Las investigaciones científicas más nuevas que buscan alargar la vida humana. El rol de la tecnología y de la manipulación genética.
Por Fabio Altman
Alguna vez se pensó que un ser humano con 100 años cumplidos era un descendiente del legendario Matusalem. Durante siglos, la expectativa de vida humana no superó los 40 años; y de pronto, en tan solo un siglo, la vida promedio en muchos países del mundo araña los 75 años. Si hace 50 años la fantasía se extraviaba ante la posibilidad de ser inmortales, ahora la promesa es otra.
No es la inmortalidad con decadencia, sino la salud, el vigor físico, mental y emocional en edades de la vida que antes eran sinónimo de decrepitud y enfermedades. “Vivimos un tiempo en el que sería óptimo ser inmortal”, dice el estadounidense Jonathan Winer, autor del libro “La extraña ciencia de la inmortalidad”, minucioso detalle de los avances hechos por la medicina en ese campo.
“Durante mucho tiempo tratamos el envejecimiento del mismo modo que a la Primera Guerra Mundial, una tragedia histórica sobre la cual hay innumerables teorías y argumentos. Ninguno de ellos puede ayudar a evitarla”, dice el genetista inglés Aubrey de Grey. En 1900, la expectativa de vida en los Estados Unidos era de 47 años y hoy es de 78. En un solo siglo, el XX, la ganancia fue de 30 años. Dado el ritmo actual de desarrollo de la medicina del metabolismo, no resulta tan raro pensar que, con el correr del siglo XXI, la sobrevivencia humana gozando de buena salud aumente en más de 60 años, lo que llevaría a una media de 100 años o más.
¿Es esto posible? Desde el punto puramente biológico existe un límite casi imposible de transponer para el horizonte final de la vida humana. Pero cuando se coloca en la ecuación la nanotecnología y la posibilidad real de transferir ciertos procesos bioquímicos del cuerpo humano hacia microscópicos dispositivos digitales implantables, aquel horizonte se pulveriza y abre fronteras hasta hace poco inimaginables.
¿Qué es lo posible hoy? Hay científicos que experimentan con su propio cuerpo cómo vivir más y estar sanos, y para eso buscan recrear lo que sucede con el único método comprobado que logra aumentar la expectativa de vida en los laboratorios: la privación calórica. Un método que consiste en comer menos, mucho menos que el mínimo exigido de calorías diarias.
Animales de laboratorio sometidos a este método lograron vivir con salud hasta un tercio más que los animales que se alimentaron de manera normal. En los seres humanos, ese abordaje teóricamente funciona. Quien ya puso en práctica este método asegura haberse librado de las enfermedades comúnmente asociadas al envejecimiento. En contrapartida, los cobayos humanos que siguen una dieta hipocalórica adelgazan mucho, sienten un frío constante en las extremidades, poca energía física y nada de ganas de tener relaciones sexuales. Hay quienes están logrando obtener los mismos beneficios de la dieta hipocalórica sin tales inconvenientes. En esta nota, dos de los principales exponentes de estas corrientes.
Manipulación biológica. Aubrey David Nicholas Jasper de Grey tiene 48 años y una idea fija en su cabeza: llegar a los mil años. Si no él mismo, por lo menos algunos de los seres humanos que andan caminando por el mundo actualmente. “La primera persona que vivirá mil años es probablemente apenas 10 años más joven que la primera en llegar a los 150 años”, comenta. De inmediato aclara: “Sinceramente creo que el primero en llegar a los mil años no solo nació ya, si no que ahora tiene entre 65 y 70 años”. Y agrega: “Tenemos un 50% de chances, con los avances que se están haciendo en torno a la degeneración de las células, de extender la vida humana hasta los 200 años antes del 2030-2040”.
De Grey trabaja 16 horas por día, come poco y duerme menos aún. Su vida está dedicada a quitar los obstáculos que, en su opinión nada modesta, son los dos mayores males de la humanidad: la vejez y la muerte. Para eso, el progreso exponencial de los cuidados con el organismo humano permitirá en breve “curar” la vejez, rebajándola de imperativo biológico incontrolable a mero inconveniente.
Según de Grey, “curar el envejecimiento” será tan simple, tecnológicamente hablando, como tratar una infección urinaria o una gripe.
