lunes, 24 de septiembre de 2012

¿Engordamos porque nuestros genes lo determinan así?

Reproduzco el artículo de esta semana de mi buen amigo Dr. Antonio López Farré publicado en Teinteresa.com. Recomiendo la lectura semanal de su columna científica de salud en http://www.teinteresa.es/ El artículo nos habla de la relación entre la genética y el estilo de vida. José Miguel Rodríguez-Pardo. ------------------------------------------------------------------------------------- Desde estas mismas páginas de Teinteresa ya hemos comentado en otras ocasiones lo importancia que en el mundo de la biomedicina y de la ciencia se le está comenzando a dar a la relación entre los genes de cada persona y sus circunstancias personales de vida. Es decir, como el estilo de vida y el ambiente que rodea a cada individuo, entendiendo por ambiente desde el estrés hasta el tiempo que dedica al deporte o el tipo de alimentación que sigue pueden determinar si un gen que ese mismo individuo tiene, se expresa más o menos, o si una modificación o alteración genética en un individuo tiene una mayor o menor influencia en él. Esto significa que si ese gen estuviera unido a una patología determinada, esos factores adicionales pueden determinar que en es individuo el gen tenga o no importancia. Los factores externos que modifican a la expresión de un gen se llaman desde el punto de vista científico factores epigenéticos. Esta semana unos investigadores de la Escuela de Harvard de Salud Pública han descubierto y publicado en una prestigiosa revista científica que el consumo regular de bebidas azucaradas se asocia una mayor susceptibilidad genética a tener un índice de masa corporal (IMC) mayor y por lo tanto a tener mayor riesgo de ser obeso. Cada vez se conocen más genes que se relacionan con una mayor facilidad de ganar peso. Por ejemplo, existe un gen que se denomina FTO (del inglés: fat mass and obesity-associated protein o en castellano: proteína asociada a la masa grasa y obesidad) que se ha relacionado a personas que tienen una alteración genética específica en ese gen a tener una probabilidad de hasta un 70% más de engordar que las que no tienen esa alteración genética. Simplemente las personas que tienen alterado el FTO genéticamente tienden a comer más y por lo tanto parece que tardan más en saciarse. Hasta la tendencia a “picotear” entre horas también parece ser que está marcado en nuestros genes. Pero también ocurre lo contrario. Cuantos de nosotros conocemos a alguien que come a todas horas y está delgadísimo y parece que nunca gana peso. Pues también comienzan a conocerse genes y alteraciones genéticas que hacen que una persona no engorde. Como hemos hablado de epigenética y ya sabemos que los genes están modulados por nuestros hábitos de vida, tendremos entonces que conocer que a pesar de una posible variación genética que haga que nuestro cuerpo tienda a acumular grasa y a engordar, eso no es suficiente y está en nosotros mismos la capacidad de regularlo. Lo podemos regular intentando evitar aquellos alimentos que favorecen el acúmulo de grasa. También existen múltiples estudios científicos que intentar delimitar los alimentos que más nos engorda. Uno de estos alimentos son las patatas fritas. Las patatas fritas, aunque son muy ricas para nuestro sentido del gusto, sin embargo según una publicación aparecida en la revista New England Journal of Medicine es el alimento que más engorda. El problema de las patatas fritas no es la patata frita en sí sino su alto contenido en grasa al absorber esta gran cantidad de aceite durante su fritura. Sin embargo, alimentos como el yogur, cereales integrales o alimentos ricos en fibra y las frutas y hortalizas son los que menos engordarían e incluso llegarían a ayudarnos a adelgazar. Hay otros factores epigenéticos, tan importantes como la alimentación en relación a la ganancia de peso, como es el ejercicio físico. El sofá y la televisión ayudaría a nuestros genes a que se manifestara el lado de la ganancia de peso y sin embargo aunque sea pequeña una actividad física constante o dormir unas horas adecuadas reduciría de forma importante la tendencia a ganar peso. Aunque la obesidad es evidente que es un problema grave de salud de nuestro tiempo, la obesidad como tal ya preocupó a nuestros antepasados. En el Imperio Medio egipcio (siglos XXI-XVII a.C.), hay textos que dicen “La glotonería es grosera y censurable”. En la antigua Grecia y Esparta también preocupó el peso. Así, Hipócrates describió que las personas que tienen una tendencia natural a la gordura, suelen morir antes que las delgadas. En Esparta a los jóvenes se les controlaba de forma exhaustiva el peso y si lo ganaban eran sometidos a estrictos ejercicios físicos. Tanto preocupaba a los espartanos el sobrepeso que incluso a causa de ello podían ser desterrados ya que esto no tenía perdón.