Ensayo sobre ética aplicada a la medida del riesgo y seguro, es un trabajo que aún siendo escrito en formato de libro convencional, su borrador lo reproducimos por capítulos en el blog bioéticayseguro, y compartir las reflexiones contenidas en el trabajo.
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Capítulo 1-Introducción
El libro
pretende, a modo de ensayo, confrontar y aunar las prácticas cotidianas de la
definición, medida y gestión de riesgos asegurables con los principios rectores
de la ética dentro de la sociedad del siglo XXI. Del dialogo de ambas disciplinas,
ética y técnica aseguradora, deben surgir criterios de comportamiento gerencial
que cumplan con las expectativas morales que la sociedad requiere del seguro
privado.
De manera
deliberada, confrontaremos los principios éticos con las técnicas de medida del
riesgo asegurable, evitando hacer referencias al derecho de manera recurrente.
Como primera aproximación al seguro, tomaremos la definición de Soto Nieto, en
Responsabilidad civil en el accidente, auto-responsabilidad objetiva de 1972, quien
sostiene que el seguro se basa en postulados de amplia solidaridad
compensatoria y dilución de una masa de riesgos, que no se obtiene en ninguna
otra fórmula, y hace posible que la comunidad se solidarice ante el infortunio
de uno de sus miembros. Los elementos de esta definición que analizaremos bajo
la perspectiva ética serán preferentemente la solidaridad humana y comunidad de
intereses.
Dice el filósofo Ángel Gabilondo que la ética
puede quedar en una evocación abstracta sino
va acompañada de derechos efectivos, en este sentido aunque el derecho
nos va resolver muchos de los conflictos que identificaremos
en el trabajo, nos interesa situarnos en un plano superior, o tal vez mejor, en
un plano interior personal, para poder entender mejor cómo interactúan los
principios éticos con la definición y medida de contingencias asegurables y/o
gerenciables. Viene al caso recordar la conocida frase del sofista griego Protágoras de Abdera: El hombre es la medida
de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en
cuanto que no son. Esta expresión Homo
mensura –el hombre es la medida, escrita en el siglo V antes de Cristo,
entendido hombre como individuo o en sentido colectivo (género humano), nos va
servir de guía argumental a lo largo del trabajo.
No siempre
encontraremos una respuesta indubitada a cada interrogante que nos vaya
surgiendo en los diferentes capítulos, si así no fuera, apelamos a Lauren
Beukes, Lauren Beukes, Babelia, El Pais, 30 enero de 2016,.escritora ( Johannesburgo ,1976)
cuando afirmó acerca de sus obras, planteo interrogantes morales para los que
no tengo respuesta. Al menos trataremos de disponer de una brújula para el
camino, donde tendremos que desprendernos de muchas de las certezas y donde además en el entorno de crisis, cuya
etimología es punto en el que se va a producir una transformación, hacen que la
medida y su gestión del riesgo sean vulnerables. La filósofa Amelia Valcarcel en
declaraciones al diario El Mundo ( Valcarcel, A. Los intelectuales y España, El
Mundo 24-9-2016, página 4-5) , a la pregunta ¿ A qué peligros nos enfrentamos?
Responde que nuestro mundo está amenazado por causas antrogénicas: El cambio
climático, el agotamiento de los recursos, el no saber hacia dónde vamos, no
poder calcular los riesgos ni que consecuencias traerá nuestra capacidad de
innovación.
El ciudadano necesita horizontes estables y predecibles.La sociedad de este inicio del tercer milenio, está inmersa en un proceso de deshumanización originada por la dependencia tecnológica y un exceso de la mercantilización en la toma de las decisiones personales, con un riesgo de naufragio moral y ético. Y es por ello, por lo que sería aconsejable evolucionar hacia un cuerpo doctrinal de ética aplicada a la medida y gestión de los riesgos, donde los profesionales, académicos, reguladores y grupos de interés encuentren principios rectores con los que contrastar sus decisiones. La frontera entre la medida y gestión de un riesgo, y su juicio moral quedaría disuelta, y llamamos la atención de la emergencia de esta disolución o por lo menos contraste ético, en tanto que en la sociedad del inicio del Tercer Milenio está asentada la creencia que solo la técnica es el instrumento válido para entender la existencia del ser humano, superando incluso a la visión que aporta la ética con mayúsculas.
