lunes, 28 de julio de 2014

Los ricos pueden llegar a vivir dos vidas en relación a los pobres.

Linda Marsa ha publicado recientemente un artículo muy reveldor en Aeon el pasado 22-7-2014 titulado The longevity Gap, Will the rich live to 120 and the poor die at 60? donde nos habla de las  diferencias de esperanza de vida que puede llegar a significar vivir en un entorno de riqueza o de pobreza.

http://aeon.co/magazine

Veamos algunos de los ejemplos que cita

La brecha de la esperanza de vida entre los ricos y los pobres y la clase trabajadora en los EE.UU., por ejemplo es de  12,2 años.
Hombres blancos educados universidad pueden esperar vivir hasta los 80 años, mientras que
contrapartes sin un diploma de escuela secundaria morir por los 67 años

Las mujeres blancas con un título universitario tienen un la esperanza de vida de casi 84 años, en comparación con las mujeres sin educación, que viven a 73.

Parece que la última guerra entre el  ricos y pobres no se peleaban por el tema del dinero, de por sí, pero con el vivir hasta los 60 años frente a vivir a 120 o más. ¿Habrá alguien que acaba de aceptar que el ricos obtienen dos vidas, mientras que los que no tienen apenas conseguir uno?

Plantea que los compuestos farmacológicos que se estan desarrollando para ralentizar el envejecimiento y la aparición de enfermedades como la diabetes ,el cáncer y las enfermedades del corazón ,podría acelerar estas diferencias

Cita a Michael Reisch, profesor de la justicia social en la Universidad de Maryland, dijo recientemente a un panel del Senado EE.UU.. "La pobreza no sólo disminuye de una persona
oportunidades en la vida, se roba años de vida. '

Es evidente que estas conclusiones deben hacer reflexionar al profesional actuario que mide la longevidad pues como tantas veces hemos tratado en el blog, el genero es menos relevante en los registros de longevidad que otros factores como pueden ser ,en este caso el nivel de riqueza del individuo que vive en una sociedad determinada. Ahora bien ,como siempre surge un aspecto ético que no debe obviarse.

De aquí, la necesidad de evolucionar hacia modelos actuariales basados en la realidad personal biologica y de comportamiento en detrimento de los de exclusivamnente demográficos

José Miguel Rodríguez-Pardo