domingo, 30 de julio de 2017

Ensayo sobre ética aplicada a la medida del riesgo y seguro (3)

Capitulo 3 El riesgo
3-1 Introducción

En este capítulo, trataremos de identificar y diferenciar los conceptos de riesgo e incertidumbre, así como las condiciones que se deben cumplir para que un evento adverso sea asegurable.
Por otra parte abordaremos el conocido como interés asegurable , concepto que se configura como nuclear en la formalización de un contrato de seguro privado. El interés asegurable queda cuantificado como la pérdida económica que los beneficiarios sufren como consecuencia de la ocurrencia de un siniestro.
3-2 El riesgo
El ser humano cuando se siente amenazado por un daño, adopta medidas preventivas para necesarias para evitarlo, podría pensarse que el seguro es uno de los elementos de prevención del daño, algunos autores así lo consideran aunque sería mejor clasificar como medidas preventivas aquellas que mitigan el riesgo y no que lo transfieren como es el seguro.

Dos acepciones distintas de riesgo, podemos desde un punto de vista teórico:

-Al mundo gobernado por las leyes de la probabilidad en la que todo se puede medir y calcular.

-Al mundo de la incertidumbre no cuantitativa que no puede conocerse. Sería el caso de las innovaciones tecnológicas y  las aceleradas respuestas sociales.

En el campo de las incertidumbres que dificultan la medida del riesgo podemos citar las siguientes.

   -Medir las consecuencias irreversibles ilimitadas en el espacio y el tiempo, como sería un desastre nuclear.

  -Periodo de pasividad, como sería las consecuencias del uso del amianto en la construcción.

-Desconocimiento de lo conocido, por ejemplo el mal de las vacas locas

-Perspectiva post-humana.

-Naturaleza contradictoria de la ciudadanía en la que la sociedad no se responsabiliza de sus actos.

-El dominio de la percepción pública. La aceptación de un riesgo depende de si quien soporta la pérdida también recibe beneficios.

-Riesgos virtuales. La posibilidad de un riesgo tiene el mismo significado que su existencia, desde la visión económica no tiene relevancia alguna.

-Diversidad transaccional de las normas regulatorias

-Relaciones de poder en la definición del riesgo, el riesgo es una construcción social.

      ¿Quien tiene que probar  que?

      ¿Quién tiene la carga de la prueba?

      ¿Quién es el responsable moral?

      ¿Quién tiene que pagar el coste?

La cultura de la incertidumbre como bien dice Ulrrich Beck ,en riesgo y poder ( PW 2003) no es la cultura del riesgo residual, ni la cultura de la seguridad.


Nos interesa particularmente la definición de riesgo que realizaron J. Soler Bordetas y T.Andrés Álvarez que presentaron en el Congreso Mundial de Actuarios de 1954 celebrado en Madrid, los ponentes lo definieron como: Ente de naturaleza potencial, de carácter aleatorio inherente a todas las actividades humanas.


En la definición anterior se desprende que los riesgos que son asegurables son cuantificables, delimitados y calculables. El cuadro siguiente explicita los distintos límites de la asegurabilidad de los riesgos:



   Las características que debe tener un riesgo sea asegurable deben ser desde la visión actuarial:

1.    El riesgo tiene que ser cuantificable en el sentido de que se conozca su probabilidad.
2.    Los riesgos de una cartera no deberían estar demasiado correlacionados entre si.
3.    El potencial de pérdida total relacionado con un solo evento, debe ser controlable para el asegurador.
4.    El perfil de riesgo, asimismo, deberá tener eventos de gravedad lo suficientemente baja
5.    .... Y de alta con frecuencia, para poder aplicar la ley de los grandes números. Esto hace que la evolución sea menos variable y más predecible.
6.     La  información asimétrica, la posibilidad que tienen los asegurados de saber más sobre sus riesgos que los aseguradores
7.    El riesgo moral y la selección adversa son ejemplos típicos de una información asimétrica. El riesgo moral surge cuando un comportamiento asegurador cambia a raíz de la existencia de un seguro, como pro ejemplo, conducir un coche de alquiler de forma temeraria, después de haber asegurado el vehículo a todo riesgo. La selección  adversa se da cuando personas de alto riesgo contratan mas seguros que personas de bajo riesgo. El riesgo moral y la selección adversa pueden causar pérdidas técnicas.



La actitud frente riesgo además varia a lo largo de la vida y  su predisposición al aseguramiento también se modifica. Y es más, los riesgos a lo que está expuesta una persona, en ocasiones se combinan de forma contraintuitiva ya que no es fácil entender la interacción de complejos procesos inciertos y donde nuestra comprensión sobre la incertidumbre es en ocasiones incorrecta. El analista de riesgos analizan la incorrelación de los distintos riesgos lo que hace que la exposición al riesgo total sea menor que la exposición individual.


