Ángel Recio / Málaga | Actualizado 18.06.2011
¿Es posible que, dentro de unas décadas, el ser humano deje de envejecer y fallezca sin ningún tipo de enfermedad? ¿Es posible también que el ser humano pueda regenerar de forma automática cualquier órgano que le sea amputado o esté dañado como hacen algunos animales? Son eternos anhelos de la Humanidad y fruto inagotable de miles de novelas de ciencia ficción, con Aldous Huxley a la cabeza. No obstante, centenares de expertos están investigando en estos momentos a escala mundial para ver si ese sueño puede ser algún día una realidad. Ya se están haciendo avances, aunque aún se está muy lejos del objetivo final.
Uno de esos expertos es el doctor español Juan Carlos Izpisúa, una eminencia en el estudio de las células madre que trabaja como profesor del Instituto Salk de Estudios Biológicos en California (EEUU) y en el Centro de Medicina Regenerativa de Barcelona. Izpisúa, que ayer estuvo en Málaga clausurando el 22 Congreso Nacional de la Sociedad Española de Transfusión Sanguínea y Terapia Celular, explicó que el ajolote mexicano es capaz de regenerar por sí mismo cualquier órgano que se le ampute (el corazón, los ojos, etcétera) en apenas tres semanas. El pez cebra, por ejemplo, tiene la misma capacidad en un mes. ¿Podrá hacerlo el ser humano? "Nos queda aún mucho tiempo para entender cuáles son los genes implicados en ese proceso en los animales y no digamos en el ser humano", reconoce Izpisúa.
Los laboratorios están trabajando con esa hipótesis, llamada reprogramación celular. Se parte de la idea de coger un trozo de un órgano humano, extraerle células madre y e intentar generar otras nuevas sin enfermedades, que posteriormente se trasplantarían de nuevo al hombre. La teoría es fácil, pero llevarlo a la práctica está siendo, por ahora, imposible.
El doctor Izpisúa destaca que hay tres grandes problemas. El primero es que muchas de las nuevas células que se generan son tumorales y, por tanto, nunca se han trasplantado a ningún paciente, por lo que la investigación está estancada ahí. El segundo problema es que se desconoce cómo manipular el genoma humano y corregir los genes que puedan portar enfermedades. El doctor precisa que "un único gen puede causar unas 400 enfermedades". La tercera gran barrera con la que se están encontrando los investigadores en el mundo es que no se sabe cómo educar a esas células pluripotentes para que se conviertan en sangre, un trozo de hígado, de corazón, de cerebro, o que generen dopamina para tratar el parkinson o insulina para la diabetes, entre otros.
La aparición de células tumorales en el tratamiento de las células madre ha llevado a los expertos a abrir otras líneas de investigación. Una de ellas se llama transdiferenciación y consiste en evitar un paso intermedio, de forma que se altera una célula y se convierte en otra implantándole una molécula SOX2 u otro compuesto químico. Los experimentos realizados en ratones están demostrando que no se producen tumores cancerígenos. Sin embargo, "el problema de la transdiferenciación es que las células no se dividen como las embrionarias. De una embrionaria (madre) salen millones si se les da de comer, se regeneran siempre y nunca mueren. Pero las células diferenciadas envejecen y se mueren a lo mejor al mes, por lo que habría que volver a trasplantarlas una y otra vez", explica Izpisúa, quien subraya que "no es tan fácil elegir una u otra opción, sino que haría falta un abordaje combinado entre la reprogramación celular y la transdiferenciación para tratar de entender el proceso".
Se están dando pasos en la manipulación genética y, por ejemplo, se ha conseguido crear un ratón real a través del ADN de un pelo. La siguiente pregunta que inquieta a los investigadores es ¿se podrá frenar el envejecimiento del ser humano? El doctor Izpisúa señala que "el envejecimiento es la enfermedad más importante del ser humano porque el 90% de las enfermedades aparecen cuando nos hacemos viejos". Muchos laboratorios están analizando cómo detener el proceso y ya se ha conseguido alterar el envejecimiento en moscas o gusanos, pero cuando se han intentado trasladar esos conocimientos al hombre no han funcionado.
Izpisúa cree que "se podría manipular el envejecimiento". De hecho, lo han llevado a cabo en personas que sufren envejecimiento prematuro, es decir, niños que con seis años tienen la cara y el cuerpo de una persona de 80 y que suelen fallecer a los 12 años. Los investigadores han descubierto que hay un compuesto llamado progerina que produce el envejecimiento. Habitualmente crece a razón de un 3% anual hasta alcanzar el máximo volumen en la vejez, pero en el caso de los afectados por esa enfermedad la progerina se dispara de golpe.
¿Se podría evitar el envejecimiento si se controlaran los niveles de progerina? "No lo sé. Si lo hemos conseguido en los casos de envejecimiento prematuro por qué no en el envejecimiento normal. Nada es imposible", destaca el doctor. Su laboratorio está investigando compuestos químicos que alteren la acumulación de esa sustancia, aunque para ello hay que encontrar una molécula que lo consiga y hay "millones y millones de ellas por lo que aún no la hemos encontrado". Detener el envejecimiento no supondría ser inmortal, pero sí se podría fallecer sin sufrir enfermedades. Ahora es una quimera pero, como dice Izpisúa, "si se puede soñar puede ocurrir".
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