miércoles, 24 de abril de 2013

La soledad aumenta el riesgo de muerte.


Estar solo puede ser peor de lo que a simple vista parece. Según un estudio que ha analizado los hábitos de vida y comportamiento de más de 6.500 personas, y que se publica en Proceedings of the National of Sciences (PNAS), la soledad puede aumentar el riesgo de muerte entre las personas de edad, pero los efectos del aislamiento social sobre de la salud podrían ser mayores que los de la soledad.

Andrew Steptoe y su equipo del University College (Reino Unido), han analizado los distintos efectos que tiene el aislamiento social y la soledad en el riesgo de muerte. Así, estudiaron a 6.500 hombres y mujeres mayores de 52 años que formaban parte del Estudio Longitudinal de Envejecimiento Inglés en 2004, y evaluaron su riesgo de muerte en marzo de 2012.
Tener un contacto limitado con familiares, amigos y vecinos se consideraba aislamiento social; para valorar la soledad se empleó un cuestionario.
Según los investigadores, tanto el aislamiento social como la soledad eran factores predictores de una muerte temprana.
Sin embargo, advierten, mientras que el aislamiento social predice la muerte, independientemente de la salud de los participantes y de su entorno, el vínculo entre la soledad y la muerte se limita a los participantes que ya padecían problemas mentales o físicos.
Los autores consideran que los resultados revelan que el aislamiento social actúa de forma independiente a la hora de minar la salud, al contrario que la soledad, que necesita de otros condicionantes. Por eso, el trabajo sugiere que las personas mayores pueden beneficiarse de estrategias para combatir tanto el aislamiento social como la soledad y, así, las intervenciones que fomentan la interacción social pueden promover la longevidad.