En el seguro privado, los analistas de riesgos son capaces de hacer predicciones de frecuencia y daño futuro sobre la base de acontecimientos pasados, pero realizar un correcto análisis de la contingencia, es necesario, como decía Kant a propósito sus  lecturas de Hume, despertar del sueño dogmatico, es decir, hay que observar con nuevas perspectivas, eliminando aquellas adherencias técnicas que impiden entender la nueva realidad que queremos medir. Podríamos afirmar que hasta el proceso tradicional de hipótesis causales han sido modificadas, y tal es así que  la secuencia posible-probable-confirmación,  puede no ser válida en todos los eventos que queramos estudiar, sean de la naturaleza que sean.
Antes de adentrarnos a explorar los elementos esenciales del riesgo, tengamos siempre presente lo que nos llama la atención Nassim Nicholas Taleb en su libro Engañados por el azar (2001) cuando sostiene: La capacidad para observar secuencias de hechos es limitada y así forzamos una cadena lógica o relación entre los hechos. En definitiva, no es posible capturar de forma integral todos los elementos y sus relaciones que permitan reproducir un riesgo. Como resultado de esta limitación, nuestro Juicio actuarial que se realiza en base a un saber de lo probable y no la certidumbre y menos aún de lo necesario, requiere de hermenéutica crítica sobre todo  en los apriorismos de las variables a considerar  y en la interpretación posterior  de los modelos estadísticos utilizados.
Si analizamos la evolución reciente del tipo de análisis utilizado para la descripción de un evento de los que hablaremos en capítulos posteriores, entenderemos mejor los esfuerzos que está haciendo la técnica estadística para definir y medir un riesgo, siguiendo a PwC Analysis, se distinguen cuatro tipos de análisis que han ido evolucionado en el tiempo:
Análisis descriptivo, ¿qué ocurrió?
Análisis de diagnóstico, ¿por qué ocurrió?
Análisis  predictivo, ¿qué podría ocurrir?
Análisis prescriptivos, ¿juzgar, qué debería ocurrir y hacer ocurra?
Tanto la ética como la ciencia estadística, deben encontrar un marco de entendimiento para cada estado de los diferentes cuatro tipos análisis. Ahora bien, debemos hacer un esfuerzo especial en último nivel de análisis, el prescriptivo, pues tiene un componente moral explícito, en la medida que el analista infiere juicios a priori acerca de lo que le conviene al sujeto sometido a la contingencia, y los puede elevar a imperativos morales que condicionen la prestación asegurada.
Estos modelos los analizaremos en capítulos posteriores y trataremos de identificar el riesgo moral que subyace en ellos; anticipamos que conviene analizar con mucha finura ética los juicios de valor implícitos que están detrás cada recomendación, por ejemplo algoritmos de programas de vida saludable, y tengan o no tengan la  consideración de prescripción médica, condicionan la voluntad del asegurado, situación inédita en un contrato de seguro. Analizando experiencias internacionales ya encontramos seguros de salud, que condicionan la prestación al cumplimiento efectivo de pautas saludables.
Podríamos añadir a esta clasificación analítica, la que  corresponde a la interacción de los individuos dentro del modelo,  como sería la analítica basada en agentes, la teoría de juegos (theory of games) en estos casos han sido calificados en tratados de ética  como la moral del ordenador, según nos dice Norbert Bilbeny ( obra citada, página 207), esta moral está basada en las doctrinas utilitario-consecuencialistas apoyadas el lógica estratégica de la teoría de juegos. Estos modelos  prometen alcanzar su espacio propio en el pricing de seguros en medio plazo, en la medida que uso se vaya generalizando el conflicto ético está servido, la afirmación de Joseph Campell, nos ratifica en esta afirmación, sostiene que las computadoras son como los dioses del Antiguo Testamento muchas reglas y ninguna misericordia.
Comencemos, ahora sí, con la propia definición de riesgo asegurable, para ello, acudiremos al Diccionario Mapfre de Seguros que lo define como  “posible ocurrencia por azar de un acontecimiento que produce una necesidad económica y cuya aparición real o existencia se previene y garantiza en la póliza y obliga al asegurador a efectuar la prestación, normalmente indemnización, que le corresponde.”
Apoyándonos en esta definición los elementos que subyacen en el riesgo, identificamos la vulnerabilidad ante un potencial daño o perjuicio de carácter ajeno a la voluntad de las partes  y que mediante la celebración de un contrato de seguro, mediante el pago de una prima el asegurador asume el riesgo objeto de cobertura.
La literatura de la ciencia del seguro suele identificar un conjunto de elementos que deben estar presentes en un evento para que sea asegurable, estos son:
•           Aleatorio
•           Posible.
•           Concreto
•           Lícito
•           Fortuito
•           Con contenido económico.

Complementamos la relación anterior con los principios regulatorios del contrato del seguro que según el Catedrático de Derecho Mercantil de la UC3M Rafael Illescas son: ( Illescas Ortiz, R. Riesgos Característicos del contrato de seguro en el futuro Código Mercantil, Revista Española de Seguros, números 163-164, Julio-Diciembre 2015, página 331):

-       Aleatoriedad gestionada
-       Muy buena fe, ubérrima fide o utmost good faith
-       Tutela del contratante débil
-       Indemnización del interés asegurado

A estos cuatro principios, el profesor Illescas añade cinco características adicionales:

-       Bilateralidad
-       Onerosidad
-       Mercantilidad
-       Consensualidad creciente
-       Electronificación creciente.

