Los
demógrafos y actuarios utilizan distintas medidas para conocer la supervivencia
de una población, la más conocida es la esperanza de vida al nacer o a una edad
determinada.
Otros indicadores de uso frecuente son la proporción de
población de personas en edades avanzadas, extremas.... o diferentes medidas de
distribución de edades como es el caso de las conocidas pirámides
poblacionales. Incluso medidas más sencillas como la edad promedia de
fallecimiento.
La observación de las personas que fallecen a una
determinada relacionándola con las
personas vivan que alcanzan esa edad, constituyen la base para la elaboración
de las tasas de mortalidad de una población.
Los primeros intentos de medir la longevidad humana datan de
la época de los romanos en concreto en el año 40 A.C. se promulgó la Ley
Falcidia en la que se decía cómo calcular una anualidad en el caso de que un
testador dejara a un beneficiario una cada cantidad a pagar de por vida. Pero
hubo que esperar al año 225 DC para poder determinar el valor de una
anualidad y así en el jurista romano
Ulpiano ,esta forma de cálculo fue la única referencia durante casi 1400 años
hasta que el famoso astrónomo Halley elaboró una tabla basada en las
observaciones de los fallecimientos de la ciudad de Breslau desde 1687 hasta
1691. En esta primera tabla consideraba que la esperanza de vida al nacer y
hasta los 20 años era de 30 años, estableciendo el límite de la tabla en los 60
años, situando para esta edad la esperanza de vida en 5 años.
Desde entonces las técnicas estadísticas se han ido
perfeccionado hasta tal punto que se pueden extrapolar tendencias muy precisas
acerca de la futura esperanza de vida de una población o de un colectivo
concreto que se quiera medir su supervivencia
como sería el caso de una cartera de rentas vitalicias en una compañía
de seguros o un fondo de pensiones.
Publicado en Teinteresa.es
José Miguel Rodrçiguez-Pardo