El continuado aumento de la esperanza de vida en los
países desarrollados y su incierta evolución futura, plantea el gran retoal
ciudadano de cómo planificar su ahorro para mantener un adecuado nivel de vida
en su vejez.
Por Fernando Ariza Rodríguez. Área de Solvencia de Mutualidad de la
Abogacía.
“Nadie es tan viejo que no pueda vivir un
añomás, ni tan mozo que hoy no pudiese morir”
El Problema
El fenómeno del envejecimiento de la población en España,
con la consiguiente inversión de la pirámide poblacional, ha provocado un
desequilibrio en el sistema público de pensiones que ha desembocado en una
profunda reformadel mismopara así garantizar su solvencia en el largo plazo.Para
ello, el Estado introduce el llamado factor de sostenibilidad, que corrige
cualquiera de estos desequilibrios financieros e intergeneracionales. La
consecuencia más inmediata es que los ingresos de los jubilados tienden a
decrecer, al no poder soportar el sistema público de reparto el nivel
retributivo tal como hasta ahora estaba concebido.De esta manera, el Estado
traslada al ciudadano la exposición financiera al riesgo de longevidad,
entendiendo como tal, el riesgo de que las personas vivan más de lo esperado y
en consecuencia se expongan a no tener un nivel de ahorro suficiente para
financiar su vejez.
Esperanza de
vida y límite de la vida humana
Desde los tiempos más
remotos, conocer el verdadero límite de la vida ha sido la gran inquietud del
ser humano. En este sentido, una pregunta que se hacen a diario los actuarios,demógrafos
o biomédicos de todo el mundo es cuánto aumentará en el futuro la esperanza de
vida del ser humano, en otras palabras, cuánto tiempo estará recibiendo una
persona jubilada su pensión y cuál será el nivel de ahorro individual necesario
para complementarla. Para dar solución a esta pregunta existen diversas
corrientes de pensamiento, como la del Profesor de Grey, conocido como el
“profeta de la longevidad”, el genetista italiano EdoardoBoncinelli, o la bióloga
molecular Joanne Nova, que sostienen que “no
existe un límite de la vida humana”, y que por tanto "podríamos
estar ante la última generación de mortales". De hecho, la Premio Nobel de Medicina en 2009 Elizabeth
Blackburn, descubrió que al impulsar la actividad de la telomerasa, enzima encargada
de llevar hasta el límite las sucesivas divisiones de las células, éstas quedan
protegidas del envejecimiento, y aunque asumiendo el riesgo de que también
puedan regenerarse de forma ilimitada las célulascancerosas, abre el debate
sobre el límite biológico de la vida humana. Sin embargo, otros afirman
que, pese a que los avances de la tecnología biomédica y de la calidad de vida
puedan derivar en algunas mejoras excepcionales de la mortalidad, bajo un escenario extremo en el que
los accidentes, crímenes y enfermedades
infecciosas fueran las únicas causas de fallecimiento,la longevidad humana tendría un límite
natural medio en los 95 años de edad.
Pero más allá del debate sobre el límite de la vida
humana, lo que sí es irrefutable, es que, desde la segunda mitad del siglo XX, y ligada al desarrollo social y económico, la esperanza de vida en los países desarrollados ha venido
aumentando casi dos años por cada década transcurrida.En consecuencia, y por su
impacto sobre la calidad de vida de los jubilados, la mejora de la mortalidad
necesita ser claramente entendida y cuantificada, no siendo suficiente con conocer cómo ésta ha evolucionadoen el pasado, sinoque debemos estimarcómo evolucionará en el futuro. Para ello,
talcomo expone el Doctor en Biomedicina y Economía J.M. Rodríguez-Pardo, deberemos
tener en cuenta que la longevidad humana se explica en un 27% por factores genéticos, un 19% por factores medioambientales,
un 11% por el sistema sanitario y un 43% por el estilo de vida individual,factor
este último que puedellegar a suponer un impacto de hasta 15 años sobre nuestra
esperanza de vida. Dicho de otra manera, la dieta, el ejercicio físico o
cuánto bebemos o fumamos puede modificar nuestra edad biológica en 15 años respecto
de nuestra edad cronológica o de cumpleaños.
Ajustes del
factor de sostenibilidad
Estas a priori magníficas noticas sobre nuestras
expectativas de vida, plantean sin embargo un futuro incierto en cuanto al
ahorro del que vamos a necesitar disponer para mantener en la jubilación un
nivel de vida similar al de nuestra etapa laboral, más aún cuando el reciente
factor de sostenibilidad de nuestras pensiones propone un ajuste automático en
base a los movimientos de la esperanza de vida, que se traducirán en una
reducción estimada de nuestras pensiones públicas de en torno al 22% sobre la
prestación actual.
Adicionalmente a este “factor de equidad
intergeneracional”, se introducen otrosajustes que corregirán nuestra pensión
en base al ratio de dependencia, evolución de salarios, IPC o PIB, que en su
conjunto estimamos pueden llegar a mermar hasta un 45% las actuales
prestaciones públicas de jubilación.
Conclusión
En definitiva, dada la mayor expectativa de
supervivencia humana y los consiguientes ajustes correctores sobre la pensión
pública, y más allá del debate de si en el futuro el Estado tenderá a financiar
las prestaciones con impuestos o a aumentar la edad real de jubilación, es un
hecho que el sector público ha comenzado ya a transferir al ciudadano el riesgo
de longevidad que hasta ahora asumía. Por tanto, será el propio ciudadano quien,
mediante una cultura financiera adecuada, deberá a su vez ser capaz de
transferir este riesgo biométrico y financiero al sector privado mediante el
contrato de seguro de rentas vitalicias, alcanzando así un nivel de ahorro suficiente
que le permita mantener un adecuado bienestar en su jubilación. En
consecuencia, los aseguradores
deberemos ser también capaces de entender, gestionar y mitigar el riesgo de
longevidad que se acumule en muestro balance.
Las diferentes
soluciones o alternativas que el ciudadano y la industria del seguro tendremos
a nuestro alcance para mitigar los efectosde esta transferencia de riesgo, las
comentaremos en el próximo número de la revista.
Publicado en :https://www.mutualidadabogacia.com/Home/La-Mutualidad/Sala-de-Prensa/Revista.aspx Revista 81, abril 2014