El proceso de decadencia del cuerpo pasa por tres estadios, de acuerdo con de Grey. En primer lugar, hay un flujo de procesos químicos en el organismo (el metabolismo) que causa daños graduales a los 100 trillones de células que hay en el cuerpo humano. La segunda etapa es el deterioro de las células. Y la tercera, el desarrollo de enfermedades que ese deterioro promueve. Por eso, de Grey propone medidas para frenar los estragos hechos sobre las células y moléculas del cuerpo a lo largo de la vida.
Esto no significa, aclara el genetista, que la muerte vaya a ser abolida. “En el futuro moriremos también, pero no de neumonía o cáncer”, arriesga. “Y todos tendremos la apariencia física de una persona de entre 20 y 25 años”, se entusiasma.
Aubrey es autodidacta. Ex investigador de temas relacionados con la inteligencia artificial en la universidad de Cambridge (Inglaterra), se obsesionó con los estudios sobre envejecimiento en 1992, después de conocer a su mujer, 19 años más vieja que él. En 1997 de Grey publicó una tesis sobre la relación entre la destrucción de las moléculas de ADN en el interior de las mitocondrias y el envejecimiento humano. El trabajo impresionó tanto a los próceres de Cambridge, que en el año 2000 el hombre recibió un Ph.D en biología.
Periodista: A usted se lo ha llamado “el mercader de la inmortalidad”. ¿Eso lo incomoda?
Aubrey de Grey: No de hecho. Encuentro irónico insistir siempre en eso, porque en definitiva nunca hablé de “inmortalidad”. Desde el inicio me interesé por el rejuvenecimiento y la reversión del envejecimiento. El alargamiento de la vida es una consecuencia.
Periodista: ¿Pero usted quiere ser inmortal?
de Grey: No necesariamente. Lo que realmente deseo es no enfermarme.
Periodista: ¿Las enfermedades no minarían nuestros esfuerzos por alargar la vida?
de Grey: Las biotecnologías propuestas llegan para solucionar problemas, como si se tratase del mantenimiento de un automóvil. Imagine un coche. La mayoría de ellos dura cinco, diez años. Pero hay autos que están en manos de coleccionistas y que tienen 80, 90 años y están en perfecto estado. Somos como máquinas y por lo tanto potencialmente arreglables, lo que es extraordinario.
Periodista: Algunos científicos dicen que eso es una utopía...
de Grey: Muchos se escudan detrás de la creencia arraigada de que envejecer es “natural” e “inevitable”. Yo me dí cuenta de que para intervenir en el proceso del envejecimiento no es necesario comprender la cadena entera de fenómenos relacionados con ella. Basta entender las lesiones celulares y moleculares que debilitan los tejidos del organismo.
“Las ideas de De Grey son científicamente absurdas y peligrosamente irresponsables”, opina mientras tanto el especialista en envejecimiento Tom Kirkwood, de la Universidad de Newcastle. En las últimas décadas, argumenta, el esfuerzo de los científicos y terapeutas fue entender el proceso de envejecimiento, brindar un aumento gradual en la cantidad de años de vida de las personas y mejorar paulatinamente la vida cotidiana de las personas de la tercera edad. De Grey estaría tratando de transformar la gerontología, que abandone estos logros y que vaya detrás de la promesa de una “actualización biológica”.
Tecnología en el cuerpo. Creyente fervoroso en la tecnología, el inventor Raymond Kurzweil cree que para el año 2045 la velocidad de los desarrollos en tecnología y computación será tal que ya no será posible distinguir las máquinas más avanzadas de los seres humanos. Las supercomputadoras serán capaces de hacer un número de cálculos similar a los que realiza el cerebro. “Vamos a trascender nuestras limitaciones biológicas”, dice. Morir será difícil, aunque inexorable. Los ciegos volverán a ver por medio de ojos biónicos; los amputados tendrán piernas artificiales que responderán a un comando colocado directamente en el cerebro; los genes que no le interesan a una persona, como los que originan obesidad y enfermedades degenerativas serán silenciados, mientras que otros serán reprogramados y activados. Nanorobots no mayores que un glóbulo, invisibles al ojo desnudo, viajarán por el cuerpo combatiendo enfermedades y haciendo microcirugías internas.
