https://www.elindependiente.com/vida-sana/2017/10/21/el-algoritmo-de-la-longevidad/
Publicado
el 21 de Octubre de 2017
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En la isla griega de Icaria, seis de cada 10 habitantes tienen
más de 90 años. Los icarianos tienen en común costumbres como beber leche de
cabra, la preferencia por los vegetales frescos, la vida sencilla, los paseos
–repletos de cuestas– ya que se encuentran en plena montaña y, ¡eureka!, media
hora de siesta diaria.
Unos hábitos saludables que, según los expertos, suponen
tres cuartas partes del “algoritmo de la longevidad”, es decir, las variables
que llevan a determinadas personas a vivir más que la media. La genética es el
otro 25% y el gran misterio que en los últimos años se está desvelando gracias
a los avances en genómica.
La esperanza de vida avanza a un ritmo de cinco horas al día
Teniendo en cuenta que el aumento de la esperanza de vida es
una de las mayores incertidumbres y retos del siglo XXI –el sostenimiento de
las pensiones, la reposición de la población, nuevas enfermedades…– descifrar
ese algoritmo está en el centro de las investigaciones de expertos de las
distintas áreas, desde la medicina a la economía pasando por la bioética.
Remontémonos al origen. Entre los siglos I y XX, la
esperanza de vida apenas varió. En el imperio romano se vivían unos 50 años,
apenas una década menos que a principios del siglo XX. Ha sido en el siglo XX y
lo que llevamos del XXI cuando se ha disparado la esperanza de vida. La
higiene, los antibióticos y las vacunas (pese a las
corrientes
contrarias) han contribuido a un fenómeno que avanza a un ritmo de cinco horas
al día según los expertos, que calculan que la vida media podría alcanzar los
100 o 120 años a finales de este siglo.
Desde 2014 en Japón se venden más pañales para adultos que
para niños
Unida al crecimiento de la esperanza de vida está la
disminución de la natalidad. Un fenómeno que afecta a todos los países
desarrollados y que está empezando a provocar situaciones como que, desde 2014,
en Japón se vendan más pañales para adultos que para niños. O que en Alemania
esté naciendo un nuevo fenómeno migratorio, el gerontológico, ya que miles de
ancianos se están yendo a residencias de mayores en Polonia, donde el coste
medio es tres veces más barato que en su país de origen.
España no escapa a esta realidad. Las mujeres inmigrantes,
que en los últimos años habían “levantado” las tasas de natalidad, en parte se
han ido o están reduciendo también su número de hijos. En 2012 nacieron un 30%
menos de niños que en 1976, cuando había un 30% menos de
población. Mientras que España es uno de los países con mayor esperanza de
vida, también es uno de los que presentan mayores tasas de dependencia, solo
por detrás de Japón, Macao, Corea del Sur e Italia.
En España, las inmigrantes, que habían “levantado” las tasas
de natalidad, se van o reducen su número de hijos
Frente a esta realidad, urge analizar el fenómeno y
emprender estrategias que aborden cada cara del prisma. Exponer todas esas
caras y plantear nuevas perspectivas es el objetivo que se han propuesto
los científicos José Miguel Rodríguez-Pardo (doctor en Ciencias Económicas y
Empresariales por la Universidad Complutense de Madrid y doctor en Biomedicina
y Ciencias de la Salud por la Universidad Europea de Madrid) y Antonio López
Farré (doctor en Bioquímica y Biología Molecular por la Universidad Autónoma de
Madrid) en Longevidad y Envejecimiento en el tercer milenio: nuevas
perspectivas, editado por la Fundación Mapfre.
Las “zonas azules” donde se vive más
En 2004, National Geographic de la mano del experto en
longevidad Dan Buettner analizó y encontró los lugares del mundo donde más se
vive, a los que llamó “zonas azules”. La isla griega de Icaria, Okinawa
(Japón), Nicoya (Costa Rica), Loma Linda (en California, EEUU) y Cerdeña
(Italia) superan con creces la esperanza de vida media de los países donde se encuadran
y tienen, como estableció Buettner y recoge ahora Longevidad y
Envejecimiento en el tercer milenio, algunos aspectos en común.
El ejercicio, una dieta cuidada, las frutas, legumbres y
frutos secos, beber vino moderadamene, tener un propósito de vida y evitar el
estrés; hacer la siesta y pertenecer a círculos sociales o religiosos son
algunas de las claves que caracterizan a los pueblos más longevos, junto con la
priorización de la familia y amigos con los que compartir objetivos.
En España, las zonas más longevas están en Galicia -en
concreto en Melide (A Coruña)- y en Málaga capital. Allí es donde más
centenarios hay, un segmento de la pirámide que varía mucho entre países.
Tasa de centenarios por cada 100.000 habitantes (entre
2012-
Tras los centenarios se calculan los supercentenarios (más
de 110 años) y supersupercentenarios (más de 115). En estos, lo más relevante
es que es un segmento mayoritariamente femenino. Ellas son el 90% de los
supercentenarios y el 95% de quienes tienen más de 115 años.