Tanto los principios de asegurabilidad como los reguladores del contrato de seguro, los tendremos como referencia constante a lo largo del trabajo.

La definición de ciencia actuarial, que de manera simplifica sería "la disciplina que aplica las matemáticas y los métodos estadísticos para evaluar el riesgo",a  refuerza las definiciones anteriores, en efecto, actuarial de manera más formal se refiere al estudio de las consecuencias económicas de un suceso medido en términos de probabilidad, observamos dos elementos esenciales, evento y economía, lo que hace diferencial de otras técnicas cuantitativas.


Analizados los elementos esenciales que concurren en un riesgo asegurable,  nos ocupamos ahora de la identificación de las variables que intervienen en una contingencia y que de su entendimiento nos permitirá medir el riesgo y poder así asegurarlo.

Decía Santo Tomas de Aquino en la Summa Theologiae  I.II q 94 a 4 cuanto más se desciende a lo particular, tanto más aumenta la indeterminación. Este aforismo nos sirve para introducir el problema que se suscita en los modelos actuariales en relación con el número  de variables más aconsejable y que nos de cómo resultado el mejor modelo desde la robustez estadística, donde debemos mesurarlos con la posición ética sobre todo en entornos de crisis aumenta el utilitarismo.
Este proceso, aunque puede ser determinado y calibrado con la ayuda de diferentes  test estadísticos, siempre requiere la  experiencia del analista para determinar,  relaciones esporádicas, así como  las fortalezas y debilidades de cada variable independiente.
Un principio rector para la medida del riesgo será el del análisis basado en la evidencia estadística, este principio será en muchas ocasiones al que apele la industria del seguro para sostener que sus modelos de determinación del precio no son discriminantes.  Por otra parte, este criterio nos será de utilidad para determinar la asegurabilidad de riesgos emergentes, donde la sociedad necesita cobertura aseguradora  pero el asegurador no conoce las consecuencias económicas del evento o incluso su frecuencia, por carecer de evidencias, quebrando temporalmente, hasta disponer de evidencias,  el  principio de Pitágoras quien sostenía que el mundo es número.
Si nos situamos, ahora en el proceso de razonamiento de la ética, encontramos muchas similitudes con el proceso anterior de definición de riesgo,  Norbert  Bilbeny ( obra citada)  nos da cuenta de ello y en este sentido nos dice que hay que apelar a las  condiciones de posibilidad para que un enunciado pueda ser considerado válido como precepto moral o correcto. Dichas condiciones de posibilidad se refieren a aquellos factores que hacen el enunciado inteligible, universalizable  y plausible, como aquellos que permitan que sea comunicable, vinculante de la acción y capaz de aplicación práctica.
Encontramos en estos principios  éticos ciertas concomitancias con  el proceso de razonamiento del analista del riesgo, con lo que se despeja el terreno para  el dialogo ético-riesgo, facilitando  una mirada moral del riesgo. Decía Ortega, que la ética nos arroja una visión en perspectiva, y es precisamente lo que se le exige hoy en día al analista del riesgo, cierta mirada crítica sobre los resultados de sus modelos estadísticos, solo así  podrá,  sustraerse de las apariencias falsas de la realidad, en lenguaje filosófico, de los mitos. De esta deriva de la técnica avanzada estadística y computacional como mito, también tenderemos oportunidad de debatir.
A este debate de semejanzas entre la ética y lo actuarial,  podemos incorporar opiniones contrarias como la del filósofo contemporáneo alemán Jürgen Habermas cuando afirma que las reglas morales y la ley de las matemáticas se hallan lejos de funcionar de idéntica manera,  para resolver si la procesualidad de ambas disciplinas tienen elementos comunes, debemos analizar con detalle cada elemento e interviniente en el proceso que lleva desde la observación de la contingencia hasta su medida en un contrato de seguro.
El proceso de selección de una variable que se incorpora en el modelo, no es una decisión exclusivamente de criterio estadístico, tiene consideraciones éticas que deben ser examinadas con criterios cualitativos, sabiendo que no todas las acciones de los seres humanos tendrán relevancia en relación a las contingencias. Aristóteles distinguía entre la acción ( praxis) y la producción ( poiesis) o proceso y resultados, esta visión de “racionalidad práctica” como la llama Javier Muguerza, nos será útil para nuestro propósito de evaluar las variables que vamos tomar en consideración en el modelo.
Una primera revisión que aúna las dos perspectivas es la que cada variable debe cumplir tres criterios, siguiendo a Rodríguez-Pardo ( Rodríguez-Pardo, J.M. Modelos Predictivos Aplicados al Seguro de Vida. Gerencia de Riesgos y Seguros,2012, nº 114, p 24-35), el conocido como test de los tres pasos:
•           Deben ser un predictor del riesgo que queremos explicar.
•           No duplicidad: no debe existir otra variable que cumpla la misma función
•           Relación entre la variable a predecir y la variable incorporada al modelo.

