domingo, 12 de abril de 2009

Cuaderno de Teología Fundamental 2

Apuntes de Bioética
José Luis Parada Navas


La joven historia de la Bioética ha mostrado la necesidad de interrelacionar todos los saberes implicados en la vida humana. Pero no sólo los saberes han de estar dispuestos a la reflexión, sino también las creencias han de realizar sus aportaciones.

Con el nacimiento y desarrollo de la Bioética se favorece la reflexión y el diálogo sobre problemas éticos fundamentales que afectan a la vida del hombre y su entorno.

La Bioética, como ciencia situada en la encrucijada de la vida humana, como la persona, la familia y la defensa del medioambiente, sabe que tiene que afrontar cuestiones que afectan a las mismas fronteras de la vida para garantizar y promover una cultura humanista. La Bioética, interrelacionándose con las ciencias jurídicas, socioeconómicas, ambientales, humanas, tiene el deber de indicar al mundo de la medicina, de la política, de la economía, la orientación ética que ha de imprimir la actividad humana. Por ello, la importancia de la Bioética es hoy innegable en su dimensión global.

La Bioética se ha constituido en las últimas décadas en una nueva rama del saber ético con repercusiones importantes en el ámbito de la persona y la sociedad. En cuanto tal, proporciona un ámbito teórico-práxico especial para abordar tanto problemas éticos antiguos como nuevos relacionados con la vida humana.

En la génesis de la Bioética han influido, y siguen influyendo, un conjunto de factores que han dejado, y siguen dejando, su peculiar impronta en la configuración de esta nueva área inter-disciplinar.

Los grandes problemas que tiene hoy planteados la humanidad son en el fondo cuestiones bioéticas globales: ética de la familia, ética de conservación del planeta, ética del consumo ante el agotamiento de algunos recursos necesarios, como el agua dulce y el petróleo, ética de las migraciones con los problemas demográficos y de convivencia derivados, desigualdades económicas entre ricos y pobres, situaciones graves de envejecimiento de la población en el Norte y crecimiento de poblaciones jóvenes en el Sur, problemas de natalidad y de eutanasia, problemas nacidos de la medicina preventiva como consecuencia del genoma humano, situaciones difíciles entre la vida naciente y moriente, el acompañamiento en la enfermedad… Todos éstos son problemas cuya solución está más allá de los códigos éticos y deontológicos.

Indicamos tres factores donde se interrelacionan los avances de la Bioética y su repercusión en el hombre de una manera clara:


1. Los avances biotecnológicos. Un factor decisivo en la rápida configuración de la Bioética es el fuerte avance de las ciencias biomédicas y familiares. En concreto, hemos de destacar los siguientes:

La ingeniería genética, aplicada a la biología humana, con la finalidad no sólo de solucionar enfermedades genéticas, sino también, hipotéticamente, de poder manipular la especie humana con hondas repercusiones para la familia y la humanidad.
Las técnicas de reproducción humana que tantas situaciones conflictivas y críticas solucionan en la conyugalidad y la familia; así, la inseminación artificial (intra o extra conyugal), con el concomitante almacenamiento, clasificación y distribución de semen humano, donación de óvulos, la fecundación artificial, con la implantación de embriones en el útero propio o alquilado, y con la congelación y manipulación de embriones humanos, etc.
Las nuevas fronteras abiertas al trasplante de órganos y las intervenciones sobre los estados intersexuales y sobre la transexualidad.
Los progresos técnicos en la práctica de la reanimación, en la diagnosis prenatal, en la esterilización y en el control de la fecundación.
Nos encontramos, por tanto, desde el ámbito familiar y social ante una auténtica revolución biológica. Esta nueva situación propone un decisivo reto a la familia y a la sociedad. Dicho reto puede ser expresado con la siguiente pregunta clave: ¿todo lo que se puede técnicamente hacer se debe éticamente hacer? Se trata de plantearse la pregunta sobre la relación entre técnica y ética, entre ciencia y conciencia.

