sábado, 23 de julio de 2011

Cómo medir la edad real


N. RAMÍREZ DE CASTRO


Puede que en los próximos años nuestro médico pida junto al análisis de colesterol la medida de nuestros telómeros, unas estructuras protectoras del material genético que se sitúan en el extremo final de los cromosomas. Su papel es clave en dos de los grandes retos de la ciencia médica: el cáncer y el envejecimiento. Cuanto mayor es la presencia de células con telómeros cortos en el organismo, mayor es el grado de envejecimiento y también de daño celular. Es, por tanto, un marcador de la edad biológica del organismo mejor que la que figura en el carné de identidad. El símil más utilizado para explicar cómo actúan los telómeros es la de los protectores de plástico que se colocan en el extremo del cordón de los zapatos para evitar que se deshilachen. Los telómeros, como los plásticos de los cordones, protegen el final de los cromosomas para evitar su deterioro cuando las células se dividen.

La tecnología que permite saber la longitud de esta estructura se encontraba en los laboratorios de investigación. Hasta la fecha. El Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) y la empresa Life Length han firmado un acuerdo de colaboración para explotar esta tecnología, desarrollada por el grupo de Telómeros y Telomerasa del CNIO que dirige la investigadora María Blasco. Entre los socios mayoritarios de la compañía figuran la Fundación Botín y una firma de finanzas corporativas. La tecnología desarrollada en el CNIO permite comparar la longitud de los telómeros de una persona con los de la media de la población de la misma edad, a partir de una base de datos construida con mediciones previas de cientos de personas. La medida «es muy precisa», asegura María Blasco y da una valoración de la salud general a partir del grado de envejecimiento y daño celular. La longitud de estas estructuras es predictiva de patologías en apariencia tan diferentes como el cáncer, el declive cognitivo, las enfermedades cardiovasculares o infecciosas, porque a mayor envejecimiento más perezoso se vuelve el sistema inmune.

El campo que se abre es muy ambicioso. La tecnología puede ser de gran utilidad en la industria farmacéutica, cosmética y también tendrá una aplicación directa al paciente. Los laboratorios de análisis clínicos que la posean podrán ofrecer a sus pacientes la posibilidad de conocer su edad real, a partir de una simple muestra de sangre. De momento, el precio de uno de estos análisis oscila entre los 500 y los 1.500 euros, un coste no muy elevado si se compara con otras pruebas genéticas. No bastaría con una única prueba a lo largo de la vida, «como tampoco bastaría con medir en una sola ocasión el colesterol», explica Blasco. La edad clave para someterse a un primer examen para comprobar la edad real está entre los 20 y 30 años.

Fármacos antienvejecimiento

La tecnología es esperada también por laboratorios farmacéuticos y la industria de los cosméticos . A partir de una muestra de piel o un cabello se puede conocer el envejecimiento real de un individuo y también probar la eficacia de cremas antiedad y productos cosméticos. Los laboratorios farmacéuticos ya han mostrado su interés por esta tecnología que les permitirá testar los efectos de sus medicamentos dirigidos a frenar el envejecimiento o a luchar contra el cáncer. En oncología se trabaja en el desarrollo de nuevos fármacos que puedan reducir la telomerasa, la enzima que controla los telómeros, para que las células cancerígenas dejen de dividirse. Algunos de estos medicamentos están ya en una fase avanzada de investigación. Productos «antiaging», basados en moléculas como las sirtuinas también podrían testarse.


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