REVISTA
ACTUARIOS. Nº40 BIG DATA EN SEGUROS
http://actuarios.org/actuarios40/
Aspectos éticos del tratamiento de los
datos personales
José Miguel
Rodríguez-Pardo
Introducción
El
profesor suizo de informática y ciencias sociales Dirk Helbing sostiene que los
retos del presente siglo son la ecología, la transformación digital y la
financiera. Si ponemos el foco en la transformación digital y recurriendo a
Yuval Noah Harari en su libro Homo Deus, breve historia del porvenir (Editorial
Debate, Barcelona, 2016), podemos interrogarnos si el humanismo ha muerto en
favor del dataismo, donde los patrones
repetitivos proporcionan el acierto
perpetuo. Incluso, afirma el autor, que dado que el hombre es un algoritmo
como ser vivo, nada impide que este persista indefinidamente.
Debemos
plantearnos si se están dando las condiciones
para sustituir el concepto de riesgo por el dato, asignándole a este último un
valor intrínseco. Esta deriva reduccionista hacia el número, solo puede ser
ponderada con los postulados de la ética si queremos seguir situando en el
centro de la medida a la persona, el homo
mensura como decía Protágoras ( 480-410 a. de C.) .
Nuestro propósito en este artículo, es analizar un riesgo en este nuevo marco que
proporciona el big data bajo el
marco ético, es definitiva cómo hacer justos los números, evitando
caer en lo que ya conoce como el “datocentrismo” donde se ha instalado la
creencia que todo está en el dato, el servidor y el modelo.
La definición de dato, la encontramos en
Davenport y Prusak (1999), quienes lo entienden como una representación
simbólica (numérica, alfabética, algorítmica, etc…) de un atributo o variable
cuantitativa o cualitativa. Los datos describen hechos empíricos, sucesos y
entidades. El término Big Data se debe a Roger Magoulas cuando
en 2005, se encontró que tenía que procesar 50 terabytes de datos, cantidad que
era mayor que la capacidad de una sola máquina, con lo que tuvo que distribuir
los datos en diferentes ordenadores.
Las cifras del volumen de información que
manejamos, nos ratifican la relevancia del dato y las oportunidades que se
presentan en la sociedad actual, según la consultora Deloitte, desde el
comienzo de la humanidad hasta 2003 se generaron 2 exabytes de información. En
2011 se creó el mismo volumen en tan solo 2 días y en 2020 se tardará menos de
10 minutos.
Privacidad
El uso
intensivo de datos del que se nutre la Inteligencia Artificial ( IA), propicia
que al individuo que es activo en las redes sociales o dispositivos
electrónicos se le pueda establecer lo
que se denomina como la huella digital o identidad digital. Este registro es el
que utilizan los algoritmos para crear modelos que permiten encontrar determinados
patrones de comportamiento, elaborar perfiles y hacer recomendaciones. En el ámbito del sector asegurador la
Inteligencia Artificial ( IA) posibilita, entre otras funcionalidades, reforzar
las capacidades del pricing, de políticas de admisión de riesgos, o perfilar a
los clientes según su potencial aseguramiento.
Categorizar a
un individuo según su huella digital, requiere un debate ético además del
propio técnico-jurídico que determinen las leyes de protección de datos, pues
como dijo el fundador de Facebook, Mark Zuckerberg, en 2010, la privacidad
había muerto. Los interrogantes son
diversos, citemos algunos de ellos en relación con el contrato de seguro
privado.
- El uso por parte del asegurador de datos
aportados voluntariamente o no al mundo digital sin el consentimiento explícito
del cliente.
-La oportunidad
que significa para el potencial asegurado, monetizar el uso de sus datos que
sin cuestionario previo de admisión de riesgo, permite perfilar su riesgo. Es
decir, se deberían establecer mecanismos de recompensa al asegurado por el uso
de sus datos que permiten crear precios mutuales de riesgos sobre un universo
asegurable determinado.
- Los datos que
se refieren a variables que se consideran discriminantes por la legislación y
aquellas que pueden ser potencialmente discriminantes, como son las que se conocen como de discriminación
inconsciente.
-El derecho a
la anonimicidad, por el cual aunque el algoritmo utilizando bases de datos anónimas
sea capaz de identificar al individuo que está detrás de esa etiqueta anónima.
- Y no dejemos
de mencionar el llamado principio de proporcionalidad, por el cual el actuario
debe ponderar los beneficios adicionales que significan incorporar el uso
intensivo de variables y datos en los procesos de pricing. Para medir este
criterio es aconsejable, valorar los cuatro elementos de este principio:
Naturaleza, escalabilidad, complejidad y alternatividad.
- La capacidad
de predicción que proporciona la IA, que algunos autores le llaman statistical learning, permite elaborar
un conjunto de soluciones de seguros antes incluso de que el asegurado tenga
conciencia de su aversión a una contingencia determinada.
