sábado, 29 de septiembre de 2012

La contribución de los genes en la longevidad humana.

Reproduzco por su interés la parte final del artículo Longevidad, envejecimiento y vida eterna ,publicado en http://www.taringa.net. José Miguel Rodríguez-Pardo ------------------------------------------------------------------------------------- Aun dejando de lado los casos de accidentes, crímenes y suicidios, la duración de la vida humana es variable. Algunas personas son más susceptibles que otras a determinadas enfermedades y la propia vejez se manifiesta más pronto o más tarde en diferentes individuos. Varios estudios realizados sobre gemelos o familias enteras durante varias generaciones coinciden en que, a lo sumo, una cuarta parte de esa variación tiene un origen genético. Los gemelos mueren con menos de cuatro años de diferencia en el caso de los hombres y menos de dos en el caso de las mujeres. En los mellizos, los lapsos son de 9 y 7 años, respectivamente. No se considera que esto se deba exclusivamente a factores genéticos, pero sí en parte. Quienes tienen padres longevos tienen una alta probabilidad de vivir mucho tiempo. Uno de los primeros en descubrir esta relación fue Alexander Graham Bell, que además de inventar el teléfono disfrutaba realizando estudios genealógicos. En 1918, tras analizar la duración de la vida de los 4000 descendientes de un tal William Hyde, Bell descubrió que los hijos de quienes habían superado los ochenta vivían hasta veinte años más que los hijos de quienes no habían llegado a los sesenta.Otros estudios, incluido uno realizado sobre 600.000 islandeses que vivieron en los últimos once siglos, han confirmado que la longevidad humana tiene un modesto componente genético. Hasta ahora se conocen dos genes humanos que muy probablemente están asociados con la longevidad. Se llaman APOE y ACE El principio del fin Un grupo de investigadores estadounidenses dirigido por Bruce Yankner (del Hospital de Niños y la Escuela Médica de Harvard) publicó en junio pasado, en la revista Nature, un estudio que sugiere que el envejecimiento del cerebro comienza alrededor de los 40 años. El principio del fin Yankner y sus colaboradores estudiaron la actividad de unos 11.000 genes en cerebros humanos de distintas edades comprendidas entre 26 y 106 años. Encontraron que a partir de los 40 años comienza a disminuir la actividad de un grupo de genes relacionados con la memoria y el aprendizaje. Al estudiar treinta de esos genes, descubrieron que algunos de ellos ya mostraban daños en cerebros de poco más de cuarenta años, y que todos estaban dañados en cerebros de más de setenta. Algunos experimentos realizados por los investigadores indicarían que estos genes son más susceptibles al daño molecular que otros genes cuya actividad no varía al avanzar la edad. ¿Cuál es el origen del daño observado en los genes? Los principales sospechosos son los radicales libres (moléculas muy tóxicas que, en este caso, se acumularían debido a alteraciones en el proceso de respiración celular, también debidos a la edad). Sin olvidar que estos resultados son muy preliminares, Yankner espera que los futuros estudios en esta área permitirán en un futuro no muy lejano el desarrollo de tratamientos para prevenir el daño en los genes y, de esa manera, retardar la aparición de enfermedades neurodegenerativas propias de la vejez. El envejecimiento no es considerado una enfermedad, pero predispone a una buena cantidad de enfermedades. Ya que no parece posible prolongar la vida humana mucho más de lo que ha sido prolongada a lo largo del siglo XX, los expertos piensan que lo mejor es dedicarse a buscar cómo envejecer saludablemente. Aprender a evitar las enfermedades de la vejez y mantener las capacidades físicas y mentales tan intactas como sea posible. Mercaderes de la fuente de la juventud El mercado mundial de productos que, según los anunciantes, detienen el envejecimiento o permiten recuperar la juventud es multimillonario. ¿Qué hay de cierto detrás de sus promesas? La mayoría de las veces se trata de afirmaciones que carecen de fundamento científico y en algunos casos los productos pueden ser nocivos para la salud. Convencidos de que el silencio de los científicos contribuye a empeorar el problema, tres expertos en envejecimiento (S. Jay Olshansky, Leonard Hayflick y Bruce A. Carnes) redactaron un informe que describe el estado actual de la ciencia en este tema. Su objetivo fue alertar a la gente sobre el uso de productos ineficaces y potencialmente peligrosos. “Mientras el público es bombardeado con exageraciones y mentiras -escribieron los autores–, muchos biólogos estudian intensamente la naturaleza del envejecimiento y creen que sus investigaciones eventualmente sugerirán formas de retardar su avance... Pero cualquiera que hoy en día ofrezca un producto antienvejecimiento, o está equivocado o miente.” Lo que sigue es un resumen del informe completo, que cuenta con el aval de 51 expertos: • En los países desarrollados, la esperanza de vida de los recién nacidos aumentó de 47 a 77 años a lo largo del siglo XX. Con una tasa de mortalidad infantil cercana a cero, es improbable que la esperanza de vida supere los 90 años en las próximas décadas. • La duración máxima de la vida humana ha aumentado en los últimos tiempos. Sin embargo, no son las personas las que han cambiado sino el estilo de vida y el conocimiento biológico y médico. En otras épocas, la gente habría vivido tanto como ahora si estos factores hubieran estado presentes. • La perspectiva de vivir para siempre es hoy tan improbable como en cualquier otro momento de la historia. La inmortalidad está fuera de cualquier discusión científica. • No se conoce ningún tratamiento antienvejecimiento efectivo. • Las dietas pobres en calorías aumentan la longevidad de animales de laboratorio. No hay pruebas de que también lo hagan en humanos. • El ejercicio y las dietas balanceadas pueden contribuir a retardar la aparición de enfermedades relacionadas con la edad, pero no existen pruebas de que modifiquen el proceso de envejecimiento en sí mismo. No es posible rejuvenecer.