La ciencia
económica está proponiendo una visión alternativa a las teorías clásicas que
están derivando en desigualdades sociales cuando surgen periodos de crisis como
el que estamos viviendo desde 2007-2008.
El libro de
moda entre los economistas, el Capital in Twenty –First Century de Thomas
Piketty se está convirtiendo en una referencia a quien quiera analizar las causas económicas
de la crisis del capitalismo. El nuevo
pensamiento económico está liderado por Christian Felber profesor de Economía Alternativa de la
Universidad de Viena promotor de la
llamada “Economía del bien común”, o el mismo Catedrático de Economía, Niño Becerra quien
cree que debemos orientarnos hacia una economía que deba administrar la escasez y
que esta evolucionara hacia una sociedad participativa.
Esta es la verdadera piedra angular del nuevo pensamiento económico la
“participación de todos los agentes sociales".
Por otra
parte las visiones más modernas de la responsabilidad social corporativa están
enfocadas hacia posiciones que analizan la aportación al valor social a la
comunidad a la que sirve más que hacia
enfoques tradicionales de evitar el daño o cierta culpabilidad. Es decir, se
trata de reconocer de que detrás de que cada relación económica hay una
relación social.
Esta nueva
forma de entender la aportación de la empresa a la comunidad con la que interactúa
ha derivado en ampliar el tradicional
instrumento de medida de empresarial de Rentabilidad Ajustada al Riesgo (RAR) por el de
Rentabilidad Ajustada a los Principios donde se incorporan los principios
éticos de la empresa.
En la industria
del seguro, no hay muchas referencias o
iniciativas en relación con el compromiso y medida de la sociedad a quien
sirve. Es verdad que ya existen iniciativas que explicitan en valor social del
seguro, en términos de cuantías y tipologías de prestaciones satisfechas, pero
es verdad también que el seguro puede dar un paso más hacia la transferencia de
su conocimiento hacia los asegurados.
En efecto, el
asegurador puede desarrollar líneas de productos que no solo, indemnice,
repare, preste un servicio, sino que convierta al asegurado como verdadero
protagonista de la gestión del riesgo. Es decir el asegurador puede formar y
ayudar a mitigar el riesgo de un cliente, sea de la naturaleza que fuere, y
donde el precio del seguro se fije en base a las conductas pactadas entre las
partes. De esta manera la industria del seguro entra en la nueva economía
participativa pues el asegurado ya no es
un sujeto pasivo del contrato, pues al constituirse una comunidad de suerte
asegurador-asegurado, ambas parte crean vínculos participativos en la gestión y
mejora del riesgo.
Esta visión
del negocio debe constituir los principios
centrales de la agenda ética de la entidad de seguros, y refuerzan los principios
de equidad actuarial en la búsqueda del
equilibrio de la medida de la función de la pérdida esperada.
José Miguel Rodríguez-Pardo