No debemos olvidar que los principios actuariales, en particular para los riesgos sobre la vida humana, sobre los que se han asentado todos los modelos desde que los orígenes de la ciencia actuarial, en el ecosistema actual, no cumplen sus premisas, por lo que podríamos afirmar que estamos sin referencia técnicas y al ser así, el contraste principios técnicos vs principios éticos no puede ser realizado. En cierto modo ya no nos sirve la unidad de medida universal, en nuestro caso la edad cronológica, que como se  decía en textos de enseñanza  secundaría al referirse a la definición del metro que era exacta y no variaba con el tiempo.
Los tres principios que nos servían de referencia para el precio,  Rodríguez-Pardo ( Rodríguez-Pardo J.M. La incertidumbre bioactuarial en el riesgo de longevidad. Reflexiones éticas. Cuadernos de la Fundación Mapfre. 2011, Madrid)  de un  seguro de supervivencia la literatura clásica los identificaba como:
•           Homogeneidad. Los individuos se categorizan por riesgos homogéneos, en la práctica aseguradora, en seguros de vida la única variable que interviene en el precio es la edad, los modelos predictivos de mortalidad han demostrado que intervienen un conjunto de variables que predicen la mortalidad, con más relevancia estadística que la edad, sobre todo en determinadas cohortes.

Incluso en algunas experiencias de mercado internacional  que han utilizado modelos predictivos a las carteras aseguradas, han demostrado que la edad no interviene en el proceso de pricing al no explicar en ese colectivo el riesgo de muerte, circunstancia que coincide con la forma que adopta la curva de supervivencia de las sociedades que presentan registros más avanzados en longevidad. Podríamos empezar a hablar de la emancipación de la edad en el ser humano.
En la representación gráfica de la supervivencia se observa el fenómeno de la rectangularización, es decir, las tasas de mortalidad se mantienen con tendencia a ser constante a lo largo de una cohorte de edad cada vez más amplia, y donde las tasas de fallecimiento en entornos de edades sobre los 90 años se incrementan considerablemente hasta que en edades muy extremas, a partir de 105 años vuelven a ser constantes o se desaceleran de manera significativa.
Este fenómeno que se conoce como “amortalidad” , ya es conocido por la industria de productos y servicios, y tal es así que determinadas  campañas de marketing desconsideran la edad como atributo de la oferta.
•           Independencia. Los sucesos de fallecimientos son independientes entre sí, esto es no hay contagio, los recientes casos de pandemias o epidemias virales han demostrado que los modelos de pricing deberían incorporar este efecto contagio, pues las entidades son vulnerables en sus balances a una pandemia, cuyos efectos en la solvencia serían mayores que los contemplados por la directrices de Solvencia II.
•           Estacionariedad. El tiempo calendario no influye en el precio. Precisamente el denominado riesgo de tendencia en la contingencia de supervivencia es la variación en el tiempo para una misma edad de la longevidad. Trataremos con detalle la problemática del eje tiempo en la validez de los modelos.

Aportamos un ejemplo que ratifica como el tiempo en el contrato hace variar el resultado técnico en este caso en un seguro de vida de fallecimiento.


Si el paradigma de la medida del riesgo no es válido, el analista tendrá que buscar patrones que expliquen, para la contingencia de fallecimiento al menos, nuevas realidades de la mortalidad humana. Pensemos la trascendencia de lo que significa para la medida del riesgo de la vida humana, prescindir de la edad cronológica, y donde los modelos de estadística avanzada nos permiten construir algoritmos robustos en territorios inexplorados para predecir la morbi-mortalidad humana.
Y en este sentido conviene hacer referencia de la prestigiosa revista científica New England Journal of Medicine en el artículo Looking back on the millennium in medicine (editorial) (N.Engl. j. Med 2000,343.42.9) que calificó en el año 2000 a la Estadística como una de las disciplinas más importantes de avances en la Medicina en el milenio, junto a la Anatomía, la Microscopía, la Anestesia, la Fisiología, la Microbiológía, la Inmunidad, la Genética, la Quimioterapia y los Antibióticos. La capacidad de predecir morbilidad que aporta al bioestadística es superior a las técnicas que utilizan los analistas del riesgo de morbilidad en una contingencia de seguro de salud que utilizan patrones de estadística poblacional.
Estamos cuestionando la forma de medir que ha sido canónica desde hace más de 300 años en la industria del seguro privado internacional, y por ahondar aún más, tan solo en estos primeros años de este milenio se ha podido cuestionar la máxima actuarial de que la tasa de mortalidad crece exponencialmente con la edad, formulada por Benjamín Gompertz en 1820. Pudiéramos pensar que estamos en el mismo escenario  que se cita en el Salmo 90  de la Biblia cuando dice enséñanos a calcular nuestros años, de cómo calcular la edad como medida del riesgo sin apelar a la providencia hablaremos más adelante.
A modo de curiosidad siguiendo con el debate de la edad cronológica y los modelos actuariales , las primeras observaciones de desaceleración de la mortalidad  en edades avanzadas que cuestionaban el modelo de  progresión geométrica se realizaron en los años 90 del siglo pasado al modelar la curva de supervivencia de las mujeres de Suecia. Desde entonces este fenómeno se ha podido contrastar en todos aquellos países o colectivos donde se dispone de datos poblacionales de edades elevadas y extremas.

