La evolución del proceso de determinación del precio del
seguro, está evolucionando de manera
considerable. Las técnicas estadísticas más avanzadas están permitiendo que
sean múltiples y diferentes las variables explicativas del riesgo.
Y es que los modelos predictivos están consolidándose entre
las técnicas que la profesión actuarial para capturar el riesgo que se quiere
medir. Este es un proceso gradual y que requiere tiempo para que sea
generalizado su uso, pues las técnicas matemáticas que subyacen no son de
manejo generalizado por todas las generaciones de actuarios que ejercen la
profesión.
El pricing del futuro además incorporará nuevas tipologías
de variables que en su mayoría vendrán de las redes sociales o de otra
información que el ciudadano haya publicado en la red. Esta información que ya
se conoce como el hombre transparente facilita
el proceso de tarificación individualizada basada en la evidencia, lo que a su vez,
contribuirá a la creación de productos-coberturas ajustadas al perfil personal
del riesgo.
En este proceso de cambio profundo y disruptivo en las
técnicas clásicas de pricing , que reiteramos que está en pleno cambio y que
requiere una nueva generación de profesión de actuarios, surge un nuevo
concepto que viene a violentar aún más al actuario o estadístico que intenta
medir la pérdida esperada sobre el evento que se quiere medir.
Nos referimos a lo que se empieza a denominar como Behavioral
Risks.
Hablemos de ello, los estudios desde el ámbito académico intentan explicar y medir el proceso de toma
de decisiones en sus dos componentes el consciente y el inconsciente ,este
último se estima que es el responsable del 80% de las decisiones. Los primeros
trabajos en este campo se deben a Daniel Kahneman en 1970, en sus trabajos
sobre los sesgos cognitivos en la toma de decisiones, que por cierto consiguió
el premio Nobel de Economía en el año 2002.
En el campo que nos ocupa, el seguro, el actuario
tradicionalmente se ha ocupado de medir el riesgo, con Behavioral risks, damos
un paso más pues tratamos de medir la
incertidumbre, donde intervienen sesgos que están originados porque el
consumidor actúa con elementos subjetivos en un ambiente en ocasiones incluso de miedo. La medida del riesgo es objetiva, y en la incertidumbre intervienen elementos subjetivos sobre la percepción del riesgo.
Los primeros estudios de esta nueva técnica vienen de Clutter y Zeckhauser en 2004, nos dicen que
el comportamiento del consumidor es una anomalía
que afecta a los estándares racionales de decisión del riesgo. Algunas de estas
anomalías de alguna manera son conocidas por la industria del seguro ,las más
relevantes son el riesgo moral y la selección adversa cuyos primeros estudios que datan de 1976 corresponden a M. Rothschild y J. Stiglitz quienes advirtieron que los riesgos
más altos no deben tomar ventajas y que por el contrario los mejores riesgos o
subcompran riesgos o directamente no compran coberturas de seguros.
En algunos estudios sobre esta nueva visión del
riesgo-incertidumbre, señalan que la medida de behavioral risks es la
diferencia del precio de un contrato sobre el benchmarking del perfil de
riesgo. De entre los expertos del análisis de riesgo nos hablan de Return to
the average , es decir todo debe volver la media.
En un libro sobre
esta materia Insurance & Behavioral Economics de Howard C. Kunreuther
,M.Pauly y S.McMorrow publicado en 2013, cuya lectura recomiendo, se
identifican las llamadas anomalías en la demanda del seguro, están son:
•
Caída de la protección cuando la probabilidad de
riesgo es muy baja.
•
Mayor
propensión de compra de seguros después de un desastre.
•
Cancelación del seguro después de un tiempo sin
pérdida.
•
Preferencias de pólizas con reembolso o cash
back.
•
Preferencia por franquicias muy bajas.
•
Deseo de no tener siniestros por encima de la
franquicia pues la prima puede subir.
•
Tendencia a mantener el status quo.
•
Disminución de precios de reaseguro de
catástrofe después de un largo periodo sin siniestro.
Ahora, nos queda definir desde
la ciencia actuarial como afrontar esta nueva medida del precio
del seguro
basada en la incertidumbre y no en el riesgo en sentido estricto.
El
planteamiento no es fácil, de hecho desde las civilizaciones más antiguas se ha
debatido la diferencia en valor y precio, y en estas diferencias intervienen
las dos partes que se deben encontrar el generador de la demanda y la oferta.
Esto es, el actuario también influye en la medida de la incertidumbre en tanto que observa la relación económica contingente
que quiere medir y detrás de ella siempre hay una relación personal y social.
El reto se debe acometer desde la
técnica actuarial combinado eficientemente modelos predictivos avanzados con
técnicas estadísticas de diseño de experimentos bien en trabajo de campo o bien
con trabajo de laboratorio. De manera
muy incipiente en ámbitos muy concretos y avanzados de la industria internacional
del seguro y del mundo académico comienza a estudiar esta nueva forma de
entender el riesgo, donde el comportamiento humano sesga la medida del evento.
Y es que cuando se violenta una
forma tradicional de acometer la medida del riesgo surge la innovación en los
negocios, en este caso sabiendo que no todos lo fenómenos de comportamiento
serán comprensibles y por lo tanto medibles desde la incertidumbre. Pero este
reto tan complejo solo está al alcance de unos pocos actuarios, requiere
elevadas capacidades cuantitativas y finura en la toma de decisión.
Resumen escrito de la conferencia
Behavioral Risks que he pronunciado en la sesión de presentación del Master en
Técnicas Cuantitativas aplicada al seguro celebrada en el Campus de Getafe ( Madrid)
Universidad Carlos III de Madrid. 17 de junio de 2014
José Miguel
Rodríguez-Pardo.