza no hay que sacralizarla como intangible. Los seres humanos somos manipuladores del entorno y seres culturales por naturaleza.



­¿Es la trayectoria de la fertilización in vitro un referente válido para acometer este debate?

Seguramente es así. La fertilización in vitro fue lo que posibilitó técnicamente intervenir en las primeras etapas de la vida humana que antes se desarrollaban calladamente en el útero materno. El poner luz y posibilidades de elección donde antes no había produjo un cambio muy importante.



­ Pongamos que en un futuro cercano o lejano el famoso doctor Antinori o una potente empresa biotecnológica anuncia el nacimiento del primer bebé clonado y aporta pruebas. ¿Cuál sería la primera reflexión que le vendría a la cabeza?

Proteger al nacido. Hay que insistir en que cualquier nacido por estas técnicas sería un miembro de la comunidad humana y, a su nacimiento, titular de los derechos fundamentales reconocidos que a todos nos amparan. Hablar de 'clonados' o de cualquier otra cosa no es la manera. Fuere cual fuere la forma de su concepción, los seres humanos gozan de igual dignidad y derechos. Por otro lado, si algunos participantes en el proceso hubieran infringido leyes deberían sancionarse de la forma prevista.



­¿Hay algún argumento válido para defender la clonación humana con fines reproductivos? O dicho de otra manera, ¿la clonación de seres humanos debe ser rechazada desde todo punto de visto ético?

En el momento presente los riesgos técnicos de la clonación reproductiva son tales que hacen éticamente inaceptable su empleo en seres humanos; éste es hoy un acuerdo unánime entre todas las comunidades implicadas. Igual sucede con la clonación de seres humanos en masa, que es un fantasma que suele presentarse frecuentemente en la literatura, el cine o los medios. Sin embargo, si no existiesen riesgos, en un proceso individualizado de reproducción asistida la opinión podría ser distinta.



­¿Clonar es copiar?

Podríamos decir que es distinto copia que fotocopia, ya que hay diferencias, como mutaciones, mitocondrias, expresión de las funciones de los genes... Considerar que los seres humanos son iguales a sus genes es aceptar una nueva forma de predestinación. Además de los genes influyen en nosotros el ambiente, la educación, la alimentación. Se dan múltiples factores que intervienen a la hora de que seamos como somos y mientras más complejos son los caracteres analizados más lo son también los factores de influencia. Estoy en contra de aceptar un determinismo genético; no solo anularía el concepto de libertad, y por ello la responsabilidad humana, sino que es de lo más acientífico.



La ONU sigue posponiendo el debate sobre la clonación para cualquier fin y se sigue sin establecer límites legales a la clonación reproductiva. ¿Por qué?

La necesidad de separar el debate entre la clonación reproductiva de la terapéutica, así como el miedo a ser bloqueados en el debate en la investigación sobre células madre, ha hecho que se haya considerado mejor aceptar que no exista una regulación común que asumir el riesgo de que la intervención de algunos países pusiera todo en el mismo saco y se cerrase así toda posibilidad de investigación. Permítame introducir otro tema de debate al que su Observatorio se refirió hace poco, al publicar una declaración en defensa de la elección del sexo de los hijos e hijas en determinados supuestos. En nuestro documento planteamos que no veíamos razón para una prohibición absoluta y generalizada como la existente hoy, que es algo que puede ser cuestionado en nuestro contexto. Precisamente nos parece que, dependiendo de la proporcionalidad de los medios empleados para ello, podría ser una elección de los padres. Aunque la idea es que las soluciones normativas en temas de bioética puedan ser revisadas según el contexto y el avance de la ciencia, ¡no intentemos hacer normas eternas ni universales! Las certezas son cómodas, pero en un mundo plural y cambiante son falsas.



­ Una última cuestión. ¿Debe tener un nacido producto de un donante de semen o de óvulos el derecho a conocer la identidad de sus padres biológicos?

Creo que sí. Aunque existen algunas buenas razones a favor del anonimato de los donantes, creo que se debería arbitrar un medio para que quien lo deseara pudiera saber sus orígenes genéticos. La potencialidad de esos datos puede ser de interés para su vida y para la de sus propios descendientes. Eso no significa otorgar derechos de filiación. Por otra parte, creo que el criterio más importante de paternidad y de maternidad es el social: quién hace de padre o de madre. Me parece que con el aumento de las adopciones y los cambios familiares ésta es la tendencia y es la solución más correcta. Pero, no obstante, si alguien desea saber sus orígenes biológicos, no hay por qué impedirle conocerlos.



Entrevista publicada en Gara.net, el 24 de Mayo del 2004.





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