- La
modelización intensiva en variables y datos, nos permite adentramos en el pricing prescriptivo , donde el
asegurado debe seguir una pautas determinadas para lograr un objetivo determinado
en relación a la contingencia. El conflicto ético está presente, pues el
asegurador asume la responsabilidad de determinar el escenario de riesgo
adecuado al cliente y establecer las pautas de comportamiento mitigantes del
riesgo que debe seguir y de qué forma predeterminada pueda escalar hacia este
escenario de perfil idóneo de riesgo sobre el que se asegura la contingencia
El algoritmo
El debate ético
del uso intensivo de datos, alcanza no solo al proceso de pricing del seguro,
sino que los algoritmos de asesoramiento digitalizado pueden presentar
diferencias en relación con el asesoramiento personalizado. El acceso al
contenido del algoritmo supone un reto ético en la relación contractual del
seguro, y es más debemos debatir sobre la responsabilidad del error en el
algoritmo cuando se perfila a un cliente para suscribir o establecer el precio
del seguro; de hecho ya se habla de seguros para la protección de errores en el
resultado del algoritmo cuando detrás están las técnicas de inteligencia
artificial.
El uso de
algoritmos, en opinión de Cathy O´Neil autora del libro Weapons of Math
Destruction ( Armas matemáticas de destrucción)
son criticables por su opacidad.
Iniciativas como el derecho a la
explicación de las decisiones que
perjudican a un consumidor ( tomador de un seguro en nuestro caso) tomadas por el algoritmo parece ser una
vía prometedora para reestablecer las posiciones de equilibrio necesario en el
contrato en relación con la simetría de información y no caer en ventaja
actuarial. El profesor de derecho Frank Pasquale de la Universidad de Maryland,
cree que el uso no equitativo de datos se puede corregir con leyes de
protección de los consumidores.
La
responsabilidad sobre los efectos del algoritmo, en determinados foros de
reflexión sugieren además de desarrollar
productos de seguros coberturas que contemplen el riesgo de error del
algoritmo, la necesidad de elaborar códigos deontológicos de los creadores de
algoritmos, esta iniciativa se viene ya proponiendo
desde los años 90 del siglo pasado ,
como es el caso de José Manuel García Carrasco en su artículo ¿ Es necesario un
código ético en la informática?; es cierto que esta necesidad no se ha asentado
suficientemente en los programas de enseñanza universitaria con la emergencia
que requiere. Iniciativas como la de la Association for Computing Machinery en
su documento Software Engineering Code of
Ethics and Professional Practice (
www.acm.org/about/se-code ) constituye
una referencia a tener en cuenta para el ejercicio ético responsable en la
programación de algoritmos.
También
requiere reflexión ética el conjunto de interacciones de los individuos con los
robots que va a requerir un ordenamiento jurídico y posicionamiento ético específico;
la Comisión de Asuntos Jurídicos de la Comisión Europea ha empezado a tomar la
iniciativa en su informe sobre normas de Derecho civil sobre robótica de 31 de
mayo de 2016.
Otro asunto que merece atención es la
identificación de la responsabilidad en los vehículos autónomos, la industria
del automóvil ha resuelto el conocido problema ético como "el dilema del
tranvía", donde se dará prioridad a la protección de los pasajeros en
relación con los peatones u ocupantes de vehículos terceros implicados en un
accidente. Es interesante conocer la iniciativa de la Sociedad Japonesa de
Ingenieros Mecánicos, que en 2016 realizó juicios simulados para comprender los
temas legales que se derivan de accidentes en vehículos autónomos, donde los
algoritmos de IA tienen mucho que ver en la posterior responsabilidad civil de
los fabricantes.
La inequidad y cosificiación
Las
consecuencias en el seguro de técnicas de big data , en los procesos de
suscripción y pricing pueden hacer que determinados perfiles del riesgo queden
sin cobertura bien por rechazo en la selección de riesgos o bien por la
propuesta de precio excesivamente costosa al quedar minimizada por la
eliminación de las subvenciones cruzadas de los riesgos en el proceso de de
pool risk propio de un contrato de seguro.
Los modelos
resultantes del uso de datos de la red, suponen en sí mismo un reto ético, pero
además sus resultados contribuyen hacia la profundización hacia la cosificación
del asegurado o reducción de la persona a un mero índice estadístico
Reflexión final
En el contexto actual
de aproximación a la medida de las contingencias sobre la base de la hegemonía
del algoritmo -dato y secuencia numérica-, podríamos pensar si la ciencia
actuarial está abandonado su pertenencia al ámbito de las ciencias sociales y
encuadrándose con mejor acomodo en las ciencias cuantitativas como pueden la estadística,
matemática o la ingeniería informática. La metodología científica de observación
de la realidad humana es distinta y en este caso nos interrogamos si la ciencia
actuarial ha sido derrotada en su vertiente más solidaria de los postulados técnicos
para la medida del riesgo en favor de la soberanía individual de lo que ya se
conoce como "el hombre transparente" y donde la categoría mutual del
precio del seguro queda muy debilitada.
Las consecuencias
del fenómeno Big Data, en un sentido amplio, necesita un nuevo consenso social
que redefina el seguro privado en un entorno social en el que prima la Agenda
Ética. El comportamiento ético del consumidor dirigirá el cambio, las empresas
competirán por conseguir la excelencia ética y los mercados deberán
compatibilizar los resultados económicos-financieros a corto plazo con la
consecución de beneficios sociales a largo plazo para el conjunto de la
sociedad. La cuarta revolución industrial debe poner en el centro de sus
postulados la citada Agenda Ética.