Aunque parezcan las afirmaciones de alguien que no está totalmente en sus cabales, quienes saben de estos temas opinan que conviene prestarle atención a Kurzweil. En sus estudios, premiados internacionalmente, anticipó la ubicuidad de internet y la victoria de las computadoras sobre el hombre en el ajedrez. Dueño de una enorme cantidad de patentes, desarrolló la primera máquina de lectura para deficientes visuales en el año 1970, cuyo cliente número uno fue el cantante y compositor Steve Wonder. Creó también un sistema automático para la clasificación del mercado financiero, herramienta usada por los especuladores que más dinero ganan en los Estados Unidos.
Bill Gates, el fundador de Microsoft, opina que Kurzweil es “la mejor persona que conozco en cuanto a la previsión del futuro de la inteligencia artificial”. Hace dos años, Kurzweil fundó en Mountain View, California, la Universidad de la Singularidad, destinada a “preparar a la humanidad para la aceleración de los cambios tecnológicos”. La SU está instalada dentro del mítico campus de tecnología de la Nasa y uno de sus principales financiadores es Google.
El método. Todo lo que quiere Ray Kurzweil es llegar vivo y sano al 2045, cuando cree que los desarrollos tecnoinformáticos serán tan elevados como para cambiar radicalmente la vida de la gente. Para ese entonces, él tendrá 97 años, y por eso está obsesionado por la salud.
Su rutina para mantenerse es intensa. En el desayuno come cereales endulzados con stevia. Para el almuerzo y la cena, proteínas con té verde (ocho copas diarias). Todo acompañado por un vaso de vino tinto por día, garantía de consumo de resveratrol, sustancia con propiedades antioxidantes y antiinflamatorias que está en la cáscara y en las semillas de las uvas negras.
Debido a la historia de enfermedades que hay en su familia, también recurre a chequeos médicos periódicos y a aplicaciones intravenosas de nutrientes en clínicas especializadas. “En los últimos 20 años envejecí dos”, dice con orgullo y exagerando.
De manera general, las recomendaciones de Kurzweil son un catálogo de clichés. La excepción es su fijación por los suplementos alimentarios. Ingiere muchas cápsulas, cada cual con un objetivo diferente.
Para reducir el colesterol y las grasas toma fosfatidilcolina. Para reponer energía, ubiquinol. La lista es inmensa, cerca de 230 cápsulas por día. Pero en todo ese paquete también hay cuestiones de salud y de ética. Y es que los suplementos deben ser tomados, recomiendan enfáticamente los especialistas, para suplir deficiencias del organismo, no hay razón para tomarlos si el paciente sigue una dieta balanceada. El tema ético queda al descubierto cuando se tiene en cuenta que Kurzweil abrió una empresa, en asociación con su médico personal, que vende por internet los suplementos que él mismo consume.
Periodista: ¿Cómo será la revolución que usted cree cambiará las vidas de los seres humanos?
Ray Kurzweil: Pensemos en la biología. El ADN prácticamente no tuvo cambios en los últimos milenios, a despecho de lo que ocurrió con nuestro estilo de vida. En breve podremos reescribir secuencias genéticas completas y sintetizar moléculas artificialmente, tal y como reprogramamos una computadora doméstica. Por eso digo que la medicina va hacia ser una ciencia de la tecnología y la información.
Periodista: ¿Vamos a ser inmortales?
Kurzweil: Siempre podemos ser atropellados por un ómnibus.
Periodista: ¿No cree que sus ideas son un poco utópicas?
Kurzweil: Analicemos la historia. En el año 1800, la expectativa de vida era de 37 años y abundaban las enfermedades de todo tipo, porque no había saneamiento ni método alguno de protección social. El hecho es que la expectativa de vida se haya duplicado, a pesar de las dificultades actuales, y que hoy día tenemos mucho más confort. Esas conquistas fueron alcanzadas tan solo con el avance de la medicina. A partir de ahora la ganancia será mucho más veloz, habrá herramientas infinitamente más poderosas.
Mientras los investigadores excéntricos tienen un discurso mezclado con la ciencia ficción, los más tradicionales siguen trabajando en sus laboratorios, manipulando moscas de la fruta y lombrices, y están logrando alargarles la vida. Pero mientras algo de todo esto llega a buen puerto, solo se trata de vivir... lo mejor posible.