Debemos alinear el entendimiento del hombre que propone la técnica con los elementos nucleares de la ética que reconoce al ser humano como portador de valores propios. Antecedentes de ética aplicada, como es la bioética, la ética de los negocios o la ética del desarrollo, nos animan este empeño.
El ciudadano necesita horizontes estables y predecibles.La sociedad de este inicio del tercer milenio, está inmersa en un proceso de deshumanización originada por la dependencia tecnológica y un exceso de la mercantilización en la toma de las decisiones personales, con un riesgo de naufragio moral y ético. Y es por ello, por lo que sería aconsejable evolucionar hacia un cuerpo doctrinal de ética aplicada a la medida y gestión de los riesgos, donde los profesionales, académicos, reguladores y grupos de interés encuentren principios rectores con los que contrastar sus decisiones. La frontera entre la medida y gestión de un riesgo, y su juicio moral quedaría disuelta, y llamamos la atención de la emergencia de esta disolución o por lo menos contraste ético, en tanto que en la sociedad del inicio del Tercer Milenio está asentada la creencia que solo la técnica es el instrumento válido para entender la existencia del ser humano, superando incluso a la visión que aporta la ética con mayúsculas.
Debemos alinear el entendimiento del hombre que propone la técnica con los elementos nucleares de la ética que reconoce al ser humano como portador de valores propios. Antecedentes de ética aplicada, como es la bioética, la ética de los negocios o la ética del desarrollo, nos animan este empeño.
Este nuevo
campo de estudio, tiene la singularidad con respecto a otras aplicaciones de la ética,
la de considerar a la persona como sujeto de riesgo o que tiene relación con un
riesgo y la comunidad de individuos como
grupos de interés que mutualizan sus contingencias. La ética de los negocios y
la bioética, contribuirán a su desarrollo y nos permitirá entender las nuevas
periferias del riesgo, donde la persona asegurada se convierte en un agente
individual y social de su propia contingencia, y aún más adopta la función de
prosumidor, que en términos filosóficos
fortalece el aforismo griego “conócete a ti mismo” ( gnóthi seautón) , conocido
en latín como Nosce te ipsum, aquel que
estaba escrito en el vestíbulo del templo de Apolo en Delfos.
Este
ecosistema de contingencias, es donde emergen nuevos riesgos que tomarán el
protagonismo en detrimento de los habituales que verán disminuidos su frecuencia considerablemente. En un mundo
digital no podemos aportar soluciones
desde lo analógico, pues si en el año 2000, sólo una cuarta parte de la
información mundial era digital. En 2007, más del 93% de la información mundial
está ahora en formato digital y puede ser mucho más fácil de leer y analizar
mediante herramientas computarizadas. Y en
2013, más del 98% ya era digital.
Por ello, las variables, los modelos
estadísticos-actuariales y la aproximación a la gerencia de riesgos requieren
una forma distinta de aproximación técnica y empresarial. Desde los principios
éticos podremos definir con una mirada
distinta el nuevo perímetro del riesgo ajustado a las nuevas realidades de las
contingencias que queremos medir y eventualmente asegurar. Pongamos tan solo un
ejemplo de los nuevos desafíos conjuntos en la medida del riesgo y la ética: la
alteración genética, que cambiará la naturaleza humana, ¿es riesgo o certeza?,
¿generará desigualdad social, al tener acceso a ella solo las clases altas de
la sociedad?
