lunes, 10 de enero de 2011

Longevidad y felicidad.

Recomiendo la lectura del artículo de J. A. Flórez Lozano publicado en http://www.macroestetica.com que nos habla de la relación positiva de la felicidad con la longevidad,aunque tan solo reproduzco los párrafos que nos evidencian numericamente esta relación,creo que merece la pena leerlo en su totalidad.

En el ámbito asegurador,esta relación pertenece a los denominados factores "lifestyle"
y que como ya hemos evidenciado en otros Think tank de este blog deben ser considerados como uno de los elementos predictivos de la longevidad de una persona,los elementos bioactuariales que determinen estos factores deberan ser objeto de estudio y de su inclusión deberá ser analizado por el derecho,la medicina ,la ética....,

José Miguel Rodríguez-Pardo del Castillo.

---------------------------------------------------




Un estudio realizado en la Clínica Mayo (Rochester, Minnesota), con más de 800 pacientes, puso de manifiesto que los optimistas tienen una longevidad un 19% mayor en su esperanza de vida, con relación a los pesimistas. Así pues, el optimismo, junto a otros rasgos de la personalidad de individuo (altruismo, capacidad de aplazar la gratificación, previsión de futuro y sentido del humor), predicen la felicidad, un menor número de enfermedades, una mayor longevidad y, en última instancia, un envejecimiento satisfactorio.


Por otra parte, los trabajos científicos, nos muestran que, cada vez más, podemos entender la relación entre la felicidad y la longevidad (Seligman, 1995). Se han estudiado numerosos factores relacionados con el envejecimiento como: estilo de vida, estrés, alimentación, alcohol, tabaco, dieta, atención médica, etc. Un estudio realizado en una muestra de 180 monjas en Milwaukee (Estados Unidos), evidenció que las claves de la longevidad eran la felicidad, el anhelo, la alegría y el ánimo eufórico. El 90% de las monjas con sentimientos positivos seguían vivas a los 85 años, en contraste con sólo el 34% del grupo menos alegre. Igualmente, el 54% del grupo más animoso seguía vivo a los 94 años, mientras sólo lo estaba el 11% del grupo menos alegre. La soledad en los ancianos dinamita la felicidad. La contabilidad, con su voraz crueldad, identifica uno de cada 4 ancianos que viven solos. Hambrientos de cariño y pobres de amor sufren el monstruo de la soledad que devora la felicidad. La soledad entre los ancianos es, incluso, más dolorosa cuando se vive con su familia; es un vacío, un aislamiento, una intensa tristeza vital que alimenta el deseo de “irse”, de morir y desaparecer. Resignación y rebeldía, son las actitudes más frecuentes que surgen ante esa cascada de pérdidas psicoafectivas en la ancianidad.