La búsqueda de la eterna juventud es un viejo anhelo de la ciencia. Hasta ahora, sólo dos equipos de expertos han encontrado fórmulas que han demostrado prolongar la vida en animales: una permanente dieta baja en calorías y la rapamicina, un hongo de Isla de Pascua que se usa hoy como inmunosupresor.
Ahora, un grupo de investigadores de la U. de Yeshiva, en Estados Unidos, no sólo logró que ratones vivieran un 20% más que el promedio, sino que descubrieron que la clave del envejecimiento estaría en el cerebro.
Los expertos descubrieron que el hipotálamo, una estructura ubicada en el centro del cerebro y que se encarga de liberar hormonas y coordinar conductas básicas, como regular la temperatura, la alimentación, el apareamiento y la agresión, también es el encargado de iniciar una serie de procesos químicos que son los que causan el envejecimiento.
“Los científicos se han preguntado durante mucho tiempo si el envejecimiento se produce de forma independiente en varios tejidos del cuerpo o si puede ser regulado activamente por un órgano en el cuerpo”, dice el autor principal de la investigación, Dongsheng Cai.
La respuesta fue afirmativa: el hipotálamo es capaz de controlar el envejecimiento que ocurre a nivel general en todo el cuerpo.
De acuerdo al estudio publicado en Nature, en esta estructura del cerebro se produce una vía de señalización molecular que está relacionada con la edad y que, de controlarla, se podrían combatir las enfermedades propias de la vejez y aumentar la longevidad.
De hecho, en las pruebas realizadas en ratas, éstas extendieron su vida en cinco meses, lo que significa que vivieron 31 y no 24 meses, como el promedio de su especie. Pasado a años humanos, ello significa que una persona que vive en promedio 70 años habría vivido 16 años extra. “Lo que es interesante es que es posible alterar la señalización en el hipotálamo para ralentizar el proceso de envejecimiento y aumentar la longevidad”, destaca Cai.
Cómo lo hicieron
Con el paso de los años, los mamíferos van envejeciendo y se puede apreciar distintos grados de inflamación en varios tejidos del cuerpo, que explican enfermedades como las cardiovasculares, el síndrome metabólico, la diabetes, el cáncer y los males neurológicos.
Cai y sus colegas se dedicaron a estudiar la inflamación del hipotálamo y centraron su atención en un complejo de proteínas llamado NF-kB, que son fundamentales para la cadena de inflamación que ocurre con los años.
Cuando esta ruta era activada en las ratas del estudio, el proceso de envejecimiento se aceleraba, provocando cambios a nivel fisiológico, cognitivo y de comportamiento: “Mostraban una disminución del tamaño del músculo y de la fuerza, del grosor de la piel, y en su capacidad para aprender, todos indicadores de envejecimiento. La activación de esta vía promovía el envejecimiento sistémico que acorta la esperanza de vida”, explica Cai.
Al revés, cuando este conjunto de proteínas era bloqueado en el hipotálamo, el animal envejecía de forma más lenta y aumentaba su longevidad, la musculatura mejoraba y también la piel (proceso vinculado a la aparición de arrugas).
La inmunóloga Dana Gabuzda y el experto en envejecimiento del cerebro Bruce Yannker, ambos de la Facultad de Medicina de Harvard, dijeron que este trabajo “marca un nuevo paradigma en el estudio del envejecimiento”, al demostrar que en ratones la inflamación asociada a éste está coordinada en el hipotálamo, donde se integran las respuestas hormonal e inmune. “Si estos hallazgos son validados, pueden ayudar a tratar enfermedades asociadas a la edad y las que causan inflamación”, dicen.