25% genes, 75% estilo de vida
Si en los pueblos más longevos se observa un estilo de vida
común (saludable), los estudios que citan Rodríguez-Pardo y López también
hacen referencia a aspectos externos como la educación, la renta o el entorno.
Estudios como el de la Universidad de Harvard y Tufts (EEUU) publicado en The
International Journal of Obesity que relacionaba la longevidad con la
hora de comer. En concreto, decía que quienes comen más temprano viven más
(para quien le interese, establecía el ideal horario con el desayuno entre 7 y
7.30, la comida entre 12 y 12.30 y la cena entre las 18 y 18.30). El
descanso es otro de los factores modulables que pueden ayudar a vivir más. Los
expertos hablan de ocho horas (ni más ni menos) aunque con excepciones.
Pero el 25% que no se puede modificar y que viene escrito en
el ADN parece estar determinado por ciertos genes de los que cada vez se conoce
más. Desde que a principios de siglo XXI se secuenciara por primera vez el
genoma humano (en un proyecto de 300 millones de dólares y años de trabajo), el
avance ha sido rápido y ahora se puede hablar de secuenciación low cost (por
1.000 dólares). De hecho, y tal como recoge Longevidad y Envejecimiento
en el tercer milenio, según Miguel Lucas-Tomás, de la Real Academia de
Medicina, en 2025 todos los individuos podrían tener su genoma secuenciado y se
convertirá en una especie de documento nacional de identidad médica.
El “gerontogen” (o lo que sería una especie de Santo Grial
de la longevidad) no existe
Así, ya se han identificado genes relacionados con la
longevidad (variante E2 de APOE, FOXO3A, CETP…) y que abren vías de
investigación como explican en su libro Rodríguez-Pardo y López. Sin embargo,
los científicos advierten que el que se dio en llamar el “gerontogen” (o lo que
sería una especie de Santo Grial de la longevidad) no existe. Entre otros, por
culpa de la epigenética, ya que muchos de los genes se modifican en contacto
con el entorno, una idea del biólogo Jörg Blech en su libro El destino
no está escrito en los genes.
Biomarcadores de la longevidad
Más que los genes, la forma en que se va a poder determinar
el nivel de envejecimiento son los biomarcadores. Así, observando los
telómetros (los extremos de los cromosomas) y cómo se acortan con el paso del
tiempo se puede ver, más allá de la edad cronológica, el proceso de
envejecimiento en el que se encuentra un individuo. De hecho, experimentos con
ratones han demostrado que al activar la telomerasa se aumentaba su esperanza
de vida hasta un 24%.
También el perfil metabólico, considerado una huella
dactilar química y relacionado con el peso al nacer, o la microbiota (las
bacterias que se encuentran en el intestino y en la boca y que son vitales para
la salud metabólica y digestiva) se van modificando con el envejecimiento y son
un signo de la edad biológica (más que cronológica) de la persona.
De medicina regenerativa a medicina predictiva
La medicina regenerativa que busca reparar el daño celular,
ya sea por una enfermedad o por el envejecimiento, ha dado un salto sobre la
medicina curativa al plantear soluciones como la clonación terapéutica o la
ingeniería de tejidos, que permite desarrollar “órganos bioartificiales en
laboratorio” para reemplazar aquellos que no funcionan o no existen. Un ejemplo
es el del proyecto de la Universidad de Granada que ha desarrollado piel a
través de células madre del cordón umbilical que permitirá tratar a grandes
quemados.
Sin embargo, para abordar el reto de la longevidad las
soluciones se plantean más desde la llamada medicina predictiva, la que
pretende averiguar cuál va a ser la esperanza de vida del individuo y qué
enfermedades tiene más posibilidades de desarrollar para combatirlas antes de
que aparezcan.
Amenazas y retos para una sociedad envejecida
Si los autores plantean los 120 años como la edad factible a
la que llegaremos en unas décadas, sobre ello planean algunas amenazas que
podrían cambiar el curso de la realidad. La pandemia de la obesidad, la
economía, el surgimiento de nuevas enfermedades infecciosas o resurgimiento de
las antiguas o posibles catástrofes.
Adaptar la industria y los servicios a una población
envejecida y conseguir sistemas de salud sostenibles son dos retos a los que
nos enfrentaremos en los próximos años.
Además, no menos importante es la necesidad de adaptar a la
sociedad a “envejecer con dignidad”, como se titula el último capítulo del
libro de López y Rodríguez-Pardo, y que se asocia también a la aceptación de la
pérdida de seres queridos, superar el creciente riesgo de pobreza (pensiones) o
a adaptarse a los avances tecnológicos.
Por último, el debate ético: ¿Tiene sentido vivir 120 años?
Sobre esto último, no parece haber más respuesta que las diferentes visiones
que escritores y personas ilustres han ofrecido a lo largo de los años. Los
autores eligen, entre otras, el tuit que Nelson Mandela escribió tan sólo un
día antes de morir: “Cuando un hombre ha hecho lo que considera que es su deber
para con su gente y su país, puede descansar en paz”.