La propuesta de comer menos para vivir más puede parecer descabellada o fuera de lugar en un mundo como el nuestro en que buena parte de los humanos sufre inanición y no alcanza a cubrir sus necesidades básicas de nutrientes esenciales.
Pero la investigación en la cual se fundamenta la propuesta de "comer poco para tener una vida más longeva", realizada por científicos japoneses de la Universidad de Kyoto, no se refiere a estas situaciones extremas de hambre y deficiencia dietética en que viven sumidas algunos países en vías de desarrollo.
Necesidades básicas cubiertas
Su trabajo se refiere a un menor consumo de alimentos y calorías sensato y realista, compatible con las necesidades básicas de una persona, y encaminado a preservar su salud en vez de menguarla.
De acuerdo a los investigadores nipones, la restricción alimentaria es la intervención más eficaz y generalizada entre los mamíferos para elevar la longevidad y reducir los problemas de salud relacionados con el envejecimiento.
Su investigación —que indica que la cantidad de alimentos que se ingieren influye en la resistencia al estrés, la calidad de las proteínas y la dotación genética— se ha efectuado en gusanos, pero según sus autores es extrapolable a cualquier especie animal, incluyendo a los mamíferos en general, incluidos los seres humanos.
El estudio nipón, publicado en la prestigiosa revista Science, se realizó con una especie de gusanos de tierra, los Caenorhabditis elegans. Se centró en medir el efecto de una enzima denominada RHEB-1 sobre la duración de la vida de un ser vivo, y en la forma en que un componente de las proteínas se altera en función de la ingesta calórica de cada individuo.
Las enzimas son moléculas de proteínas que tienen la capacidad de facilitar y acelerar las reacciones químicas que tienen lugar en los tejidos vivos.
Efectos saludables
El estudio de una de ellas en concreto, la RHEB-1, a cargo de un equipo de la Universidad de Kyoto que realizó el estudio, dirigido por el profesor Eisuke Nishida, ha permitido constatar que "la restricción alimentaria es la intervención más eficaz y más reproducible para extender la esperanza de vida en especies completamente diferentes".
En los animales mamíferos existen dos formas de alimentarse que inciden con claridad a la hora de prolongar la vida y de reducir el número de problemas de salud relacionados con el envejecimiento, aseguran los investigadores de la Universidad de Kyoto.
El primero de esos dos regímenes es el denominado "ayuno intermitente" (IF, por sus siglas en inglés), que, de acuerdo con esta investigación, puede aumentar los años de vida incluso cuando la disminución de la ingesta (cantidad de sustancias o nutrientes ingeridos) de calorías sea escasa o incluso nula.
El otro régimen, llamado "restricción calórica crónica" (CCR, por sus siglas en inglés), implica una reducción constante y mantenida a lo largo del tiempo de los alimentos que se ingieren y también influye en la enzima RHEB-1, cuyo mecanismo subyacente de funcionamiento sigue siendo un enigma para los investigadores.
Los científicos de la Universidad de Kyoto comprobaron que los "Caenorhabditis elegans" que ayunaron durante dos días aumentaron en torno a un 50 por ciento su longevidad, mientras que aquellos gusanos que ayunaban cada dos días eran más resistentes a los procesos de "estrés oxidativo", el deterioro celular ocasionado por el oxígeno.
Los "gusanos ayunantes" también mostraron menos síntomas de declive físico relacionado con el envejecimiento, comparado con el de sus congéneres que comían cuanto querían.
En base a este fenómeno, los expertos japoneses han concluido que comer poco, ayunando ocasionalmente o reduciendo las calorías que se consumen, prolonga la vida por la influencia que ello ejerce en varios mecanismos fisiológicos como la resistencia del organismo al estrés, el control de la calidad de las proteínas y la integridad de la carga genómica (proporción de material genético presente en una célula).
ttp://www.impre.com/laopinion/vida-estilo/2010/9/5/