sábado, 18 de diciembre de 2010

La salud en los mayores de 89 años.

¿Cómo perciben los mayores de 89 años, de nuestra área de trabajo, su estado de salud?

M. C. Martorell Hallado. Enfermera Servei Atenció Primària Terres de l’Ebre

RESUMEN

Se realizó un estudio observacional descriptivo de corte transversal con el objetivo de conocer la percepción del estado de salud de los nonagenarios de una zona de trabajo rural de les Terres de l’Ebre (Tarragona). El estudio se desarrolló en el período comprendido entre Febrero a Diciembre del año 2008. Se incluyeron todos los mayores de 89 adscritos en nuestra área básica de salud (ABS) y se excluyeron aquellos pacientes institucionalizados, no residentes en el municipio y agónicos.

Se les aplicó diferentes herramientas de valoración geriátrica así como los Índices de Katz, el Índice de Lawton y Brody, la Escala de Depresión geriátrica de Yesavage, la Escala Visual Analógica (EVA) y el Cuestionario de Salud EuroQol-5D (EQ-5), también se ayudó de la consulta de las historias clínicas y de entrevistas al cuidador principal para la recogida de las variables.

Los resultados obtenidos hacen referencia a la capacidad de movilización, para realizar sus cuidados personales i actividades de la vida cotidiana, al estado de dolor y malestar, ansiedad y depresión y también a su estado de salud en el momento de la entrevista comparándolo en los últimos 12 meses.

Dentro de las conclusiones arrojadas está que predominaron las mujeres del total de la población estudiada, y la mayoría de la población en estudio eran viudos. Pero sin diferencia significativa entre hombres y mujeres ni entre viudos/as, casados/as y solteros/as. La mayoría de ellos según la percepción sobre su salud consideran que tienen algún problema de movilidad para realizar sus cuidados personales y actividades cotidianas, perciben dolor y malestar moderados. Más de la mitad consideran que su estado de salud se mantiene durante el último año.

Palabras clave: Percepción, estado salud, nonagenarios

INTRODUCCIÓN

El número de personas que en el mundo rebasa la edad de 60 años, aumentó en el siglo XX de 400 millones en la década del 50, a 700 millones en la década del 90; estimándose que para el año 2025 existirán alrededor de 1.200 millones de ancianos. También se ha incrementado el grupo de los “muy viejos”, o sea de los mayores de 80 años de edad, que en los próximos 30 años constituirán el 30% de los adultos mayores en los países desarrollados y el 12% en los países en vías de desarrollo.

A principios del siglo XXI, los nonagenarios representaban un grupo de población que por sus condiciones genéticas y de vida, lograron sobrevivir, pese a una alta mortalidad infantil y a grandes epidemias de enfermedades infecciosas. Estos sobrevivientes –seleccionados por sus características genéticas y condiciones de vida- representan casos extraordinarios de envejecimiento activo hasta edades muy avanzadas. Sin embargo, las personas que serán nonagenarias entre 2025 y 2050 no habrán sido seleccionadas en función de sus dotes genéticas y condiciones de vida, sino más bien beneficiadas por los logros de la salud pública. Los nonagenarios del futuro sobrevivirán porque tuvieron acceso a vacunas, antibióticos, agua potable y una red de servicios comunitarios. Los centenarios del 2025 ya se conocen: son las personas que en 2000 cumplieron 75 años.

El proceso normal de envejecimiento produce cambios en la homeostasis y en la reserva, aumentando la vulnerabilidad a presentar enfermedades crónicas y degenerativas. Lo que sumado a predisposición genética, estilos de vida inadecuados y condiciones socio-económicas precarias y ambientales nocivas, hace que el estado de salud funcional de la persona mayor aumente el riesgo de transitar desde la independencia a la dependencia.

Los mayores de 80 años pueden presentar hasta tres enfermedades crónicas. De este modo dificulta establecer diferencia entre el grupo de sanos o enfermos, dado que en su gran mayoría presentarán alguna enfermedad crónica o degenerativa. En la vejez, los síntomas de las enfermedades se modifican, la regulación de la temperatura y el balance hidroelectrolítico cambian, aumenta el umbral al dolor, se modifican los mecanismos compensatorios como taquicardia y polipnea…

Una de las primeras manifestaciones de enfermedades en el adulto mayor y aún más en los nonagenarios se produce a través de alteraciones de la funcionalidad. Esta se constituye en el signo de alerta más importante. De aquí la gran importancia de la medición permanente su funcionalidad.

