domingo, 30 de julio de 2017

Ensayo sobre ética aplicada a la medida del riesgo y seguro (1)

Ensayo sobre ética aplicada a la medida del riesgo y seguro, es un trabajo que aún siendo escrito en formato de libro convencional,  su borrador lo reproducimos  por capítulos en el blog bioéticayseguro, y compartir las reflexiones contenidas en el trabajo.

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Capítulo 1-Introducción

El libro pretende, a modo de ensayo, confrontar y aunar las prácticas cotidianas de la definición, medida y gestión de riesgos asegurables con los principios rectores de la ética dentro de la sociedad del siglo XXI. Del dialogo de ambas disciplinas, ética y técnica aseguradora, deben surgir criterios de comportamiento gerencial que cumplan con las expectativas morales que la sociedad requiere del seguro privado.
De manera deliberada, confrontaremos los principios éticos con las técnicas de medida del riesgo asegurable, evitando hacer referencias al derecho de manera recurrente. Como primera aproximación al seguro, tomaremos la definición de Soto Nieto, en Responsabilidad civil en el accidente, auto-responsabilidad objetiva de 1972, quien sostiene que el seguro se basa en postulados de amplia solidaridad compensatoria y dilución de una masa de riesgos, que no se obtiene en ninguna otra fórmula, y hace posible que la comunidad se solidarice ante el infortunio de uno de sus miembros. Los elementos de esta definición que analizaremos bajo la perspectiva ética serán preferentemente la solidaridad humana y comunidad de intereses.
 Dice el filósofo Ángel Gabilondo que la ética puede quedar en una evocación abstracta sino  va acompañada de derechos efectivos, en este sentido aunque el derecho nos va resolver   muchos de los conflictos que identificaremos en el trabajo, nos interesa situarnos en un plano superior, o tal vez mejor, en un plano interior personal, para poder entender mejor cómo interactúan los principios éticos con la definición y medida de contingencias asegurables y/o gerenciables. Viene al caso  recordar  la conocida frase del sofista  griego  Protágoras de Abdera: El hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, de las que no son en cuanto que no son.  Esta expresión Homo mensura –el hombre es la medida, escrita en el siglo V antes de Cristo, entendido hombre como individuo o en sentido colectivo (género humano), nos va servir de guía argumental a lo largo del trabajo.
No siempre encontraremos una respuesta indubitada a cada interrogante que nos vaya surgiendo en los diferentes capítulos, si así no fuera, apelamos a Lauren Beukes, Lauren Beukes, Babelia, El Pais, 30 enero de 2016,.escritora ( Johannesburgo ,1976)  cuando afirmó acerca de sus obras, planteo interrogantes morales para los que no tengo respuesta. Al menos trataremos de disponer de una brújula para el camino, donde tendremos que desprendernos de muchas de las certezas  y donde además en el entorno de crisis, cuya etimología es punto en el que se va a producir una transformación, hacen que la medida y su gestión del riesgo  sean  vulnerables. La filósofa Amelia Valcarcel en declaraciones al diario El Mundo ( Valcarcel, A. Los intelectuales y España, El Mundo 24-9-2016, página 4-5) , a la pregunta ¿ A qué peligros nos enfrentamos? Responde que nuestro mundo está amenazado por causas antrogénicas: El cambio climático, el agotamiento de los recursos, el no saber hacia dónde vamos, no poder calcular los riesgos ni que consecuencias traerá nuestra capacidad de innovación.
 El ciudadano necesita horizontes estables y predecibles.La sociedad de este inicio del tercer milenio, está  inmersa en un proceso de deshumanización originada  por la dependencia tecnológica y un exceso de la mercantilización en la toma de las decisiones personales,  con un riesgo de naufragio moral y ético. Y es por ello, por lo que sería aconsejable evolucionar hacia un cuerpo doctrinal de ética aplicada a la medida y gestión de los riesgos, donde los profesionales, académicos, reguladores y grupos de interés encuentren principios rectores con los que contrastar sus decisiones. La frontera entre la medida y gestión de un riesgo, y su juicio moral quedaría disuelta, y llamamos la atención de la emergencia de esta disolución o por lo menos contraste ético, en tanto que en la sociedad del inicio del Tercer Milenio está asentada la creencia que solo la técnica es el instrumento válido para entender la existencia del ser humano, superando incluso a la visión que aporta la ética con mayúsculas.
 Debemos  alinear el entendimiento del hombre que propone la técnica con los elementos nucleares de la ética que reconoce al ser humano como portador de valores propios. Antecedentes de ética aplicada, como es la bioética, la ética de los negocios o la ética del desarrollo, nos animan este empeño.
Este nuevo campo de estudio, tiene la singularidad  con respecto a otras aplicaciones de la ética, la de considerar a la persona como sujeto de riesgo o que tiene relación con un riesgo y  la comunidad de individuos como grupos de interés que mutualizan sus contingencias. La ética de los negocios y la bioética, contribuirán a su desarrollo y nos permitirá entender las nuevas periferias del riesgo, donde la persona asegurada se convierte en un agente individual y social de su propia contingencia, y aún más adopta la función de prosumidor,  que en términos filosóficos fortalece el aforismo griego “conócete a ti mismo” ( gnóthi seautón) , conocido en latín como Nosce te ipsum,  aquel que estaba escrito en el vestíbulo del templo de Apolo en Delfos.
