Gabriela Gasparini
Hace un tiempo apareció un trabajo realizado en la Universidad de Pittsburg donde se analizaba la relación entre el optimismo y la manifestación de enfermedades sólo en mujeres. Después de estudiar 95.000 casos de damas que iban de los 50 a los 79 años, concluyeron que sí, que la actitud influye en la salud, y que redunda en menor riesgo de desarrollar problemas coronarios y hasta muertes; además de reducir la incidencia de trastornos vinculados con el estado de ánimo como el enojo, el estrés y la depresión.
Quienes presentaron un alto grado de irritabilidad, angustia, resentimiento y hostilidad fueron un 16 por ciento más propensas a morir que las alegres y positivas, que también presentaban menor riesgo de desarrollar enfermedades como diabetes, hipertensión, colesterol alto, depresión, o de caer en conductas adictivas. Ni siquiera las monjas quedaron afuera del tema, la Universidad de Kentucky analizó la longevidad de un grupo de ellas, llegando a la conclusión de que la única variable eran las emociones positivas en relatos escritos antes de ser ordenadas.
Las que reflejaban estos sentimientos gozaban de mejor salud y vivían un promedio de diez años más que las que no los expresaron. El 90% de las monjas del grupo más alegre seguía viviendo a los 85 años, en contraste con el 34% del grupo menos alegre.
El profesor Martin Seligman, ex presidente de la Asociación Norteamericana de Psicología, fue el creador de la psicología positiva, disciplina centrada en la capacidad humana para enfrentar, sobreponerse y salir fortalecido de experiencias adversas. Esta rama de la psicología busca comprender, a través de la investigación científica, los procesos que subyacen a las cualidades y emociones positivas; estudia las bases del bienestar psicológico y de la felicidad, así como de las fortalezas y virtudes humanas. Tradicionalmente, la psicología estudiaba los aspectos negativos y patológicos del ser humano, a veces dejando de lado aspectos como la creatividad, la inteligencia emocional, el humor, la sabiduría, la felicidad. El estilo emocional positivo comprende también una mejor socialización y el desarrollo de lazos sociales más satisfactorios.
Sintetizando, para enfrentar mejor la vida hay que incrementar en cantidad y calidad las relaciones interpersonales. Buscar actividades que permitan obtener la relajación. Realizar actividades placenteras. Identificar las fortalezas personales. Cultivar el agradecimiento, el optimismo y la esperanza.
Y por qué no, adherir a lo que escribió Hanif Kureishi, en su libro "Intimidad", ser infieles una vez por día, no como están pensando, y sacarnos los lastres de encima, claro que él lo dijo más poéticamente: "Si uno no dejase nunca nada ni a nadie, no tendría espacio para lo nuevo. Sin duda, evolucionar constituye una infidelidad... a los demás, al pasado, a las antiguas opiniones de uno mismo. Tal vez cada día debería contener al menos una infidelidad esencial o una traición necesaria. Se trataría de un acto optimista, esperanzador, que garantizaría la fe en el futuro... una afirmación de que las cosas pueden ser no sólo diferentes, sino mejores".
18 de septiembre de 2010
http://www.rosario3.com/ocio/mujer/noticias.aspx?idNot=77978