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Ni las dietas mágicas, ni la adoración por el bisturí y el gimnasio compensan al estilo de vida corrosivo. Los genes son responsables de velar por la longevidad y cuidar de la salud, pero la clave del antiage reside en cuidarse por medio de conductas diarias saludables, particulares y coherentes. Lo afirma el doctor Rubén Mülberger, referente de la medicina ortomolecula, autor de varios libros sobre el tema.
- ¿Cómo se relacionan los genes con la longevidad?
- En mi tercer libro, "La fórmula genética de 3 semanas", hablo precisamente sobre el comportamiento de los genes en el medio ambiente. Estos interactúan de acuerdo con la susceptibilidad personal y lo que cada uno trae en su carga genética para poder llevar una vida saludable, y que los genes encargados de dar longevidad y cuidarte no sean atacados permanentemente por otros genes como el de la presión alta, el infarto, la osteoporosis, el cáncer, etc.
- ¿Es por falta de compatibilidad?
- Es por ignorancia, por no tener un equilibrio entre el medio que rodea, estilo de vida, alimentación, descanso, estrés -emocional, afectivo, laboral, biológico, bioquímico-. El estrés es un estado de alarma, que socava permanentemente y te pone en una actividad extrema. Así no hay cuerpo, órgano, glándula ni célula que aguante.
- ¿El estilo de vida tiene un papel principal?
- Sí, ya que hace que esos genes que tenés de familia -como diabético, hipertenso, oncológico, neurológico degenerativo crónico-, se expresen por susceptibilidad. Con cada generación, esto se anticipa aún más. Si no hay antecedentes familiares, sos la primera en abrir el árbol genealógico, la puerta genómica, porque la genética ya la tenías.
- Entonces los genes son todo…
- Hoy lo que te marca, el estigma de la enfermedad, son los genes. Actúan cuando dormís y te preparan para el día. Pero si yo no duermo, vivo estresado, consumo café, no hago deporte, fumo, tomo alcohol, trabajo con luz artificial todo el día, estoy con dos o tres teléfonos, ¿qué va a pasar? Seguramente, voy a estimular mis genes relacionados con una enfermedad, y los voy a agotar. ¿Luego qué? Se termina. ¿Y más tarde? La enfermedad.
- ¿A qué hay que estar atento?
- A llevar un estilo de vida ordenado, a descifrar tus deficiencias. Cuando tenés un recién nacido de bajo peso, o alto peso al nacer, va a ser un futuro obeso, porque ya es un desnutrido intrauterino. Siempre digo: el que lee mis libros "El cuerpo del futuro" o "La fórmula genética" y reincide en la enfermedad es porque directamente no se comprometió consigo mismo ni con sus generaciones futuras. Es libre albedrío. La fórmula genética es un plan para poner a trabajar los genes que te dan equilibrio, beneficios, mantienen un cuerpo magro, te hacen sentir saludable, corrigen, y dan ante todo ese estado de no tener que depender de nada.
- ¿Cuánto incide el aspecto cultural?
- A mis pacientes les tengo que enseñar a cambiar hábitos, abordando el problema desde muchos ángulos, no sólo con la medicina ortomolecular, sino de manera integral. Es un cambio hasta de filosofía de vida, y la velocidad de ese cambio dependerá del metabolismo y genes del paciente.
- ¿Cuáles son los primeros pasos a tomar?
- Se debe conocer cómo está el cuerpo, con un chequeo completísimo: sangre y orina completa, vitaminas, antioxidantes, hormonas, ¡todo! Y luego empezar a medir, dentro de ese chequeo, parámetros de envejecimiento. Es que a los 25 o 30 años empieza la curva drástica del envejecimiento acelerado. Luego se acude a una consulta con el médico y su equipo para cuidarse desde el conocimiento. Aparte de ver cómo el paciente está físicamente y sus deficiencias bioquímicas, tengo una consulta que dura casi 2 horas, para saber todo de vos, desde cómo naciste y cómo fue tu parto. Luego estudio marcadores de envejecimiento, de estrés, y cómo te afectan. Con tu edad biológica y tu edad cronológica empezamos con un tratamiento multidisciplinario para que te sientas bien y recuperes las ganas de vivir.
- Es tratar tanto el interior como el exterior…
- La belleza real es interna, y se refleja en el exterior. No hay un ser bello si no es saludable. Una persona enferma, por más que se maquille, refleja que su cuerpo está mal, y a medida que la enfermedad avanza y esto aumenta. Reflejás salud y belleza cuando tu cuerpo está en una línea de acción y reacción permanente entre tus genes que te están reacondicionando y cuidando, y los que te están tratando de molestar.
- ¿Cuáles son los principales cuidados que debemos tener?
- Mi libro está atento a cuidar los genes que te van a dar un cuerpo magro, con buenos músculos, más allá de la edad, como consecuencia de comer bien, tener un estilo de vida ordenado, hacer ejercicio y estar atento a las deficiencias que traes desde el útero. Porque somos deficientes, y podemos o no generar o corregir las enfermedades de acuerdo con cómo desarrollemos los genes. Estos son catalizadores, algo así como obreros incansables que trabajan día y noche. Pero cuidado, porque llega un punto en el que empiezan a tener desperfectos, a morir, y como las células también desarrollan desperfectos aparece la enfermedad.
Consejos y reflexiones
Consejos y reflexiones
- Un hábito a desterrar es el gran genoma carnívoro. La carne no es mala, pero las personas deben aprender a consumirla, qué tipo de cortes, las cantidades y cómo se debe integrar con otros alimentos.
- La gente humilde está malnutrida porque el artículo de primera necesidad son las harinas. Creo que hay que enseñar, educar, para alimentarnos bien, de acuerdo con dónde vive cada uno y las condiciones socioeconómicas y culturales.
- Habría que incentivar al cultivo comunitario, generar mejores hábitos de cuidado personal y darle importancia a la alimentación. Que tu alimento sea tu medicina.
- El porcentaje de malnutrición en Argentina es mayor al 46%. Es terrible. En el mundo occidental el problema son tanto los gordos como los flacos desnutridos. Los primeros, teniendo el mejor nivel de vida para alimentarse bien, por una cuestión de estrés, poco tiempo, adicción, son los mal comidos del futuro. Los segundos son los pobres. Ambos extremos tienen algo en común: la malnutrición, que lleva a tener un cuerpo con riesgo de obesidad, diabetes, hipertensión, problemas cardiovasculares, infartos y Alzheimer.