2. Los cambios operados en el concepto de salud y su repercusión en la persona. Laín Entralgo concreta en cuatro rasgos la situación actual de la ciencia médica. «La medicina de hoy es actual por la obra conjunta, y a veces conflictiva, de cuatro rasgos o notas principales:

Su extrema tecnificación instrumental y una peculiar actitud del médico ante ella.
La creciente colectivización de la asistencia médica en todos los países del globo.
La personalización del enfermo en cuanto tal y, como consecuencia, la resuelta penetración de la noción de persona en el cuerpo de la patología científica.
La prevención de la enfermedad, la promoción de la salud y el problema de si es técnicamente una mejora e la naturaleza humana».
Estas notas, o rasgos, fueron indicios del nacimiento de una nueva forma de experimentar y vivir la práctica médica llena de valores que han de tener traducción en el ámbito de la familia, en las consideraciones éticas y en los ordenamientos jurídicos: la autonomía del enfermo, el respeto a su libertad, los derechos del paciente (derecho a rechazar el tratamiento, compensación por la deficiente asistencia médica, derecho del enfermo sobre las historias clínicas), etc.

Ante la creciente deshumanización de la medicina surge el anhelo visceral y la búsqueda razonada por una práctica médica al servicio del ser humano. Por otra parte, la dimensión social de la medicina origina nuevas posibilidades y nuevas ambigüedades. La moral se siente interpelada por varios frentes: 1º La fijación de las necesidades y de las prioridades sanitarias, que no puede ser confiada exclusivamente a médicos y políticos sino que requiere la participación de toda la comunidad social. 2º El discernimiento entre los diversos sistemas de salud, cuyos criterios inspirativos y cuyas opciones operativas han de ser sometidos a la interpretación ética. 3º La denuncia del espíritu consumista en el área de la salud, que se traduce en la creación de necesidades artificiales y en el uso indiscriminado de medicaciones innecesarias y hasta nocivas.

El concepto de salud y calidad de vida ha adquirido una extensión notable en el ámbito familiar y social porque implica no sólo la idea de bienestar, sino también la realidad de la calidad de vida así como la realización integral de la persona humana. La promoción de la salud en la familia impone tareas nuevas como la alimentación, higiene, planificación familiar, medio ambiente, etc.

3. La desconfesionalización y desdeontologización de la ética familiar. Durante bastante tiempo los problemas morales de la biomedicina en el campo de la sociología familiar han estado orientados fundamentalmente por dos instancias singulares: La moral religiosa y los códigos deontológicos. A pesar de ello, consideramos que no es justo ni exacto dejar de reconocer a estas dos instancias un rol decisivo en la historia de la ética de la biomedicina. Tampoco es un signo de madurez científica proscribir toda referencia religiosa o toda codificación deontológica en relación con la ética actual de la vida humana en la familia. La ciencia de la Bioética y, en las últimas décadas, las ciencias de la familia se han configurado a partir de la desconfesionalización de la ética y de la liberación del predominio de la codificación deontológica. Esto significa que la Bioética, por un lado, ha de apoyarse en la racionalidad humana secular y ha de ser compartida por las personas en general; y, por otro, ha de centrarse en el territorio filosófico, buscando un paradigma de «racionalidad ética» contemplando el ordenamiento jurídico y deontológico y las convicciones religiosas.

En la investigación Bioética convendría integrar el triple conocimiento en la actual reflexión: El tecnocientífico, el organizativo y el axiológico.

La moderna biotecnología postula la urgencia de recuperar y crear nuevos valores que, desde una sólida fundamentación racional y personal, posibiliten y potencien la capacidad de transformar la cultura actual influenciada por los avances de la tecnociencia. En este sentido, la institución familiar desde antaño deviene como espacio privilegiado donde se han desarrollado y transmitido los valores

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