sábado, 4 de abril de 2009

La Bioética el nexo entre la medicina y la religión

Preservativo. Reproducción asistida. Aborto y eutanasia. Embriones y alquimia genética. Nacer y morir, en definitiva, "dos momentos clave" donde medicina y religión acostumbran a colisionar. Y la bioética como un "espacio común de diálogo racional". Sin lugar a dogmatismos, con vistas a dar respuestas a los muchos neo problemas que el código deontológico médico se ve incapaz de abordar. "Peliaguda", a priori, la mesa redonda organizada ayer por el Club de Opinión de este rotativo, la Càtreda Tres Religions y la UIB.
Cuatro ponentes en el concurrido espacio cedido por el CaixaForum. En medio del ´conflicto´ María Casado, la primera en hablar, directora del Observatorio de Bioética y Derecho de la Universitat de Barcelona, y miembra del Comité de Bioética español. Habló de la necesidad "de atribuir derechos" al paciente enfermo. Y del "gran reto" que supone "acepar, proteger y cuidar" la objeción de conciencia del personal sanitario". Aunque el problema, resumió, sigue radicando en determinar en base a qué criterios hacerlo.
Los siguientes diez minutos fueron para Ascensión Cambrón, profesora de Filosofía en la Universidad de la Coruña y presidenta de su Comité de Ética e Investigación. "Creer es matar", aseveró, aludiendo al exagerado dogmatismo que la religión predica en ocasiones. "Más que una discusión metafísica sobre si se debe o no investigar con embriones, hay que plantearse para qué debe hacerse. Si la investigación necesita de estos materiales, hay que aceptarlo". Habló la ponente de temas como las madres de alquiler, la elección del sexo de los hijos o de la detección precoz de anomalías en los embriones. "El que no esté de acuerdo, que no los practique", resumió, no sin antes aludir a la obligación médica de "tener en cuenta la voluntad de su paciente; su ley de autonomía".
Desde el otro extremo habló Lucía Ramón, teóloga valenciana, profesora de Ecumenismo en San Vicente Ferrer. "Autocrítica" con la facción extrema de la fe, aludió a la necesidad de "poner en duda" algunas de las "incoherencias" existentes en su discurso; como la de prohibir el uso del preservativo en defensa "del derecho a la vida". Asimismo, reconoció que "negociar la autonomía" del paciente en la toma de decisiones representa "un problema" tanto para la medicina como para la religión. La bioética, sentenció esperanzada, debe ser un "espacio común para lograr un diálogo racional" entre ambas.
Cerró el encuentro José Ignacio Ricarte, médico de familia, profesor en la facultad de Medicina de la Universitat Internacional de Barcelona. Y "cristiano creyente", una condición que le sitúa en el centro de la dicotomía. "Se crea lo que se crea se debe dar una respuesta al paciente, cuidarlo; como profesionales debemos atenderle". La eutanasia, "es la opción más fácil", ejemplificó, firme defensor de la "dimensión espiritual" de la profesión. "Creer y curar no se separan, van unidos".

Diario de Mallorca,26-9-2008.