Este ecosistema de contingencias, es donde emergen nuevos riesgos que tomarán el protagonismo en detrimento de los habituales que verán  disminuidos  su frecuencia considerablemente. En un mundo digital  no podemos aportar soluciones desde lo analógico, pues si en el año 2000, sólo una cuarta parte de la información mundial era digital. En 2007, más del 93% de la información mundial está ahora en formato digital y puede ser mucho más fácil de leer y analizar mediante herramientas computarizadas.  Y en 2013, más del 98%  ya era digital.
 Por ello, las variables, los modelos estadísticos-actuariales y la aproximación a la gerencia de riesgos requieren una forma distinta de aproximación técnica y empresarial. Desde los principios éticos podremos definir  con una mirada distinta el nuevo perímetro del riesgo ajustado a las nuevas realidades de las contingencias que queremos medir y eventualmente asegurar. Pongamos tan solo un ejemplo de los nuevos desafíos conjuntos en la medida del riesgo y la ética: la alteración genética, que cambiará la naturaleza humana, ¿es riesgo o certeza?, ¿generará desigualdad social, al tener acceso a ella solo las clases altas de la sociedad?
La magnitud del cambio, la define bien Thomas Schulz en un artículo publicado en el diario  El País ( 15-5-2016) titulado la tierra del mañana, quien dice que estamos ante una transformación social comparable con la industrialización del siglo XIX, la diferencia es que todo sucede mucho más deprisa, en el mismo sentido el Papa Francisco en su Encíclica Laudato Si, sostiene que la intensificación de los ritmos de la vida y de trabajo se llama “rapidación”, la dinámica de los sistemas complejos, la velocidad de las acciones humanas contrastan con la natural lentitud de la evolución biológica. La aceleración  de los flujos de información se conoce como  “economía acelerada” y donde el seguro pudiera haberse despojado de sus valores por la sumisión a los resultados de los modelos, mientras no se reconozca este fenómeno no se podrá actuar  sobre las reformas necesarias. La industria del seguro ha sido la última en incorporarse a este nuevo mundo digital, y tal es así una encuesta de 2014 realizada por Morgan Stanley y Boston Consulting Group concluyó que los consumidores interactuaron menos con los aseguradores que con cualquier otra industria
Es en este escenario de “rapidación” es donde necesitamos referencias éticas sólidas para transitar  hacia el aggiornamento de la nueva realidad de las contingencias del mundo contemporáneo, donde debemos dar por superado los dogmas del pasado, sabiendo que  como dice Chomsky: Hay gente cuya tarea es defender las verdades doctrinales de la sociedad. Podríamos llegar incluso a debatir si el analista del riesgo, como es el actuario, será una profesión que desaparecerá bien por la irrupción de algoritmos complejos automatizados o bien, porque los riesgos que trata de medir dejaran de existir, o la apuesta, tal vez, sería qué sucederá primero, es más ¿existirán los asegurados en este nuevo mundo?. Y es que como bien afirma Umberto Eco en su obra  Kant y el ornitorrinco, no hay manera de entender lo que se ve encuadrando la experiencia en un sistema categórico previo, porque los hechos vencen a las teorías.
El trabajo, no pretende establecer principios morales que deben ser cumplidos por los intervinientes en la medida, aseguramiento y gestión de un riesgo, al contrario, lo que proponemos en contrastar el pensamiento ético con las áreas de conocimiento que intervienen en el universo del riesgo. En toda ética aplicada, nos dice Norbert Bilbeny en su libro Ética ( Bilbeny N. Ética. Ed Ariel filosofía. Barcelona 2012), se pone de manifiesto el impacto de  los cambios culturales ( tecnología, ciencia, nuevos valores y derechos) sobre la ética en general y la necesidad de darles respuesta desde ella, que acrecienta, así, su sentido práctico.
La ética, aunque pueda ser inicialmente incómoda, no tiene la intención de hacer un ajuste de cuentas con las técnicas del seguro aplicadas, ni formular exhortaciones de verdades inmutables en un mundo donde los procesos de innovación, que siguen activos desde 1880 pero intensificando su velocidad, la ética necesita resaltar y no  sobresaltar  los  patrones morales de  elementos tan nucleares como el “interés asegurable”, donde el asegurado ha perdido en interés por la propiedad sobre los bienes. En cierto que contexto social,  puede tomar una deriva  de déficit ético, como el que se puso de manifiesto en la crisis financiera mundial de septiembre de 2008.
Nuestro propósito tan solo es dar a conocer esta nueva visión de aplicación de la ética a las ciencias del riesgo y del seguro, que hoy es marginal en la toma de decisiones, comenzar un camino iniciático por el que los  profesionales, los académicos y los ciudadanos,  incorpore el contraste ético al resultado cuantitativo de sus modelos, logrando una normalización social. Solo así se podrá servir a las sociedades morales pluralistas propias del siglo XXI  y donde el seguro privado contribuya  a lograr una sociedad más equitativa, digna y solidaria, de este modo  podremos considerar como tautología la ética y el seguro.


José Miguel Rodríguez-Pardo