La magnitud
del cambio, la define bien Thomas Schulz en un artículo publicado en el diario El País ( 15-5-2016) titulado la tierra del mañana, quien dice que
estamos ante una transformación social comparable con la industrialización del
siglo XIX, la diferencia es que todo sucede mucho más deprisa, en el mismo
sentido el Papa Francisco en su Encíclica Laudato Si, sostiene que la
intensificación de los ritmos de la vida y de trabajo se llama “rapidación”, la
dinámica de los sistemas complejos, la velocidad de las acciones humanas
contrastan con la natural lentitud de la evolución biológica. La aceleración de los flujos de información se conoce
como “economía acelerada” y donde el
seguro pudiera haberse despojado de sus valores por la sumisión a los
resultados de los modelos, mientras no se reconozca este fenómeno no se podrá
actuar sobre las reformas necesarias. La
industria del seguro ha sido la última en incorporarse a este nuevo mundo
digital, y tal es así una encuesta de 2014 realizada por Morgan Stanley y
Boston Consulting Group concluyó que los consumidores interactuaron menos con
los aseguradores que con cualquier otra industria
Es en este
escenario de “rapidación” es donde necesitamos referencias éticas sólidas para
transitar hacia el aggiornamento de la
nueva realidad de las contingencias del mundo contemporáneo, donde debemos dar
por superado los dogmas del pasado, sabiendo que como dice Chomsky: Hay gente cuya tarea es defender las verdades doctrinales de la
sociedad. Podríamos llegar incluso a debatir si el analista del riesgo,
como es el actuario, será una profesión que desaparecerá bien por la irrupción
de algoritmos complejos automatizados o bien, porque los riesgos que trata de
medir dejaran de existir, o la apuesta, tal vez, sería qué sucederá primero, es
más ¿existirán los asegurados en este nuevo mundo?. Y es que como bien afirma
Umberto Eco en su obra Kant y el
ornitorrinco, no hay manera de entender lo que se ve encuadrando la experiencia
en un sistema categórico previo, porque los hechos vencen a las teorías.
El trabajo,
no pretende establecer principios morales que deben ser cumplidos por los
intervinientes en la medida, aseguramiento y gestión de un riesgo, al
contrario, lo que proponemos en contrastar el pensamiento ético con las áreas
de conocimiento que intervienen en el universo del riesgo. En toda ética aplicada,
nos dice Norbert Bilbeny en su libro Ética ( Bilbeny N. Ética. Ed Ariel
filosofía. Barcelona 2012), se pone de manifiesto el impacto de los cambios culturales ( tecnología, ciencia,
nuevos valores y derechos) sobre la ética en general y la necesidad de darles
respuesta desde ella, que acrecienta, así, su sentido práctico.
La ética,
aunque pueda ser inicialmente incómoda, no tiene la intención de hacer un
ajuste de cuentas con las técnicas del seguro aplicadas, ni formular
exhortaciones de verdades inmutables en un mundo donde los procesos de innovación,
que siguen activos desde 1880 pero intensificando su velocidad, la ética
necesita resaltar y no sobresaltar los patrones morales de elementos tan nucleares como el “interés
asegurable”, donde el asegurado ha perdido en interés por la propiedad sobre
los bienes. En cierto que contexto social,
puede tomar una deriva de déficit
ético, como el que se puso de manifiesto en la crisis financiera mundial de
septiembre de 2008.
Nuestro
propósito tan solo es dar a conocer esta nueva visión de aplicación de la ética
a las ciencias del riesgo y del seguro, que hoy es marginal en la toma de decisiones,
comenzar un camino iniciático por el que los profesionales, los académicos y los
ciudadanos, incorpore el contraste ético
al resultado cuantitativo de sus modelos, logrando una normalización social.
Solo así se podrá servir a las sociedades morales pluralistas propias del siglo
XXI y donde el seguro privado contribuya
a lograr una sociedad más equitativa,
digna y solidaria, de este modo podremos
considerar como tautología la ética y el seguro.
José Miguel Rodríguez-Pardo