Nos
encontramos a escasos días para que entre en vigor la normativa conocida de
Solvencia II cuyos efectos se materializarán desde el próximo 1 de enero de
2016.
La nueva
forma de medir y gestionar el riesgo suscrito por las aseguradoras, condicionan
la propia determinación del precio del contrato. De entre las líneas de negocio
que se verán particularmente afectadas destaca el seguro de rentas vitalicias.
En el
escenario denominado Solvencia I , los recursos exigidos para los seguros de
vida en general, donde se encuadran las rentas vitalicias, son equivalentes al
4% de las provisiones técnicas. Para una rentabilidad esperada después de
impuestos del 10% para un accionista que invierte en una entidad de seguros,
los diferenciales necesarios técnicos-financieros para comercializar un seguro
de rentas se sitúan en la banda del
0,50%-0,60%. Este diferencial puede incrementarse en función del apetito al
riesgo de cada aseguradora, pero nos sirve para el ejemplo.
Si tomamos
como referencia el bono español a 10 años como activo adecuado para
invertir el pasivo actuarial de la
rentas vitalicias para una edad media de 70-75 años, el tipo de interés técnico
al cliente debe minorarse en los diferenciales anteriores. A lo largo de este
cuarto trimestre, el bono a este plazo ha oscilado entre 1,5%-2%.
A partir del
próximo 1 de enero, los requerimientos de capital de la nueva normativa
aumentan considerablemente, y así en términos de SCR sobre BEL el consumo se podría
elevar a un rango del 9-10%,en este porcentaje intervienen todos los riesgos de
la entidad y la propia composición de los LOB´S (líneas de negocio) de la
entidad, con lo que puede variar. Para poder comparar el efecto de este consumo
con solvencia I, hacemos la conversión a requerimientos de capital sobre
provisión matemática, en este caso los porcentajes resultantes se situarían
entre 10,5%-11,6%.De este valor, la mayor carga de capital corresponde al
subriesgo de longevidad con alrededor del 80% del peso de todos los riesgos,
sin tener en cuenta los otros riesgos de suscripción o la propia
diversificación.
Vemos que del
4% de solvencia I, en el nuevo marco el consumo de capital se eleva al 11%. Estos valores suponen en
términos de diferencial sobre el activo de referencia elevarlo desde el 0,55%
de media anterior al 1,5%, con lo que no queda mucho recorrido para entregar al
cliente un tipo de interés técnico positivo.
Visto el
escenario, podemos llegar a pensar si podemos anticipar la fecha de fin de la
comercialización de este tipo de productos. La respuesta la encontramos en los
modelos internos de longevidad donde se mejoran sustancialmente las cargas de
capital asignadas al riesgo de supervivencia, así como en una adecuada diversificación
entre longevidad y mortalidad y macheo perfecto de cartera, todo este conjunto
de herramientas de gestión del riesgo permiten mayores rentabilidades a los
producto, compensando los reducidos márgenes que estos dejan en el entorno
actual.
Para actuar sobre la principal palanca del
riesgo de supervivencia,recordemos el trabajo( libro de
premio Julio Castelo), donde proponíamos un modelo actuarial para
graduar el subriesgo sistemático (
tendencia) dentro del riesgo de longevidad , que es el causante de los
consumos tan elevados por la incertidumbre que genera. En el modelo propuesto
en dicho trabajo, basado en el uso del SLI ( índice español de longevidad), se
producían ahorros del 67,3% del consumo de capital ( página 183 del trabajo).
Siguiendo con
los datos anteriores, esta reducción tendría como resultado que el consumo de
capital se reduce desde el 11% hasta el 5,1%, es decir cifras similares a
solvencia I.
La conclusión
es meridiana, la gestión activa del riesgo, sobre la base del uso de modelos
estadísticos avanzados nos aporta valor económico y permite en este caso poder
comercializar productos de longevidad con unos requerimientos de capital
similares a los actuales en vigor.
Advertimos
que actualizar las tablas regulatorias, no corrigen el problema, por la propia
metodología de solvencia II al determinarse el consumo de capital por
diferenciales de estrés , se produce la
paradoja siguiente: una tabla actuarial actualizada no reduce la carga de
capital, un cálculo sencillo nos dice que disminuyendo la tabla regulatoria
en un 10% en las probabilidades de fallecimiento, el SCR por subriesgo de
longevidad, puede incrementarse un 0,5%.
Vemos que se
abre un campo de trabajo de interés y que soluciones para disminuir la carga de
capital para el negocio de rentas existen como proponemos en el libro de
longevidad publicado en Fundación Mapfre.