Vivir por encima de la barrera de los 120 años será habitual en unas décadas. Esta longevidad extrema va a cambiar la estructura social, asegura la catedrática de ética médica Inez de Beaufort, y se pregunta ¿quién podrá mantener una relación sentimental o un trabajo durante 90 años?
Beaufort, investigadora del Erasmus Medical Center de Rotterdam (Holanda) y una de las voces más respetadas sobre la eutanasia en su país, explica que el aumento de la esperanza de vida gracias a los avances médicos generará una serie de cuestiones nada baladíes, la primera de ellas, básica: ¿Tiene sentido vivir 120 años?
"Yo estoy de acuerdo. Evidentemente se crearán una serie de problemas de distinta índole, dilemas bioéticos, como saber si será algo a lo que podrá aspirar todo el mundo o sólo los ricos que se lo puedan permitir; en ese caso sería injusto", remarca esta experta, que recalca que no se trata de cumplir los 120 lleno de achaques, sino que, gracias a los avances médicos, se pueda llegar con el aspecto de una persona sana de 60 o 70 años y una autonomía plena.
Beaufort, que ha pasado por la capital catalana invitada por el el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona para participar en una jornada sobre 'Las nuevas edades de la vida', advierte que la posibilidad de una existencia más que centenaria, y con buena salud, hará que muchos se replanteen cómo afrontarla.
"Por ejemplo, creo que será muy complicado que podamos estar casados con alguien noventa años, no soy muy optimista al respecto. Quizás se tendrán parejas sucesivas, y puede que esto no le guste al Papa, pero incluso los 'papas' vivirán mucho más", bromea esta catedrática, que ha investigado la obsesión por la belleza y la eterna juventud en la cultura occidental.
Prevé que el actual fenómeno de extender la adolescencia y luego la juventud irá a más antes de llegar a una madurez que se prolongará durante décadas y que permitirá tener dos o tres vidas laborales completamente diferentes. Beaufort, miembro del Grupo Europeo de Ética en la Ciencia y las Nuevas Tecnologías, avisa que, si se generaliza una población muy longeva y con buena salud, "no se puede cargar a las futuras generaciones que te mantengan a partir de los 65 años", sobre todo teniendo en cuenta que este fenómeno generará una sobrepoblación en la Tierra.
"La gente siempre ha querido vivir mucho, es algo humano..." señala esta miembro del Grupo Europeo de Ética en la Ciencia y las Nuevas Tecnologías, que subraya que, en general, en Occidente no se ha sabido educar sobre la aceptación de la muerte como algo natural.
"La muerte está ahí, es parte de la vida, y si tuviéramos una vida eterna tendríamos un problemón, porque la realidad es que necesitamos la perspectiva del tiempo, tener lo que se llama el sentido de la urgencia, porque si nuestra vida durara mil años siempre posiblemente dejaríamos las cosas para mañana y mañana...", argumenta.
En este punto, recuerda la frase de su colega el pensador británico John Harris: "Aquellos que se aburren no deberían buscar la longevidad". No obstante, y frente a quienes consideran antinatural vivir tanto, la catedrática subraya que muchas cosas que eran normales hace un siglo no lo son ahora: "La obesidad, o el cáncer, el alzheimer son cosas habituales, pero ¿no tenemos que buscar tratamientos para combatirlos?".
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