En la práctica clínica, la debilidad de las personas mayores es frecuentemente descrita por cambios como son discapacidad, presencia de comorbilidades y fragilidad, lo cual le hace más vulnerable y se ve la necesidad de que sea asistido. Generalmente estas tres condiciones se encuentran asociadas.

La discapacidad se denomina como una pérdida paulatina de las habilidades mentales, lo cual, es una limitante para el desempeño de las actividades cotidianas. Mientras que la fragilidad, se caracteriza por múltiples patologías como son bajo peso, fatiga, dolor muscular, poca energía, disminución de respuesta motora, además de una lenta reacción cognitiva. Esto en conjunto, crea un vínculo vicioso, en donde en ocasiones es necesaria la intervención médica e incluso la hospitalización.

La Organización Mundial de la Salud (OMS), define salud como el “bienestar físico, mental y social, de los individuos”, resaltando que no solo es la ausencia de enfermedad. En los adultos mayores la salud es definida como la capacidad para atenderse a sí mismo y desenvolverse en el seno de la familia y la sociedad, la cual permite desempeñar sus actividades de la vida diaria por sí solo.

La agenda de la salud pública y los compromisos sociales con las personas mayores y con nosotros mismos deben comprender acciones orientadas a evitar la discapacidad prematura en la vejez y a prevenir y a tratar adecuadamente las enfermedades crónicas en el grupo de más alto riesgo, es decir, el de las personas que tienen 60 años o más. Esto implica la promoción de estilos de vida saludables: no fumar, alimentarse bien, mantenerse activo física, mental y socialmente a lo largo de la vida.

En abril de 2002, representantes de los gobiernos de 159 países se reunieron en Madrid, para la Segunda Asamblea Mundial de las Naciones Unidas sobre el Envejecimiento. Ahí adoptaron el Plan de Acción Internacional de Madrid sobre el Envejecimiento, que constituye un llamado a la acción para cambiar las actitudes políticas y prácticas relacionadas con el envejecimiento satisfactorio. El fomento de la salud y el bienestar en la vejez es una de las tres áreas prioritarias del plan. La OMS ha lanzado su Marco Político sobre el Envejecimiento Activo y señala que entre los factores determinantes de la buena salud en la vejez se encuentra el acceso de servicios de atención a la salud adaptados a las necesidades de los adultos mayores. La iniciativa de una Atención Primaria de alud Adaptada a los Mayores establece los principios generales para dar respuesta apropiada a los problemas de salud de las personas de edad.

“Garantizar una calidad de vida a personas longevas es un nuevo reto que seguirá cobrando importancia en el contexto de la cooperación internacional y en las agendas nacionales en la mayoría de los países durante la próxima década.”

En el plano individual, las personas que ya han cumplido 50 años, podrían llegar a cumplir 100, pero urge reflexionar sobre la calidad de vida que queremos tener en la vejez y tomar medidas encaminadas a proteger nuestra salud y bienestar en el futuro.

OBJETIVO

El objetivo con este estudio fue conocer como perciben los nonagenarios inscritos en nuestra área de trabajo su estado de salud.

DISEÑO

Estudio observacional descriptivo de corte transversal.

MATERIAL Y MÉTODOS

Nonagenarios inscritos en una área de salud rural de les Terres de l’Ebre, se excluyen pacientes institucionalizados, no residentes en el municipio y agónicos.

Muestra incluida en el estudio: 40 ancianos. Datos generales: 45% hombres, 55% mujeres, 80% viudos, 17,5% casados, 2,5% solteros, edad media 92,6 años.

Índice de Katz (anexo I)

Índice de Lawton y Brody (anexo II)

Escala Depresión geriátrica Yesavage (anexo III)

Escala Visual Analógica (EVA) (anexo IV)

Cuestionario de Salud EuroQol-5D (EQ-5) (anexo V)

CONCLUSIONES

La mayoría de pacientes según la percepción sobre el estado de su salud, consideran que tienen algún problema de movilidad para realizar sus cuidados personales y actividades cotidianas (66,7%), y a esos se les suma los pacientes encamados (8,3%).

Un 47,2% refieren dolor y malestar moderado, y un 8,3% refiere mucho dolor y malestar, coincidiendo esa misma cifra con los que manifiestan estar muy ansiosos y deprimidos (8,3%).

Más de la mitad de los pacientes en estudio consideran que su estado de salud se mantiene en el último año (63,9%) y solo una menor parte (27,8%) afirma que ha empeorado.

http://www.portalesmedicos.com/publicaciones/articles/2641/5/%BFComo-perciben-los-mayores-de-89-a%F1os%2C-de-nuestra-area-de-trabajo%2C-su-estado-de-salud%3F