En el capítulo de nuevas variables explicativas del riesgo, propondremos como métrica más prometedora la edad biológica pues captura con precisión el grado de desgaste de las funcionalidades biológicas, para lo cual utilizaremos biomarcadores predictivos, aunque debemos advertir que no podemos lo que ya conoce como biologizar al ser humano, por muy precisos que conformes los algoritmos de biomarcadores que predigan la supervivencia  estaríamos dejando fuera parte del ser humano, como serían las posiciones evolucionistas, en la misma línea leemos en  En The ADN Mystique (1995) de Dorothy Nolkin y M. Susan Lindee leemos " hemos biologizado la idea del alma, la esencia de cada persona, que nos puede volver a crear y que encapsula todo lo que somos". No olvidemos opiniones que sugieren que  la vida surgió como un polímero portador de información, y donde las variedades genotípicas, la aptitud diferencial, y la heredabilidad de las aptitudes, determinaron la evolución del ser humano, como dice Antonio Diéguez en La vida bajo escrutinio. ( Diéguez, A, La vida bajo escrutinio, 2012, Biblioteca Buridán, Barcelona). Los  modelos bioactuariales no pueden caer en el reduccionismo biológico del ser humano, precisamente  por ello incorporar variables de estilo de vida permite incorporar sesgos de comportamiento que contribuyen a  explicar la supervivencia individual. De esta manera evitamos caer en el riesgo del determinismo genético, es decir todo lo que somos viene determinado por nuestro genoma.
En este ambiente del riesgo donde la  sociedad actual en todos sus estratos de edad y renta creo es propicia al estilo de vida saludable y que una ventaja en el precio del seguro por llevar una vida sana es acogida por el mercado potencial como una corresponsabilidad del asegurador con su cliente e incluso parece lógico pensar que el grado de permanencia del seguro es mayor, pues el asegurado es copartícipe del precio por circunstancias que dependen de él mismo y no exclusivamente a elementos propios de su devenir biológico.
Llegados a este punto, la cuestión que plantea el profesor Diego Sebastían Garrocho en Diálogo entre el Actuario y el filósofo ( Rodríguez-Pardo,JM, Garrocho, D. Diáologo entre el actuario y el filósofo, Revista Actuarios,Nº 35, 2014) la tendremos presente a lo largo del trabajo y no es otra que la del riesgo no es computar la vida, el verdadero riesgo es convertir la vida en un cómputo, y aconseja a los actuarios a reflexionar sobre cuales han sido los implícitos inconscientes que han llavado a aproximarnos a la realidad de lo humano de una manera tan reduccionista,como es la tasación y estimación de la vida humana. Ciertamente esta reflexión filosófica es el mayor desafio ético del evaluador del riesgo y conjugar de manera adecuada el computo de una contigencia sin vulnerar la diginidad del ser humano.
Decía José Luis Aranguren en Ética ( Aranguren J.L. Ética, Primera parte ,capítulo VII.Madrid , Alianza Editorial,2001) que las capacidades biológicas en el animal propias de estimulación y del otro establecen un equilibrio dinámico, donde la realidad se capta mediante el estímulo-respuesta, teoría de la contingencia. Pero en el ser humano tiene  un iustum facer, es decir debe justificar sus actos de preferencias de posibilidad y libertad, de este proceder se puede “pedir cuenta” de los actos, ante uno mismo o ante los demás. Podemos derivar de esta reflexión que los seguros ligados a estilos de vida, capturan mejor parte la realidad personal del individuo que la exclusiva formulación del algoritmo biológico. Pero no podemos inferir un determinado estilo de vida como una vida moral o patrón de existencia (way of life) y por ello juzgar al asegurado en sus decisiones vitales sobre la base de sus oportunidades ( Kairós). Ahora bien, debemos interrogarnos, si al menos la medida del riesgo preferente de una contingencia de vida correspondería a lo que Aranguren en la obra citada, decía que en la época moderna se ha conocido como el  hidalgo y caballero, el bomnête hommme y el gentleman.
Este tipo de seguros de estilo de vida se encuentran en la misma línea de previsión de productos y servicios que se demandarán en un futuro próximo por las sociedades desarrolladas que presentan un escenario demográfico envejecido,  citemos el informe redactado por The  Economist , en Economist Intelligence Unit titulado A silver opportunity? Rising Longevity and its implications for business de 2011. Nos confirma que la línea de productos relacionados con el estilo de vida será la que obtendrá éxito empresarial en las edades desde los 50 años, que son por otra parte las que dispondrán de mayor poder adquisitivo y serán a su vez las de mayor presencia en la sociedad.
Reafirmando esta visión prospectiva, el informe The Shape of jobs to come .Possible News Careers Emerging from Advances in Science and Technology (2010-2030) de enero 2010, sostiene que las profesiones de más éxito serán las relacionadas con la genética y las de asesores de estilo de vida saludable como por ejemplo old age wellness managers/consultant, Personal  Body Weigth Consultant, nutricionista…..
 El mercado de seguros de vida, ha desarrollado el término y producto Lifestyle underwritting acuñado en 1980, por Robin Lechy, quien, en una conferencia en Vancouver habló de forma visionaria  sobre cómo, en los años venideros, los hábitos sobre la salud marcarían el concepto  de suscripción. Argumentó que estos factores resultaban mucho más cercanos al consumidor, y que, junto con otras innovaciones que presumiblemente estaban por llegar (como la suscripción telemática), el sector contaría con una nueva y potente herramienta para el manejo y determinación del riesgo.
A finales de los 70 y principios de los 80, un grupo de aseguradoras de vida (principalmente de Massachusetts, Connecticut y Canadá) comenzaron a introducir un nuevo concepto en el manejo del riesgo. Ofrecieron al asegurado un trato: “si no fumas, te ofreceremos precios mucho más  atractivos que los que tendrás si fumas”.
La segunda fase fue la instauración del “riesgo preferente”. El concepto de riesgo preferente de suscripción se define con una sencilla frase que dice: “si te cuidas, nosotros te cuidamos. Si llevas una vida saludable, nosotros te recompensaremos con primas más bajas que las de aquellos que tienen hipertensión, comen cerdo y no se mueven del sofá”. El siguiente concepto que llegó fue el de “super-preferente”
Por último, la tercera etapa llega con la consideración de hábitos de salud medibles: qué se hace en el tiempo libre, actividades físicas, composición de la dieta, consumo de alcohol…

