miércoles, 10 de junio de 2009

El reloj del cambio genético


El investigador de la Unidad de Genética del Instituto de Medicina Legal de Santiago, Antonio Salas

FOTO: Antonio Hernández


Un salto evolutivo. Un cambio brusco en el ADN y, de repente, superpoderes. El punto de partida de la popular serie de televisión Heroes choca con la realidad. Si el genoma humano llega a transformarse tanto, tardará mucho más en producirse porque el investigador gallego Antonio Salas ha desvelado el ritmo de cambio de nuestro ADN. Esta modificación sigue siempre la misma velocidad, pero la adaptación depende de las circunstancias que nos rodean.

"Imagínate que tienes diez millones de letras en tu genoma. Pues una cambia cada año", ejemplifica Salas, miembro de la Unidad de Genética del Instituto de Medicina Legal de la Universidade de Santiago. Su símil resulta ilustrativo: "Buena parte de nuestro ADN se comporta como una maquinaria donde la velocidad con la que se acumulan las mutaciones es proporcional al tiempo que transcurre".

Ello permite estimar que somos iguales que el hombre que salió del África subsahariana hace 60.000 años. Salas pone como ejemplo de las mutaciones los cambios en el color de la piel de ese hombre al llegar a las zonas del norte de Europa, con menos sol que África.

La actualidad está poniendo a prueba nuestra capacidad. ¿El motivo? Los cambios ambientales y las costumbres. "En la época moderna la dieta es diferente y sabemos que enfermedades como la obesidad o la diabetes están relacionadas con una mala adaptación. No ha habido tiempo", señala.

Al establecer que la probabilidad anual de una mutación en el nucleótico es de 10-8 se puede establecer cuándo se pobló Australia por primera vez o cuándo salió el hombre de África, por ejemplo.

También permitirá conocer la importancia de una mutación en el estudio del cáncer o en la genética forense, facilitando la identificación.

No es el único trabajo de Salas publicado en la revista American Journal of human Genetics. También han seleccionado otro que ha descubierto que el norte de Italia sirvió de refugio para la población europea hace 20.000 años, cuando el continente fue asolado por el hielo.

Allí "estuvieron expuestos a importantes reducciones de la variabilidad genética", indica. De esa zona partieron rumbo al Mediterráneo, aunque un grupo se estableció en la isla de Cerdeña, donde se creó una mutación específica. "Si veo ese linaje genético en cualquier parte del mundo sé que es de Cerdeña", indica Salas, que destaca la importancia del hallazgo para poder reconstruir la historia.

El linaje se detectó también en la Provenza hace aproximadamente 7.000 años fruto del comercio con la isla para intercambiar obsidiana. Genómica y arqueología se dan la mano.

ddominguez@elcorreogallego.es


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