lunes, 9 de noviembre de 2015

DIETA Y LONGEVIDAD

La relación entre una dieta adecuada y la longevidad ha sido refrendada por  innumerables estudios. Se ha estudiado la composición de los alimentos en la ingesta diaria y la cantidad de calorías y últimamente también se han analizado la frecuencia diaria de la dieta e incluso las horas más recomendables para ingerir los alimentos.
Reproducimos algunos de los estudios que han demostrado los efectos de la dieta saludable y su relación directa con la  reducción de las tasas de mortalidad. La solidez de las conclusiones están animando a los suscriptores de riesgo de entidades de seguros de vida y salud a tomar en consideración los hábitos de alimentación como variable predictiva de la mortalidad y morbilidad causal.
 Comencemos por los beneficios de la  dieta Mediterránea, un análisis de grandes dimensiones que bajo el título de ”Mediterranean diet increase life expectancy” realizado durante diez años  (1995 – 2005) sobre 214.284 hombres y 166.012 mujeres ha podido observar el impacto de los alimentos sobre la salud, concluyendo que el consumo de este tipo de dieta mediterránea permite disminuir entre el 12 y el 20% las posibilidades de fallecer a causa de enfermedades como el cáncer.
 Otros estudios sobre los beneficios de la dieta mediterránea sobre la salud aportan conclusiones complementarias, como son  que el consumo habitual de aceite de oliva y frutos secos (nueces, avellanas y almendras) en su justa medida disminuye en un 30% la proporción de ictus e infartos; los datos proceden de un análisis de los beneficios de la dieta mediterránea realizado durante 10 años sobre 7.447 personas.
La recomendación del consumo de frutas, verduras y hortalizas cuyos beneficios se asocia  con la prevención del cáncer y enfermedades cardiovasculares, y así  un consumo bajo de frutas y verduras  es el causante del 14% de las muertes de origen gastrointestinal, el 11% de las muertes cardiacas y el 9% de las muertes por accidente cerebrovascular.
El Instituto Karolinska de Suecia también se ha ocupado de  este asunto, y ratifica las conclusiones anteriores ,  ha puesto cifras a la longevidad  de las personas que no consumen frutas, estas pueden  llegar a vivir tres años menos que las personas que si mantienen este hábito; esta conclusión ha sido posible después de analizar más de 71.000 ciudadanos de entre 45 y 83 años y observarles durante 13 años, los participantes en el estudio informaron en 1997 y 1998 la frecuencia con la que comían frutas- naranjas, manzanas ,plátanos y bayas-  hortalizas zanahorias, remolachas, lechuga ,repollo, tomate y sopa de guisantes, los resultados se publicaron en 2013 en la  revista American Journal of Clinical Nutrition.
Además de la dieta mediterránea, la otra dieta más conocida es la dieta japonesa, que tiene efectos contrastados con el envejecimiento saludable y prolongado. Esta dieta  se caracteriza por tener pocas calorías, ser rica en ácidos omega-3, abunda el  arroz que aporta  hidratos de carbono y proteínas, el jengibre, la salsa de soja y las algas del tipo nori, wakame y  kombu, toda esta combinación fortalece entre otros el  sistema inmunológico.
Hacemos referencia a otros estudios son más curiosos, como el de  la nutricionista Esther Blum quien  en su libro Cavewomen Don't Get Fat: The Paleo Chic Diet for Rapid Results,  recomienda fijarnos en la dieta del paleolítico compuesta por  alimentos sin procesar ni cocinar, principalmente la carne, el pescado, las frutas, las raíces y los frutos secos.  Además en esta dieta no se contemplaban los derivados lácteos, los carbohidratos y los alimentos ricos en gluten. La autora sostiene que con este tipo de dieta se elevan los niveles de serotonina y dopamina en el cerebro.

El presidente del comité organizador del IX Congreso de la Sociedad Española de Medicina Antienvejecimiento y longevidad, celebrado en Málaga en 2010, Antonio Ayala, hizo hincapié en algunas recomendaciones “básicas” sobre hábitos dietéticos para asegurar una longevidad saludable:
o   Comer alimentos lo más ecológico posible -sin químicos.
o   Evitar alimentos precocinados y fritos.
o   No reutilizar aceites de cocina.
o   Evitar barbacoas.
o   No tomar alimentos ahumados.
o   No ingerir grasas saturadas y grasas “trans”.
o   Evitar azúcar refinado.


 Estudios a nivel de la medicina molecular, confirman las conclusiones anteriores ,hacemos referencia al último publicado en 2015 en American Journal of Clinical Nutrition. El  estudio ha sido liderado por la Universidad de Navarra y han participado también  expertos de los  EE. UU. El estudio sugiere que  la dieta influye en el envejecimiento de las personas con alto riesgo de padecer enfermedades cardiovasculares. Para llegar a esta conclusión, han analizado la relación entre la dieta saludable y  la ralentización natural del acortamiento con la edad de la longitud de los telómeros a través de mecanismos proinflamatorios o antiinflamatorios. El estudio se realizó  con 520 participantes con alto riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular.

José Miguel Rodríguez -Pardo.