En los mercados donde el seguro vida preferente se ha desarrollado con éxito desde los últimos 15 años, se incorporan factores de estilo de vida como parte de los elementos de selección de riesgo junto con otros que pasan por y dependiendo de las coberturas:
-El historial de accidentes de carretera.
-Historial de retirada de carnet de conducir, infracciones de tráfico.
-Los hábitos  como fumador, alcohol.
-La historia familiar, como diagnósticos de familiares directos de cáncer, diabetes o enfermedades cardiacas antes de los 65 años.
-Indicadores indiciarios de salud como el nivel colesterol, el IMC y la HTA.
Para el seguro de vida preferente tradicionalmente se han venido identificando como ventajas en la adecuada segmentación de riesgos y muy limitado el efecto de la antiselección, por otra parte se le atribuye al producto mucha complejidad en el proceso de contratación y de tarificación. 

Las aseguradoras, establecen cuatro grupos de riesgos: Preferente, estandar, sub-estandar y rechazado, 

Este análisis, nos sirve para entender el proceso de estratificación de los riesgos de vida, y ponerlo en relación con el debate de la desmutualización de la tarifa, el siguiente cuadro de Swiss Re recoge este proceso. En el lado izquierdo el riesgo se tarifica hipermutualizando la tarifa al contrario que en el lado derecho donde el precio se compone mediante el análisis multivariante del riesgo. Y todo ello en un mundo donde hemos pasado de disponer variables y datos limitados a ilimitados.


Podemos entender a la vista del cuadro el proceso de conformación del precio de un seguro de vida en este caso, pero que es común a toda contingencia, distinguimos:
-Precio por riesgo individual, donde se mide de la manera más precisa la exposición del individuo a la contingencia. Es decir, lograr la correspondencia perfecta entre el precio pagado por un individuo y el riesgo; es probable que sea prohibitivamente costoso. En cierto modo, podemos subrayar, que estamos midiendo las ventajas o desventajas contingentes de cada individuo en su condición de ser asegurado, y utilizando el término propuesto por John Rawls el “velo de la ignorancia”, queda al descubierto al medir la contingencia.
 Este principio de reciprocidad puede ser  considerado como demasiado intrusivo y contraviniendo el derecho del individuo a la privacidad.
-Precio de solidaridad. Risk Pool. El riesgo es repartido entre todos los individuos del grupo. En este cao, cabe interrogarse si el asegurado cede su personalidad moral ( identidad y autonomía )  en  favor de una identidad comprehensiva mutual compensatoria de riesgos.
El asegurador fija el precio de tal manera  refleje el promedio de la siniestralidad esperada del colectivo asegurado y es en el grupo asegurado donde debemos analizar si se manifiestan los principios de confianza mutua, honestidad y cooperación que requiere una sociedad para ser considera justa, lo que el citado John Rawl denomina consenso solapante ( overlapping consensus) que incluye todas las doctrinas filosóficas e incluso religiosas opuestas.
-        

El modelo bioactuarial de cálculo de la edad biológica para que cumpla su función como medida del envejecimiento humano debe cumplir con dos condiciones en opinión del profesor Richard A. Miller gerontólogo de la Universidad de Michigan:
  - Ser capaz de calcular la esperanza de vida de una persona de mediana edad con más exactitud que la edad cronológica.
  - Debe aportar un valor preciso de la edad biológica.
A modo de ejemplo, una investigación de la Universidad de Boston ha permitido, estudiando a centenarios, identificar 150 biomarcadores capaces de predecir si una persona alcanzará los 100 años de edad con un grado de certeza del 77%.

