La segunda ola de la pandemia o segundo brote como lo denominan los epidemiólogos, ha aumentado aún más la incertidumbre de la medida de la longevidad alterada de manera significativa por en Covid19
En el caso de España, la cifra de fallecidos en la primera ola no está consensuada por la misma autoridades, a esta cifra hay que añadir el efecto indirecto en la morbilidad y mortalidad derivada del colapso sanitario y que obligó a cancelar intervenciones programadas, consultas e incluso renunciar a acudir a urgencias en patologías graves como infarto o ictus.
Algunos estudios ya nos dicen que se ha reducido la esperanza de vida un año en España en esta primera fase. Con más detalle, la esperanza de vida en mujeres ha pasado de 86,1 a 85,3 años y en hombres de 80,7 a 79,8 años.
Esta segunda ola, la mortalidad siendo inferior a la de la primera ola, se estima una tasa de fallecimiento del 1% de los contagiados, en estos momentos ya representa a nivel diario el 10% de los peores momentos.
Por otra parte el perfil de la mortalidad de la primera y segunda ola son completamente diferentes afectando de manera distinta a las edades.
Además el riesgo de colapso sanitario, puede derivar según expertos en otro aumento de la morbilidad y mortalidad por otras causas en los próximos 6 meses.
El impacto en la salud de la crisis económica sobrevenida está por analizar
Todo este escenario nos lleva a reflexionar acerca de la bondad de los modelos actuariales paramétricos que tan buen comportamiento han tenido hasta fecha, y es que la tendencia de la mortalidad se ha quebrado de una manera tan abrupta que impide en estos momentos proyectar la supervivencia.
Por contra los modelos no paramétricos siempre permitirán ajustes con robustez actuarial suficiente
Veamos según información públicos gráficos actualizados