Guadalajara, 4 Jun (Notimex).- Especialistas del Centro de Investigación Biomédica de Occidente (CIBO) del IMSS-Jalisco, aseguran que la enfermedad del gigantismo no es de origen genético, ni se considera una malformación.
El investigador en genética humana, Luis Figuera Villanueva, precisó que este padecimiento se origina por un exceso en la producción de la hormona del crecimiento, y pese a que afecta a unas 40 personas por cada 100 mil, puede desarrollarlo cualquier individuo.
Explicó que la acromegalia afecta a huesos pero, sobre todo, a tejidos blandos y vísceras, músculos, cartílagos, corazón, riñón e hígado.
"Su crecimiento puede llegar al punto de generar tumores en la hipófisis, un infarto o convulsión al agrandarse y colapsar el organismo, u otras complicaciones como dificultades visuales", detalló el investigador del CIBO.
Ante este panorama, Figuera Villanueva manifestó que es importante detectar oportunamente el padecimiento, que suele presentarse frecuentemente al concluir la adolescencia y en adultos jóvenes.
Añadió que las personas con acromegalia tienen estaturas fuera de lo convencional, sus rasgos físicos comienzan a extenderse, se advierte un crecimiento de cráneo, manos y pies, y la mandíbula se torna cuadrada entre otras manifestaciones.
Señaló que al presentarse alguna de estas señales, la persona debe acudir a su médico familiar para ser enviado con un endocrinólogo y dar tratamiento oportuno a través de inhibidores de la hormona de crecimiento y de otros procedimientos quirúrgicos que brinda el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS).
Agregó que contrario a la acromegalia, el problema de baja talla o deficiencia de la hormona de crecimiento (personas pequeñas), si es un padecimiento de origen genético y por lo tanto hereditario, que afecta a una de cada 50 mil personas
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