Las aportaciones de  Herbert Spencer nos pueden ayudar a clarificar el debate, sostiene  que  la realidad humana y social debe ser entendida como un nivel ulterior particular y parcialmente autónomo de la realidad respecto al esquema evolutivo biológico; el filósofo español  Zubiri , lo llamaría realidad personal.
Siguiendo con aportaciones del debate filosófico, este ha abordado  lo que se conoce como la historia escrita por adelantado o historia a priori, donde Hegel y Marx fueron muy activos, el mismo Kant se ocupó de ello, al decir que “cuando el adivino hace y dispone él mismo lo que anuncia que va a pasar”, es decir, como bien dice Javier Muguerza, el adivino se convierte en actor. Este debate traído al terreno de la medida de riesgo, nos da pie a reflexionar, como haremos más adelante, si el analista de riesgo es actor  activo de la propia previsión que realiza o es absolutamente ajeno a las predicciones que realiza.
Pudiéramos pensar que cuando observamos un riesgo, lo deberíamos hacer de la misma manera que un antropólogo se acerca al grupo social que quiere estudiar, es decir con la mirada extrañada y distanciada, ”le regard éoligné” de Claude Lévi-Strauss, de esta manera entendemos mejor la contingencia, pero eso sí debemos incorporar la realidad humana que hay detrás de cada persona, de lo contrario  la observación sería incompleta.
También la neurociencia tiene aportaciones que nos pueden ser de utilidad  a nuestra mirada al riesgo, pues nuestro cerebro simula una realidad de la verdad que no tiene porqué coincidir con la realidad y como dice Facundo Manes neurocientífico y rector de la Universidad Favaloro de Buenos Aires en el artículo publicado en El País ( 29 de enero de 2016) “ La realidad con la que convivimos es una simulación de nuestro cerebro”, confirma, que durante muchos tiempo se consideró que para tomar una decisión racional debíamos dejar las emociones de lado. Hoy sabemos que las emociones y la razón trabajan en tándem en la toma decisiones. Las emociones, tienen una base biológica generada por millones de años de evolución. 
En el capítulo de intervinientes en la decisión del riesgo, analizaremos las distintas percepciones del riesgo, con el debido contraste ético, de todos los actores activos y pasivos que definirán la propia contingencia y que en efecto intervienen en la conformación del precio.
3-3.Del riesgo a la incertidumbre.
Este test que validación de variables de los tres pasos, mencionado anteriormente, es preferentemente cuantitativo, no resuelve el conflicto ético de la eventual posible  discriminación de variables. Para poder hacer un análisis sobre este conflicto, tenemos antes que introducirnos en una nueva área de conocimiento relacionada con la medida de un riesgo. Nos referimos a lo que se conoce como behavioral enconomics o economía del comportamiento que en relación al riesgo, sugiere diferenciar al elemento nuclear del riesgo, del comportamiento ante el mismo, lo que nos lleva a la incertidumbre, donde los sesgos cognitivos modifican la percepción de la exposición a una contingencia.
El conocido como behavioral risks tiene todos los mimbres para convertirse en una metodología propia diferenciada de la tradicional escuela de medida del riesgo. En cierto modo, la psicología le aportará doctrina, pues se lleva ocupando de ello desde su nacimiento como área de conocimiento, solo hay que recordar a J.B.Watson quien ya en1913 publicó el trabajo What is behaviorism? , en el decía que el estudio de la conducta debía ser entendido como respuestas públicamente observables, lo que permitiría el control y la predicción de aquella.
Un siglo después, nos encontramos con el PBT o Predictive Behavioral Targeting, de uso muy común en publicidad en internet, donde el historial de navegación por internet del usuario de la red, se le añaden datos obtenidos de otras fuentes, como pueden ser compras, geolocalización y perfiles personales socio-economico-demográficos, lo que hace que se perfile eficazmente el público al que va destinada la campaña comercial. Esta técnica es replicable para la medida del riesgo sin grandes adaptaciones.
Volvamos a la filosofía, Javier Muguerza en la obra citada de la Aventura de la Moralidad, nos lleva a  Kant en su Crítica de la Razón Pura de 1781 decía que el mundo humano es un mundo de intenciones y no solo de causas, los patrones de conducta están definidos por condiciones naturales, el carácter, el temperamento y por la educación o clase social a la que pertenece, que lleva a comportarnos de tal o cual manera. Sobre esta reflexión, lo que se pretende con estas técnicas es capturar en los modelos, la responsabilidad moral del individuo, su modo de actuación, lo que Kant denominaba la antinomia entre causalidad y libertad. En definitiva tratamos de medir más allá del ser, el deber.
Nos queda el interrogante de si la medida del juicio moral, es un juicio moral en sí mismo. Trataremos de meditar sobre ello a lo largo del trabajo. Nos quedamos de momento con que los modelos aportan información valiosa de las condiciones o marcos de referencia para elegir, pero la elección le corresponde al sujeto, esto es decidir o dejarse llevar por los acontecimientos, nos dice Javier Muguerza.

El proceso del pricing que realiza un analista desde la medida del riesgo a la incertidumbre no es una cuestión menor. El asegurado se convierte en un agente activo del riesgo, donde sus decisiones, comportamientos se incorporan en la medida del analista, pero es más, la acción de un agente influye en la de otros agentes, lo que podríamos llamar contagios de comportamientos. Esta visión está ya presente en el ecosistema del riesgo del siglo XXI que a modo de acelerante, la tecnología aplicada al seguro, va a propiciar un proceso de desintermediación sucesiva y podríamos decir que teleológicamente hablando derivará en el auto-seguro de los riesgos masa, y el precio del riesgo no será un atributo de valor en el contrato de seguros, o incluso el precio puede no estar en manos del asegurador.

En el capítulo de nuevas fronteras del riesgo, veremos cómo determinados productos ayudan a tomar decisiones al sujeto en riesgo, lo que sugiere que la neutralidad de los modelos de la ciencia estadística no sea tal, estamos delante de otro dilema moral que también analizaremos más adelante.
Estamos ante una revisión de los dogmas del seguro, que quedan en entredicho, por lo tanto necesitamos un contraste ético. Para explicitar la dimensión de las consecuencias del pricing con comportamiento, veamos algunas experiencias nacionales o internaciones de variables de comportamiento que han resultado explicativas de la frecuencia y/o cuantía de un daño. Creemos que en la propia variable queda meridianamente claro que es necesario revisitar los principios morales y técnicos:
•           El tiempo que media entre la solicitud de un seguro y la fecha de efecto del contrato es una variable explicativa de la siniestralidad, incluso si este periodo es largo se aconseja no suscribir el riesgo.
•           Los asegurados que devuelven el contrato firmado a la entidad de seguro, tienen menores tasas de siniestralidad.
•           Cuanto mayor es el tiempo que ha transcurrido desde un evento catastrófico –terremoto huracán, el precio del riesgo disminuye.
•           El asegurado cancela el contrato si no ha tenido siniestro en un periodo determinado.
•           La comunicación de un siniestro en un contrato con franquicia y bonus/malus el asegurado arbitra con la aseguradora, en el sentido de que si el siniestro supera por poca cuantía la franquicia este no se comunica para no perder el bonus.
•           La aseguradora (entidad de salud de Sudáfrica) en coberturas de enfermedades graves tratables ( sida, diabetes) encarece la prima si el paciente ( asegurado) no ha seguido los consejos médicos.
•           Entidad europea que para identificar riesgos de salud de sus solicitantes de seguros ha sustituido la información que aporta un análisis de sangre y de orina, por la información de comportamientos y hábitos tomados de la información en redes sociales.
•           En los seguros de vida ahorro, el asegurado rescata con minusvalías  el contrato en posición de garantías de tipo de interés.
•           El pricing de renovación del contrato está ajustado a la propensión alta o baja de cancelación, a la satisfacción con la compañía en experiencia siniestral previa, al precio de la competencia (  modelos de ingeniería inversa, de elasticidad) a la vinculación con la entidad…
•           El precio de suscripción se realiza sobre la base de la mediana de precios de la competencia para el mismo perfil de riesgo.
•           El nivel socioeconómico o educación del cliente, determina un ajuste en el precio aun cuando el gradiente de este indicador pueda ser un elemento susceptible de discriminación.

La lista la podríamos ampliar a muchos más casos, pero creemos que no hay duda que tenemos que hacer reflexión ética.

Pero antes de este análisis, recogemos las conclusiones de un estudio de Lombardi para el SOA de 2012 ( Lombardi, L, Paich,M ,Rao, A, Behavioral simulation Agent base modelling to understand policyholder behaviors, SOA, 2012) que  realizó una simulación de un modelo basado en agentes que utilizó técnicas de inteligencia artificial para modelar el comportamiento humano,  fueron  categóricas, las compañías deben entender el comportamiento de sus asegurados para la gestión de sus riesgos, y la acción de un individuo impacta en el agregado del grupo.

Al incorporar el comportamiento en la nueva medida de la incertidumbre es muy fácil caer en juicios  morales o simplemente valorar la propensión a la contingencia con variables de dudosos principios éticos.

José Miguel Rodríguez-Pardo